El informe "Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris" del Observatorio de ambas ciudades del Instituto de Seguridad y Cultura recoge una larga lista de los ataques híbridos marroquíes registrados contra las dos ciudades autónomas en la última década.
Elaborado por expertos de tres universidades españolas, el estudio insiste en que hay más de un motivo para considerar que Marruecos emplea estrategias híbridas para influir sobre el futuro político de Melilla y Ceuta.
De hecho, es cuando menos verosímil, pensar que la creciente presión marroquí sobre ambas ciudades reafirma el interés del país africano de hacerse con su soberanía sin forzar una guerra abierta. "La paz no es sinónimo de armonía en las relaciones entre Estados", advierte el texto.
Si bien de manera general Rabat influye en la acción exterior española mediante el control del flujo migratorio, la cooperación antiterrorista o la ratificación periódica de los acuerdos pesqueros con la Unión Europea, en lo referente a Melilla y Ceuta hay un conflicto latente en el que cobra sentido el empleo de ataques solapados.
El estudio muestra la acumulación de actuaciones paulatinas, con un nivel de intensidad moderado y que pueden prolongarse durante años, a la espera oportunidades que permitan a Marruecos aumentar su coerción y/o influencia.
Al más reciente ataque a Ceuta, en mayo de este año, mediante el empleo de un aluvión de menores como "represalia" a la atención en España del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, se suman muchas otras evidencias.
En 2007 el Gobierno marroquí llamó a consultas a su embajador en Madrid como expresión de “rechazo” a la visita de los reyes de España a Melilla y Ceuta.
Tres años más tarde, se detectaron pasaportes marroquíes de personas nacidas en Melilla o Ceuta que atribuían a Marruecos la posesión de ambas ciudades.
De 2010 a la fecha se ha incrementado sustancialmente -en comparación con la década anterior-el número de inmigrantes que entran de manera irregular en Melilla y Ceuta por vía terrestre o marítima, con oscilaciones entre un año y otro.
Además, en 2018 las autoridades marroquíes cerraron unilateralmente la frontera comercial entre Melilla y Marruecos acordada en el Tratado Hispano-Marroquí de Fez de 1866 y solicitada de nuevo por el Marruecos recién independizado en 1956.
En 2019 el Gobierno de Marruecos notificó a sus funcionarios la prohibición de entrar con pasaporte diplomático o privado en Melilla o Ceuta, disuadiéndoles de viajar a la península desde ambas ciudades.
Ese mismo año la administración marroquí endureció la lucha contra el contrabando que cruzaba las fronteras de Ceuta.
En febrero de 2020 las autoridades aduaneras marroquíes vetaron la entrada de pescado fresco en Ceuta, comprado por los pescaderos ceutíes en la lonja de Rincón (a 25 km de la Ciudad Autónoma), una práctica que se venía haciendo desde hacía décadas por ser más económico que el pescado comprado en la península.
Por último, en diciembre de 2020, tras el reconocimiento por parte de la Administración Trump de la soberanía marroquí del Sáhara Occidental, el primer ministro Saadeddine El Othmani afirmó que Melilla y Ceuta son también marroquíes y que una vez resuelto el conflicto del Sáhara Occidental se tendrá que abordar el de ambas ciudades.
De acuerdo con los expertos, la estrategia de Marruecos, que ni siquiera reconoce las aguas territoriales Melilla y Ceuta, es ir debilitando las alianzas y explotando las vulnerabilidades de su oponente, como puede ser en el caso de ambas ciudades, el escaso peso demográfico -y de representación política- en el panorama político español.
Desde la óptica de este informe, con el establecimiento de una zona gris un Estado busca, entre otros objetivos, beneficiarse de la anexión de un territorio perteneciente a otro Estado. Algo que, claramente, se aplica a los casos de Melilla y Ceuta.
A partir de un móvil geopolítico, este zona pretende forzar las relaciones entre ambos Estados para alterar el status quo. Es decir, que quiere "alcanzar fines similares a los de una guerra, pero sin guerra". Por eso quien la sufre puede interpretarla como una amenaza que combina en distintas dosis el uso de variados medios.
El análisis teórico subraya que Marruecos insiste en su soberanía sobre ambas ciudades españolas, pero "sin prisas". "La situación de Marruecos dista de ser desesperada", afirma.
De hecho, el desarrollo infraestructural del país africano en los entornos circundantes a estas ciudades lleva a pensar que la anexión de ambos territorios no se traduciría en "beneficios económicos o estratégicos relevantes".
La satisfacción de las reivindicaciones que persigue Marruecos con Melilla y Ceuta tiene que ver sobre todo con "el plano simbólico de su propia idea de la construcción nacional", lo que encaja a la perfección en la filosofía de la zona gris, que no incluye "ataques armados" .
La discusión de fronteras o los relatos históricos que permitan deducir mejor un derecho sobre un territorio determinado son clásicas narrativas sobre las que se sostiene la zona gris.
Lo más llamativo es que nada de eso tiene que probarse como verdad. Todo lo contrario. "Lo importante es que se trate de un discurso que goce de la capacidad para atraer al público adecuado", dentro y fuera del territorio donde se aplica la zona gris. En resumen, lo fundamental es plantear un choque de legitimidades, "disfrazado de un choque de legalidades".
Aunque el poder militar tiene un papel secundario en la zona gris, su empleo no debe menospreciarse. "Sin pretender en absoluto caer en el alarmismo", el informe asegura que la modernización de las Fuerzas Armadas marroquíes llevada a cabo en los últimos años podría responder al interés de "cerrar el círculo de una hipotética zona gris" en Melilla y Ceuta.
La ambigüedad es también un rasgo característico de la zona gris. De esta manera, quien actúa desde ella puede pasar inadvertido o, al menos, alegar ignorancia. Algo que se logra mediante la instrumentalización de civiles que no responden a órdenes directas del Estado.
Lamentablemente el Estado que organiza estos ataques híbridos coloca en el epicentro del conflicto a la población civil. Por tanto, no pocas veces pone en peligro la vida de sus propios ciudadanos al utilizarlos como "conejillos de indias o 'escudos humanos'", manipulados por ese Estado y embebidos de su narrativa y supuestos derechos, "quizás inexistentes".
Otra línea de esta zona es actuar con paciencia estratégica, persiguiendo efectos a medio y largo plazo, a lo que responde también la política de Marruecos en torno a las dos ciudades autónomas. Se trata de incentivar insatisfacciones con el orden vigente para generar ansias revisionistas, sin que ello requiera una escalada bélica.
Al mismo tiempo, en las amenazas híbridas los medios formales e informales de divulgación desempeñan un papel primordial, que puede multiplicarse si se aprovechan las posibilidades del ciberespacio.
El estudio refleja que, de igual manera, es esencial lograr la asfixia económica mediante actos de guerrilla como boicots o bloqueos comerciales, presiones a los vendedores o consumidores y sabotajes contra cadenas de suministro.
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