En Melilla, gracias a nuestra multiculturalidad, disfrutamos de más fiestas que el resto de los españoles, aunque no siempre sean días no laborables. Es rara la semana en que no felicitamos a nuestros convecinos hindúes, musulmanes, judíos, cristianos o a los gitanos y a los chinos -que también son hijos de Dios- por alguna de sus celebraciones religiosas, históricas o de cualquier otra índole que cada cultura desea conmemorar y festejar.
Esta semana, todos los melillenses celebramos la Fiesta Patronal de Melilla anunciada como la Feria de Melilla que coincide -como en la mayoría de los pueblos de España con la festividad de su Patrón –o Patrona, en nuestro caso– porque las tradiciones milenarias españolas tienen ese fundamento: agradecer y festejar la protección de nuestro santo Patrón o Patrona. Y estas fiestas son de todos, independientemente de la cultura o religión de cada uno de los melillenses. Por tanto, felicito a todos mis vecinos y les deseo que disfruten de estos días de Feria en paz y armonía.
Lo malo es que la Feria se acabará y volveremos a la cruda realidad de nuestra ciudad que, desde antes de la llegada de la pandemia, ya estaba sumida en una grave ‘enfermedad’ que poco a poco, como un cáncer, ha ido consumiendo los recursos de muchas familias y de la mayoría de las empresas que durante décadas habíamos vivido –unos mejor que otros, como siempre– de lo que es normal en una ciudad fronteriza: los intercambios de bienes y servicios con los del otro lado de la frontera. Y si bien es cierto que algunas malas prácticas se deberían haber erradicado hace tiempo y haber establecido nuevas maneras de seguir manteniendo esa fluidez en el tránsito de personas y mercancías y buscar otras actividades económicas para el desarrollo presente y futuro de nuestra ciudad, nuestras empresas y nuestros trabajadores, también es cierto que estamos cada vez peor.
Entre las pretensiones anexionistas e intereses estratégicos -bien definidos por parte del monarca alauita- y la falta de respuesta a las mismas y de iniciativas reales de los gobiernos local y nacional, está claro que nuestra ciudad permanece sumida en un pozo socioeconómico y en una indefinición de nuestro futuro muy peligrosa. Estas circunstancias pueden haber condicionado mucho la gestión de nuestra ciudad. Pero, es ante las dificultades, precisamente, cuando más falta hace un liderazgo y saber gestionar las crisis. Y no ha sido el caso de Melilla, por desgracia.
Que conste que nada personal tengo contra el Sr. De Castro, pero me parece que su gestión al frente del Gobierno no puede ser calificada nada más que como desastrosa. Pienso que no ha sido capaz de liderar un proyecto de gobierno porque, entre cosas, no existe ni el proyecto ni el Gobierno como tal. Tienen montado una especie de reino de taifas en el que parece que cada consejero busca el rédito para su partido político – o el suyo propio- y no actúan en conjunto por el bien de Melilla, que es para lo que les pagamos a todos ellos.
En estos tres años largos, desde el Gobierno se han hecho algunas cosas buenas y, otras tantas, o no se han hecho o se han hecho tarde y mal. Una de las cosas negativas que se pueden achacar a este Gobierno ha sido la mala gestión de algunos de los contratos relativos a los servicios que tiene encomendado el Ayuntamiento. Han sido reiterados los errores en la confección de los pliegos de algunas licitaciones, varios los errores en la adjudicación de los contratos a empresas que no disponían de la solvencia económica o capacidad técnica requerida, otros errores en la aplicación de los criterios de valoración fijados en los Pliegos y se han declarado de urgencia algunos contratos o prórrogas de los mismos, cuando tal urgencia -da la sensación- que no era más que un pretexto para saltarse los trámites establecidos para la contratación pública.
Otra crítica negativa que se le puede hacer a este Gobierno es haber dejado paralizados algunos proyectos que estaban aprobados -o a punto de serlo- solo por el hecho de que eran del anterior Gobierno. O bien, el que no se hayan iniciado muchos de los proyectos incluidos en los presupuestos del 2020 o del 2021 y vendidos a la población como proyectos estrella para cambiar la fisonomía de la ciudad y contribuir al desarrollo de la misma. En breve, se anunciarán muchos más. Es tiempo de elecciones y de nuevas promesas.
Por el contrario, debo decir que algo bueno ha hecho este Gobierno. Por ejemplo, a mi juicio, el haber propuesto y finalizado el Plan Estratégico de Melilla que, por sí mismo, no es ninguna panacea sino la base para realizar un trabajo continuado en el tiempo a fin de conseguir los objetivos planteados en el mismo. Pienso que todos coincidimos en la definición de los grandes problemas a solucionar y las líneas estratégicas para intentar solucionarlos. Que hace falta dinero y la ayuda del Estado, está claro. Que todas las actuaciones propuestas en dicho Plan gusten a todos es difícil, pero la mayoría pueden y deberían ser asumidas por todos los partidos, gobiernen o no en estos momentos. Ahora toca conocer lo que nos plantea el Gobierno nacional en su Plan Integral –que ya veremos si coincide o no en el diagnóstico y en las soluciones del Plan Estratégico de Melilla– y ponerlas en marcha.
También debo aplaudir el haber puesto a disposición de las pymes y autónomos de Melilla la nada despreciable cifra de 21,8 millones de euros de las ayudas de las Líneas 1 a 8 gestionas por PROMESA y los casi 8,5 millones de los RD 5/2021y 6/2021 gestionados directamente desde la Consejería de Hacienda. Que podrían haber sido más o haber llegado antes, con menos requisitos para acceder a ellos y menos dificultades en su justificación está claro, pero si queremos ser justos y bien nacidos debemos agradecer esta ingente cantidad de dinero -algo más de 30 millones de euros- para compensar una parte los daños causados a nuestras empresas por la pandemia y las agresiones “híbridas” del amigo al otro lado de la frontera.
Espero que tras la Feria podamos conocer por fin el anunciado Plan Integral del Gobierno de Sánchez y que en el mismo se ponga, negro sobre blanco, la solución definitiva al transporte –principal problema de Melilla, además del paro– si es que queremos atraer turistas e inversores a nuestra ciudad. Esta es mi opinión personal y espero que se respete mi derecho a expresarla libremente sin que por ello se me critique, al menos, por parte de los políticos. Ellos no están para criticar a los ciudadanos sino para asumir las nuestras al igual que piden y aceptar nuestro voto cada cierto tiempo. Los ciudadanos tenemos todo el derecho a expresar nuestra crítica sobre ellos siempre y en cada momento. Con educación y sin insultar, por supuesto.
Mientras, disfruten todo lo que puedan de la Feria.
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