España ha gastado más de 22.000 euros diarios entre 2005 y 2013 en la instalación y el mantenimiento de sus 18,7 kilómetros de vallas en las fronteras de Melilla y Ceuta con Marruecos, según un informe de Amnistía Internacional (AI) hecho público ayer.
Éste es uno de los datos recogidos en el estudio ‘Miedo y vallas. Los planteamientos de Europa para contener a las personas refugiadas’, que revela que los Estados miembros de la Unión Europea han destinado más de 175 millones de euros a la construcción de 235 kilómetros de vallas en sus fronteras exteriores.
El director de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán, señaló a Efe que ‘España ha sido el primer mal ejemplo europeo en poner en práctica medidas para reprimir la llegada de inmigrantes y refugiados, con la construcción y el refuerzo de las vallas en las fronteras de Melilla y Ceuta’.
Beltrán explicó, además, que allí se cometen “graves violaciones de los derechos humanos” como las ‘devoluciones en caliente’, el uso excesivo de la fuerza por parte de la Guardia Civil con refugiados e inmigrantes o los obstáculos a los procedimientos de asilo, que han llevado a que ningún subsahariano haya podido pedir protección en las fronteras en el último año.
“Impunidad” es la palabra que define la respuesta a estos “abusos” contra los derechos humanos en Melilla y Ceuta, donde durante el año 2014 se han documentado 324 “devoluciones en caliente”, expulsiones sin ningún tipo de procedimiento o garantía, desde España a Marruecos, subrayó el director de Amnistía Internacional.
Por su parte, la investigadora Virginia Álvarez señaló ayer, en declaraciones a Efe, que todas las medidas adoptadas por la Unión Europea para cerrar sus fronteras exteriores han empujado a las personas que huyen de la guerra y los conflictos a elegir rutas cada vez más peligrosas, poner en riesgo sus vidas y acudir a redes de tráfico de seres humanos para llegar a Europa.
España, el triste ejemplo
“España es el triste ejemplo de la fortaleza Europa”, dijo la experta, quien precisó que la política migratoria española se está exportando al resto de países de la Unión Europea que tienen fronteras exteriores.
Sin embargo, la investigadora de Aministía Internacional recalcó que, en vez de detener la afluencia de gente, con las vallas, sólo se ha conseguido redirigir los flujos de refugiados hacia otras rutas terrestres o hacia rutas marítimas más peligrosas.
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