Los contrastes de temperaturas y la sequedad de las mucosas son los factores de riesgo más frecuentes de resfriados de verano. Los cambios bruscos de temperaturas provocados por el aire acondicionado que podemos encontrar en las tiendas, lugares de trabajo y en el propio hogar favorece que baje el número de defensas de nuestro cuerpo.
“Es difícil evitar no coger un resfriado en verano porque con el calor tan intenso se tiende a poner el aire acondicionado muy fuerte y mantener al cuerpo en un término medio es una situación complicada”, indicó el médico melillense Carlos Quilez.
El uso de aire acondicionado debe hacerse con mucha cautela y no debe ser programado a una temperatura inferior a 24 grados.
“Por la noche el cuerpo no tiene tanta capacidad para generar calor como durante la actividad del dí,a por lo que se recomienda aumentar unos grados el aire acondicionado y programarlo en modo noche con la idea de mantener una temperatura estable y que el cuerpo no sienta frío”, aconsejó Quilez.
Tratamientos
El período de incubación de un resfriado está en 48 ó 72 horas, siendo los síntomas principales los estornudos, la congestión nasal, el picor de la nariz, el escozor de garganta, la voz ronca, tos y carraspeo, el lagrimeo ocular, los dolores de cabeza y la fiebre.
Como ocurre con los resfriados de invierno, no hay un tratamiento para combatir la causa de esta patología, sino sólo sus síntomas.
Antes de utilizar un medicamento se debe consultar con un médico o con el propio farmacéutico y así evitar el consumo indiscriminado de este tipo de sustancias. Los analgésicos, antitérmicos, mucolíticos y lavados nasales son algunos de los medicamentos más utilizados. Este último consiste en el uso de soluciones salinas a base de agua con cucharitas de sal que alivian las molestias por congestión.
Se recomienda que la persona refriada se aísle en una habitación no demasiado fría y con una atmósfera húmeda. Además, en el caso de tener fiebre es necesario mantenerse muy hidratado y tomar antitérmicos.
Los resfriados comunes no suelen dar complicaciones, aunque en el caso de grupos sensibles como bebés, ancianos, personas enfermas o embarazadas, los facultativos indican que se debe terner una especial vigilancia con el objetivo de evitar que se sumen más patologías como son el caso de la sinusitis, otitis, laringitis o bronquitis.