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El esfuerzo del profesorado con la formación online se multiplica durante la pandemia

Han pasado ya más de ocho semanas, dos meses desde que se declaró la pandemia mundial del COVID-19 que llevó a España que decretara el estado de alarma en el que nos encontramos. Los centros educativos fueron los primeros en cerrar sus puertas y el Ministerio de Educación pidió a los claustros de profesores que siguieran ofreciendo la formación de forma online. Durante todo este tiempo los docentes han hecho un esfuerzo titánico para poder hacer llegar la lección a su alumnado fin de garantizarle su derecho a educación por lo menos de forma online.

Al suceder todo de forma repentina, los docentes se vieron en la tesitura de tener que adaptar el curriculum educativo a una nueva forma de educación mediante las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación), y desde un principio han tenido que echar horas y horas en este trabajo para preparar las clases. Las docentes a las que ha consultado El Faro para que cuenten su experiencia aseveran todas que aún a día de hoy el esfuerzo de horas es mucho y que va más allá del horario que tienen estipulado por las mañanas, e incluso que hacían cuando daban clase presencial.

“Yo lo he visto muy complicado. No voy a decir que echemos 24 horas, pero puedes estar muchas horas preparando y buscando materiales que ya no son para dar una clase convencional, sino que son para una clase completamente distinta. Eso es una preparación que nosotros no tenemos hecha porque nunca se había hecho así”, comenta Rosaba García, profesora de Lengua Castellana en Educación Secundaria en el IES Virgen de la Victoria. Hace hincapié en el esfuerzo al que profesorado y alumnado se ha visto sometido desde el principio para solventar la situación con “el parche” de la educación online en esta situación inesperada.

“Lo hacemos porque es el trabajo que nos gusta y porque nos preocupan nuestros niños, pero que se tenga en cuenta que ha sido un trabajo tremendo, por las dos partes, el profesorado y el alumnado, y con los medios que había porque no podemos tampoco hacer otra cosa”, dice la profesora.

Por su parte, Cristina Hernández, profesora de Lengua Castellana y Literatura Universal en Secundaria y Bachillerato en el IES Miguel Fernández, indica también que ha estado echando “el triple de horas” que cuando daba clase de forma presencial. “Hay que estar por las mañanas, por las tardes, y a alguna que otra hora por la noche también, creando materiales, adaptándolos a todas esas plataformas, porque no puedes hacer cien folios, que se los lean los chiquitos y que dentro de dos meses nos volvemos a ver”, dice la docente, que explica que es necesario hacer un seguimiento y cerciorarse de que está llegando toda esa información y que además el alumnado esté asimilando esos contenidos y adquiriendo las destrezas. Todo un trabajo que en el aula es más sencillo para el profesor, indica. Para Hernández echar más horas es uno de los mayores inconvenientes pero reconoce que es una situación a contrapié para todos.

“De cara al curso que viene, si se opta finalmente porque tiene toda la perspectiva de que sea semipresencial o más online que presencial, ya tenemos un trabajo ya hecho y sabremos movernos con más fluidez, pero sí es cierto que hay que hilar muy fino para que tampoco el profesorado termine saturado y que el alumnado tenga las garantías de que recibe la educación que merece”, asevera la docente del Miguel Fernández.

En el caso de Educación Primaria, quien presta su testimonio es Paqui Estrada, tutora de 5º de Primaria en el CEIP León Solá, que cuenta que han estado trabajando de forma coordinada con el resto de tutores y especialistas de ese nivel en el colegio. Para ellos al principio todo les parecía un mundo y vieron un descontrol poder localizar al alumnado, implicarlo, y luego poder contar con un número suficiente de niños y niñas para poder hacer unas clases más o menos completas.

“Lo que parecía que iba a ser un horario riguroso de 9:00 a 14:00 horas se ha convertido en un contacto constante con nuestros peques; ya que tienen dificultades para conectarse a los pocos medios que tienen, en muchas ocasiones son muchos hermanos y tienen que compartir”, expresa Estrada. Según esta docente, tienen un 95% del alumnado en el grupo, aunque entre los que se encuentran activos van variando. “También el Ramadán, en nuestro caso, ha influido mucho; siendo flexibles en cuanto a horarios”, cuenta.

