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“Estar un rato al aire libre y recrear la vista fuera de los muros satisface mucho”

Un grupo de diez internos del Módulo de Respeto del Centro Penitenciario de Melilla participó tres días en una convivencia repleta de actividades culturales y lúdicas en Rostrogordo.

Mirar a lo lejos y no ver un muro sino un bosque. Pasear en cualquier dirección sin topar con una pared. Mirar las estrellas y respirar aire puro sintiendo el viento libre en el rostro. Sensaciones que cualquier persona puede disfrutar. Momentos que no se valoran porque pueden formar parte de nuestra rutina y que, sin embargo, han supuesto una experiencia inolvidable para diez personas que participaron el pasado martes y miércoles de esta semana en una jornada de convivencia en el Fuerte de Rostrogordo. Todos ellos internos del Módulo de Respeto del Centro Penitenciario de Melilla que se han sentido durante 48 horas hombres ‘libres’.
Éste es el segundo año que los internos de este módulo realizan esta actividad que les devuelve la sonrisa. Durante el primer día realizaron visitas culturales y el segundo lo dedicaron a la práctica de deportes o actividades lúdicas como disfrutar de la piscina.
En pasado año, el promotor de esta jornada y educador del centro, Manuel Corbí, organizó esta convivencia a principios de este verano, sin embargo, para esta ocasión, se eligió el mes de septiembre ya que estos diez internos podían disfrutar con absoluta tranquilidad de todas las actividades que se pueden practicar en Rostrogordo.
El primer día, este grupo estuvo visitando ‘El Pueblo’ y el museo de Electricidad de Gaselec, donde contaron con guías. Tras estas dos actividades culturales, todos comieron en un restaurante y finalmente llegaron a las 16:00 horas al Fuerte de Rostrogordo para comenzar a practicar deporte.
Corbí aseguró que están acostumbrados a jugar al fútbol y al baloncesto, pero en estas instalaciones han podido practicar otras disciplinas que nunca antes habían realizado como el golf, la petanca o el pádel. En este sentido, este educador del Centro Penitenciario indicó que en la península este tipo de salidas con los internos son más frecuentes y fáciles de diseñar, pero debido a las características de Melilla, esta misma actividad se vuelve más compleja en la ciudad.
Una vez que finalizaron estas tareas los internos pudieron ver una película, aunque sin duda, Corbí destacó que charlar y ver las estrellas fueron las preferidas de la noche, algo que no pueden hacer dentro del centro.

Perfiles

Los hombres que han disfrutado de este respiro se encuentran en régimen de segundo grado y todos pueden salir de permiso durante unos días. Este grupo estaba compuesto por jóvenes y adultos con edades comprendidas  entre 18 y  los 40 años, por lo que la jornada se diseñó con actividades lúdicas y entretenidas para todos. Además, estuvieron acompañados durante estos días de tres funcionarios y un voluntario.
“Estar un rato al aire libre y recrear la vista fuer de los muros satisface mucho”, aseguró uno de los internos tras la demostración de cetrería. Estar fuera del “cuadrilátero de rejas”, como lo denominó él, resultó ser un privilegio que muy pocos internos pueden disfrutar. Así, aseguró que se sentía agradecido por poder estar rodeado de naturaleza, al aire libre y con cierta libertad.
“Es horroroso estar en el centro, no sabe la angustia e inseguridad que se apoderan de tí allí dentro”. “Es una tortura y una cosa como ésta es muy grande”, afirmó. “Aún no nos hemos ido y ya le estamos preguntando a don Manuel cuándo vamos a volver a hacer esta actividad”, declaró entre risas.
Aunque con timidez, otros internos se animaron a comentar cómo estaban viviendo esta experiencia fuera de los muros del Centro Penitenciario de la ciudad.
“Esta actividad es un alivio muy grande para un recluso”, aseguró uno de los veteranos del grupo. “Aquí se te olvidan las penas, porque dentro el ‘coco’ no deja nunca de funcionar”, aseguró.
De las actividades, el pádel y la piscina fueron las más destacadas e hicieron hincapié en que a pesar de ser de Melilla, no conocían la historia de los edificios de El Pueblo o localizaciones tan emblemáticas como las Cuevas del Conventico.
La vuelta al centro se les antojaba un poco dura, tal y como comentaron, pero también afirmaron que estaban concienciados de que éste era un trago inevitable. Sin duda las sonrisas y las risas de estos dos días compensaran estos sentimientos.

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