Hoy se estrena en la ciudad ‘Venecia bajo la nieve’, una comedia protagonizada por Pablo Carbonell, quien explicó a El Faro las principales características de esta obra y del personaje que interpreta.
Dos amigos de la universidad se encuentran, y mientras que uno finge que desea volver a recuperar esta amista, el otro está entusiasmado con este reencuentro. Esto desata una invitación a cenar y aquí es donde comienza ‘Venecia bajo la nieve’. Esta obra de teatro se estrena en Melilla esta noche en un horario distinto al de otras veces, a las 21:15 horas, con el objetivo de facilitar a los melillenses que trabajan de tarde que lleguen a tiempo. Marina San José, Eva Isanta, Carlos Heredia y Pablo Carbonell son los protagonistas de esta comedia que habla sobre dos formas distintas de parejas y de la incomunicación.
El actor Pablo Carbonell explicó a El Faro las principales características de esta función que volverá mañana a los escenarios del Kursaal.
–¿Qué tiene de distinto ‘Venecia bajo la nieve’ del resto de las comedias que están ahora en cartel?
–Esta comedia tiene muchas capas. La primera es delirante, la segunda es romántica y la tercera tiene crítica.
–¿Qué destacaría de esta obra para animar a los melillenses que vayan a verla?
–Si no van a verla se quedarán sin meter baza en las conversaciones que se producirán después de acudir al teatro a disfrutar de esta representación durante un mes. La comedia tiene mucho para rascar.
–¿Cómo es su personaje?
–Ramón es una persona acomodada en una situación de pareja en la que no existe compromiso y nada tiene que cambiar. Pero en esta noche todo va a tener que cambiar. Le van a poner contra las cuerdas por todos lados.
–¿Se parece en algo Ramón a usted? ¿Se ha fijado en alguien con quien identifique a este personaje?
–No. En realidad he tenido que mirar en dos personajes. Se trata de una persona que está todo el rato fingiendo. Por un lado, muestra que es muy amable, pero por otro tiene un carácter muy autoritario. Yo carezco de todos estos defectos.
–¿Ha aprendido algo de Ramón?
–Sí. Supongo que las tonterías que hacemos con tal de alterar la percepción que tienen los demás de nosotros.
–¿Qué tiene que tener un proyecto para atraer su atención como director o como actor?
–Este proyecto lo cogí porque cuando la leí me partí de risa. Me dije: Aleluya, una obra que no tiene otra pretensión que hacer reír. Luego te das cuenta de que tiene muchos más contenidos. Lo que me atraía de esto era hacer otro montaje. Cuando hice ‘La curva de la felicidad’, lo que más me atrajo fue hacer el montaje y quería volver a hacerlo. Quería trabajar con otra gente y otro director y ha sido muy enriquecedor.
–¿Cree que la cultura y la creatividad de los artistas españoles también está en crisis?
–Está en crisis este tipo de cultura del despilfarro que han practicado muchos ayuntamientos y que ha llenado las calles de estatuas de muy dudoso gusto. Está en crisis hacer tantas películas al año cuando más de la mitad ni se estrena. Están en crisis los macroconciertos. Pero también espero que esta crisis traiga el renacimiento del individuo como artista con su voz personal y no programada por las compañías y volvamos a tener un florecimiento cultural. Que vuelvan las emociones de verdad y no tanto maquillaje.
–¿Cree que algunas de la obras de teatro que ahora no han triunfado puedan volver a los escenarios en un futuro?
–No. Creo que lo que es bueno funciona y lo que no se pierde. Hay muchos motivos por los cuáles no funcionan alguna cosas, aunque sean buenas. Pero lo bueno siempre permanece. Ahora vamos a tener que trabajar como esclavos por un trozo de pan que antes estábamos despreciando, pero nos lo hemos ganado a pulso, en realidad, unos más que otros.
–¿Cuáles son sus próximos proyectos?
–Tengo varios proyectos, pero no los puedo contar. Me gustaría volver a dirigir para hacer una segunda parte de ‘Atún y chocolate’. Si alguien tiene por ahí un par de millones de euros que me llame.