Categorías: Editorial

Eterna juventud

Las dificultades de los jóvenes de nuestra ciudad para lograr acceder al mercado laboral no son una noticia nueva. La crisis, esa palabra que se ha convertido en la más utilizada en el último lustro, ha hecho que para muchos de ellos encontrar un empleo se haya convertido en un periplo imposible. El retraso, que a veces parece eterno, en conseguir un trabajo hace que sus proyectos de futuro cada vez sean más a largo plazo.
La mayoría de los melillenses menores de 30 años aún viven con sus padres y el 30% no tiene experiencia laboral. Algunos lo hacen por decisión propia, pero otros muchos porque no tiene otra alternativa.
Y el problema no es sólo que muchos de estos jóvenes no tenga un empleo, sino que incluso los que lo tienen no cobran lo suficiente para poder vivir su propia vida. Los ‘pobres mileuristas’ de hace una década son ahora seres envidiados. El mercado laboral ofrece poco trabajo, contratos temporales y salarios con los que a duras penas se puede sobrevivir.
Los jóvenes se quedan sin opciones y cuestiones cómo formar una familia se van dejando para una mañana que parece que nunca llega.
Los treinta son los nuevos veinte, no porque hayan encontrado el secreto de la eterna juventud, sino porque las circunstancias los han obligado a seguir viviendo en una adolescencia permanente. No es que huyan de las obligaciones, es que no pueden asumirlas.
El problema es evidente, la solución complicada. Las administraciones se esfuerzan por encontrar opciones para que este sector de la población no se convierta en una ‘generación perdida’. En nuestra ciudad este año habrá un cupo de Planes de Empleo para jóvenes, no es una medida definitiva, pero al menos servirá para aliviar un poco la situación.
Los afectados, por su parte, también buscan sus alternativas. Seguir formándose, emigrar al extranjero o poner en marcha sus propios negocios son algunas. Cualquier cosa antes que quedarse sentados en una habitación con la pared llena de poster con ídolos de la adolescencia fingiendo que el tiempo no ha pasado. Porque al final por mucho que se intente mirar hacia otro lado, el tiempo pasa y la juventud no dura para siempre.

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