El Gobierno de Pedro Sánchez y Podemos ha querido tapar la vergüenza de los indultos a los presos del procés con el fin de la obligatoriedad del uso de la mascarilla y la bajada del IVA a la factura de la luz.
Pero tras el anuncio con bombo y platillo de ambas medidas, nos enteramos de la letra pequeña que las acompaña y comprobamos que esto tiene más trampas que una película de Jackie Chan.
Para empezar, a partir de este sábado vamos a poder quitarnos la mascarilla en exteriores siempre que tengamos un metro y medio de distancia con otra persona. Eso, en mi opinión, es subjetivo y viene poco menos que a convertirse en una rectificación en toda regla.
Evidentemente, la aplaudimos porque las cifras de aumento de contagios de coronavirus entre jóvenes en Barcelona y el hallazgo de trazas de la variante Delta (procedente de la India) en aguas albañales de La Coruña, demuestran que tenemos que andarnos con pies de plomo si no queremos enfrentarnos a una nueva ola de la pandemia del coronavirus.
Muchas autonomías, como Melilla, habían anunciado que levantarían la obligatoriedad de la mascarilla en julio y el Gobierno central se dio prisa para anotarse el tanto. Sin embargo, no se esperaban que más de la mitad de los españoles rechazara una medida que aplaude apenas un tercio de la población.
El Gobierno central no ha captado el mensaje. Los españoles hemos sufrido muchísimo con la pandemia de la Covid-19 y tenemos miedo porque aunque casi la mitad del país está vacunada, nos quedan los niños sin inmunizar y eso nos preocupa. Que no tengan perfil de riesgo hasta ahora no significa que el virus no mute y empiece a afectarlos. Por eso nos pareció precipitado dar por acabada la tragedia.
En cuanto al IVA de la luz, el Gobierno ya ha aclarado que lo rebajarán con condiciones. O sea, bajará del 21 al 10% sólo de aquí a fin de año siempre que el precio supere los 45 euros el MW. Ojo: lo primero que hay que tener claro es que esto es pan para hoy y hambre para mañana porque a partir de enero, volvemos a chupar candado.
Lo segundo, ¿cómo se entera el consumidor de que el precio del megavatio supera los 45 euros y que por tanto pagará menos de luz ese mes? Y lo más importante, ¿cómo afecta eso a Melilla? Porque aquí nosotros no tenemos IVA, pero sería injusto que no nos tocara también una rebaja como al resto de españoles.
En fin, que los socialistas están metidos en un berenjenal de apaga y vámonos. El único que ha salido a decir que no está de acuerdo con la bandera de la concordia en la que se ha envuelto Pedro Sánchez es Emiliano García Page, el presidente de Castilla-La Mancha. El resto de barones y baronesas, que preparen los papeles del paro porque esta pildorita es difícil de tragar cuando a uno le duele España. El PSOE se la va a pegar en las urnas. De que se la pega, se la pega.
Sánchez ha indultado a los presos del procés con el criterio en contra del Supremo y ha sido dejarlos en libertad y que saltara inmediatamente Otegi pidiendo también indulto para los etarras. Y ahora no sabemos qué va a pasar con Puigdemont y con los huidos. La tormenta, lejos de amainar, está en todo su apogeo.
Hay que sentarse con palomitas a ver las reacciones de PP y Vox, uno pidiendo adelanto electoral y el otro intentando otra moción de censura. Y mientras tanto no se habla de la lluvia de millones de los fondos europeos que deberían habernos caído ya de golpe y porrazo. Ahora parece que los primeros 9.000 millones llegarán en julio en cuanto se apruebe el famoso Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Toda España está pendiente de esos millones del fondo europeo, especialmente Melilla donde, según el PP, el Gobierno local no para de endeudarse. Pobre del que gane las próximas elecciones. En lugar de una vara de mando en el Ayuntamiento encontrará una púa clavada en la mesa.
La pandemia nos ha dejado tocados. Menos mal que la Roja ayer goleó a Eslovaquia y nos subió un poco la moral porque con todo lo que está pasando en este país no damos abasto. Y por si fuera poco, el presidente colombiano ha anunciado que revisará la conveniencia de retirar estatuas de conquistadores españoles que ocupan lugares emblemáticos de Bogotá para evitar los ataques del movimiento indigenista que sigue sin superar la conquista de América.
Ese es el problema de América Latina, que no consigue hacer borrón y cuenta nueva. Todavía siguen achacando las desigualdades y los problemas de corrupción a Cristóbal Colón y a Diego Velázquez. Así no van a salir nunca de la miseria. En menos de 50 años, los alemanes superaron la destrucción de la guerra y el terrible impacto que el holocausto provocó en el pueblo hebreo. No se trata de olvidar. Se trata de superarlo. Una cosa es que las víctimas tengan en sus narices una estatua de Franco, cuando aún no hemos recuperado todos los cadáveres de los españoles asesinados y enterrados en cunetas, y otra muy distinta es que culpemos a Pedro de Estopiñán de la crisis económica de Melilla.
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