Combinando el programa de actividades ‘A + igualdad’, de la Viceconsejería de la Mujer, y los actos en conmemoración de Santa Teresa, patrona del Colegio de Abogados de Melilla, la compañía teatral IV Recinto representará mañana (20:30 horas, en el Palacio de Exposiciones y Congresos) el docudrama ‘El derecho al voto de la mujer’. La obra revive, con una reproducción fragmentada pero completamente literal, el intenso debate sobre el sufragio femenino que mantuvieron, el 1 de octubre de 1931, Victoria Kent, partidaria del ‘no’, y Clara Campoamor, defensora del derecho de las mujeres a participar en la vida democrática.
Es la segunda vez que la compañía representa uno de los hitos más importantes del derecho español. Paco Casaña (en adelante, P.C.) repetirá en la dirección y María del Mar Martínez (M.M.M.) interpretará de nuevo a Victoria Kent.
–Tiene que ser complicado hacer de la ‘mala’ de la historia.
–M.M.M.: Al fin y al cabo es un personaje, pero una vez que profundizas en él, cambia mucho la idea que tienes en un principio, así que estoy muy orgullosa de hacer este papel. Quizás por mi ideología y mi pensamiento, me hubiese gustado más interpretar a Clara Campoamor, pero he llegado a entender a Victoria Kent.
–Desde la perspectiva actoral, tiene que ser un privilegio interpretar a alguien con un conflicto interno como el suyo.
–M.M.M.: Pobrecita. Yo tengo que reconocer que he empatizado con ella. Y eso que, con la perspectiva del tiempo, es muy difícil. Cuando hago el discurso de 1931, tengo que modular varias emociones, porque ella es muy contundente en decir algunas cosas y otras le salen desde dentro, desde su fervor republicano.
–Paco, en la presentación del docudrama, definió el debate como “fuerte y acalorado”.
–P.C.: Sin duda fue un debate muy duro. Los que vayan a ver la obra, podrán comprobar cuál era la ideología machista de la España de esos años. Poco antes, incluso, se llegaba a dudar de que la mujer tuviese alma. En el debate se escucharon frases brutales, como que “la mujer es un animal de cabellos largos e ideas cortas”. Son una serie de cosas que nos hacen reflexionar profundamente sobre la ideología de aquellos tiempos, pero también sobre el avance que hemos conseguido en 85 años. La obra es muy interesante y creo que debería verla todo el mundo.
–En ese sentido, la obra quizás pueda concienciarnos de que aún existen estigmas sociales a los que tratamos con la normalidad suficiente para evitar que podamos pensar en cambiarlos.
–M.M.M.: Haciendo un paralelismo de fechas, es cierto que en aquel momento se consiguió mucho, pero la lucha debe continuar, porque aún hay multitud de casos de desigualdad de género. Parece que ya está hecho todo, pero todavía quedan muchos pasos que dar.
–¿Hay algún público en especial al que se dirija la obra?
–P.C.: La juventud, sobre todo en el ámbito universitario, debería conocer perfectamente esta historia. Además, creo que les animará a profundizar en el estudio de los personajes y en ese período de la historia, con lo cual se ampliará muchísimo su formación. No obstante, yo quiero invitar a cualquier persona de cualquier ideología, puesto que, en aquella sesión, los que estaban a favor de conceder el voto a la mujer eran los partidos de derechas, en contra de los de izquierdas, por aquello de que las mujeres estaban educadas en el confesionario y la cama, e iban a votar en contra de la República.
–M.M.M.: Lo que se dice en la obra es literal. Todavía en los ensayos, cuando escucho a los diputados diciendo algunas de sus frases y comparando a los caballos con las mujeres, se me hace un nudo en el estómago. Y sé que eso se puede trasladar, porque las mujeres que vieron la obra la primera vez que la representamos no podían quedarse impasibles ante algunas afirmaciones que, no olvidemos, son literales.
–¿Se nota desde el escenario esa repulsa por parte del público?
–P.C.: No sólo eso. Al término de algunas de esas frases, el público murmura exaltado. No pueden callar y comentan con el de al lado “Pero bueno, ¿has oído eso?”
–¿Cómo fue la documentación para la redacción de la obra?
–P.C.: Yo obtuve la información en un viaje a Zaragoza, porque un grupo de profesores, para explicar este tema a sus alumnos, realiza un despliegue tremendo, con una semana de conferencias. Yo recopilé toda esa documentación y la puse en escena. Hay cosas que faltan. Se ha extractado lo más significativo, excluyendo muchas barbaridades y sin dejar de poner otras que hubieran sido de interés. La obra tiene tres partes: una de debate entre diputados antes de oír a las dos senadoras, el discurso de las mujeres y una última en la que pasamos al proscenio y explicamos de modo didáctico el contexto histórico.
–Es la segunda vez que representan el docudrama.
–P.C.: El decano del Colegio de Abogados consideró que podía ser un acto más del programa de actividades de su patrona. Ha costado mucho trabajo, porque hemos tenido que reponer a seis actores por diferentes motivos. Hablamos prácticamente de la mitad del reparto y ahí tenemos el nerviosismo que siempre hay a la hora de preparar una obra con tan corto espacio de tiempo. Yo confío en ellos, porque son personas con grandes capacidades. En Melilla hay muy buenos actores, tenemos una ciudad llena de arte.
–M.M.M.: Hay gente que nos dijo que cuando se representase de nuevo la obra, volverían; y otras personas que no pudieron asistir en su día, tienen la oportunidad de hacerlo ahora.
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