El Gobierno local ha reaccionado bien y con prontitud para auxiliar a un grupo de escolares atrapados en París e Inglaterra por causa del caos aéreo que ha desatado la gran nube de cenizas procedente de la erupción volcánica en Islandia.
La Consejería de Educación ha puesto medios, no sólo económicos, sino también en el ámbito de la gestión para facilitar el retorno de unos estudiantes que, sin imaginarlo, se han visto envueltos en una de las grandes aventuras de su juventud y posiblemente de sus vidas. Especialmente es el caso de los que han quedado atrapados en Inglaterra, que no podrán regresar hasta el próximo día 24 y que tendrán que pasar primero 25 horas a bordo de un barco para llegar a tierra española (Santander) y seguir después un largo viaje desde la provincia cántabra hasta Melilla.
Ahora bien, hay qué preguntarse qué está haciendo en todo este problema la Dirección Provincial de Educación, de la que dependen en primer término esos estudiantes y los profesores que forman parte de tan azarosos viajes escolares. Está bien que la Ciudad Autónoma se preocupe por los melillenses, que corra con los gatos necesarios para facilitar su retorno, pero mejor estaría que la carga no fuera sólo para nuestros gobernantes y arcas locales, y que el Ministerio y el Estado también tomaran algo de empeño para aportar soluciones.