Eso lo sabe toda Melilla

EL ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha admitido en la Comisión de Trabajo en el Congreso de los Diputados que el riesgo de contagio de coronavirus en el Centro de Estancia Temporal de Extranjeros (CETI) de Melilla era “evidente”. Él era consciente y alertó de ello a las autoridades sanitarias. También reconoció que la situación en la Plaza de Toros es “inadecuada”.

Si ha sido fiel a la verdad, entonces hay que concluir que la responsabilidad del contagio descontrolado de COVID-19 en el CETI corresponde única y exclusivamente a las autoridades sanitarias de Melilla que, en nuestro caso, no pueden alegar que no se enteraron porque en temas de atención hospitalaria dependemos directamente de Madrid.

Además, es responsabilidad de la Ciudad Autónoma el estudio, vigilancia y análisis epidemiológico y doy por hecho que no nos hemos saltado ningún Consejo Interterritorial de Salud. Aunque con Melilla, nunca se sabe. Aquí hubo gente que mientras la pandemia avanzaba, estaban de vacaciones como si esto fuera un año normal y, lo peor de todo, como si la situación estuviese bajo control.

La información aportada por Escrivá en la Comisión de Trabajo del Congreso debería utilizarse para investigar qué hicieron las autoridades sanitarias de Melilla una vez que fueron alertadas del peligro de propagación de epidemia que había en el CETI. ¿Tomaron medidas? ¿Cuándo? ¿Cuáles?

No sabemos si hicieron algo, pero si lo hicieron es evidente que no sirvió de nada porque el CETI se convirtió en un foco de transmisión de la pandemia. Lo supimos no porque las autoridades sanitarias locales hubieran hecho un ejercicio de transparencia sino porque el Colegio de Médicos de Melilla hizo pública la denuncia de la doctora del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.

Ella desveló algo inaudito: los enfermos de coronavirus del CETI estaban compartiendo zonas comunes con las personas sanas. Aquello era una locura. Sobre todo porque no se les prohibía que salieran de las instalaciones de la carretera de Farhana y los positivos podían pasear el virus por toda Melilla.

De aquellos polvos vienen estos lodos. Hoy tenemos una tasa de positividad superior, incluso, a la de Madrid y hasta el propio Boletín Oficial de la ciudad publicó, en una de las órdenes anuladas por el Juzgado, que la pandemia está descontrolada.

Cuando el Gobierno central asumía las riendas de la pandemia, con un confinamiento brutal que recordamos todos, nuestros políticos se daban el pego de que estaban haciendo milagros. En cuanto la pelota estuvo sobre nuestro tejado, se cagó la gata.

Tras el fin del confinamiento y la entrada en la nueva normalidad, aquí no había nadie que tomara una sola medida coherente. No hubo anticipación y aquello se nos fue de las manos. Por no recordar el lamentable espectáculo que dieron los miembros del tripartito, adelantándose por la derecha entre ellos mismos para quitarse de encima el marrón de haber decidido colocar el centro COVID en Altos del Real, un barrio considerado un caladero de votos socialistas.

Pues bien, ahora va Escrivá, un ministro independiente nombrado por el PSOE, y desvela que las autoridades sanitarias estaban al tanto de que el riesgo de contagio en el CETI era “evidente”. ¿Habéis escuchado a alguien dando explicaciones? ¿Esperáis escucharlas?

Luego hemos leído a la senadora Sofía Acedo proponer que el CETI de Melilla se convierta en un CIE y entiendo que su propuesta no es fruto de la improvisación, sino de una profunda meditación. En principio, según el Estado, aquí tenemos un centro de primera acogida provisional, donde se dan prestaciones básicas a los migrantes y solicitantes de asilo antes de ser trasladados a la península y mientras son identificados y se les hace un chequeo médico, pasos previos a cualquier cosa que se decida posteriormente sobre cuál es el recurso que más se ajusta a ellos.

Hay mucha literatura en torno a la laguna legal y la polémica que rodea a los CIE, pero digamos que si el CETI de Melilla hubiera sido un CIE de los que dejaron en libertad a todos los migrantes al inicio de la pandemia, habríamos tenido un problema gordo en la ciudad. ¿Qué habríamos hecho con cerca de un millar de personas deambulando por nuestros 13 kilómetros cuadrados, con el puerto y el aeropuerto cerrados?

La senadora no nos ha explicado qué beneficios calcula ella que tendría para la Ciudad reconvertir el CETI en un CIE. Sólo se ha limitado a denunciar que nuestro Centro de Estancia Temporal está desbordado (es verdad); no se están respetando los tiempos de salida a la península (es verdad) y se ha convertido en “un tapón insostenible”, algo que también es verdad. Lo que no dijo Sofía Acedo es que esta situación no es nueva y que aunque al final del mandato de Abdelmalik El Barkani se normalizó la situación, aquí hemos estado mucho peor en tiempos de un delegado del Gobierno del PP. Eso lo sabe toda Melilla, pero a algunos se les olvida.

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