La importancia de la presencialidad

García considera que la formación telemática está bien “como parche” pero que no debería sustituir a la formación presencial en las aulas donde el profesor puede ir resolviendo dudas con el transcurso de la clase. “En la enseñanza presencial, aunque nosotros tengamos clases más masificadas, hay una atención personal: tú te puedes acercar a los alumnos y preguntarles si lo han entendido bien; y sentarte con ellos y volvérselo a explicar”, asegura. Ahora dice que tiene que confiar en que cuando el alumno le dice que lo ha entendido es así, y antes con solo verle la cara podía averiguar el alumno se había quedado con dudas y necesitaba una explicación. Considera que es muy difícil explicar ciertas materias de forma no presencial, sobre todo a los niños y las niñas de niveles más inferiores de Secundaria y Primaria.

Hernández y Estrada coinciden también en que nada sustituye a una clase presencial donde prima el contacto con el alumnado. “Evidentemente la presencialidad es clave, pero lo que he hecho ha sido trasladar mi forma de enseñar en el aula a las plataformas digitales”, señala . Ella ha tenido que multiplicar su presencia por cuatro vías: tiene una web, utiliza la plataforma moodle del instituto, y se ha hecho un canal de YouTube y una cuenta de Instagram donde publica el contenido en vídeos, imágenes o audios para sus alumnos. Se llama Aula HEGO, y desde ahí al colgar los ejercicios pide a sus alumnos que comenten y argumenten acerca de algunas cuestiones de su asignatura. De esta forma, al sumergirse en las redes sociales, las plataformas más cercanas a ellos, ha establecido una comunicación inmediata con el alumnado. Aunque adaptarse al universo de los adolescentes y adaptar el contenido también lleva bastantes horas de trabajo.

“Sí que es cierto que se pierden muchos matices de la presencialidad, es lo que yo echo más en falta, porque uso mucho el humor y tengo que transformarlo para volcarlo en estas redes sociales, creando personajes que son los que explican los temas, y cosas así, para alumnado incluso de Bachillerato”, comenta. Así, Hernandez se dio cuenta de que ha tenido que cambiar el enfoque metodológico de sus clases y algo que le ha servido para cercarse más a su alumnado. Reconoce que en la educación presencial nunca ha tenido problemas, pero tras 18 años dedicados a dar clase, el hecho de tener que innovar y cambiar de enfoque le ha ayudado también personalmente a reconciliarse más con su vocación, la enseñanza.

En Primaria, Estrada cuenta que el medio fundamental con el que han trabajado ha sido Telegram, aunque también han empleado Classdojo para una de las tutorías, que ya la utilizaron antes del confinamiento. En cuanto a especialidades han estado innovando y haciendo que los niños y las niñas disfruten también con los retos que han planteado con actividades de Educación Física, actividades muy visuales en Inglés o prácticas divertidas en Música. Con las asignaturas básicas han intentado hacerlas amenas con el uso de Genially, vídeos personales, Kahoots a modo de concurso, etc. “Hemos tenido que hacernos profesionales en la competencia digital”, indicó la maestra.

Pero es positiva e indica que “lo que parecía ser una odisea en el confinamiento, ha pasado a ser un reto más” para el colectivo docente, y parece agradecida por la respuesta que se ha obtenido por parte de las familias que “están respondiendo siempre en la medida de sus posibilidades”. Para el profesorado de Primaria el contacto humano es muy importante y se ven muy limitados: “Hemos optado por hacer alguna videollamada para sonreírnos; que no es poco y nos reconforta”. Mantienen el hilo de la importancia de la lectura, la oralidad, el pensamiento matemático, el tratamiento de la coeducación, el medio ambiente como pilares de su trabajo; junto con la actividad física y la creatividad en un tiempo en el que se puede desarrollar por las condiciones en las que se encuentran.

Ante la pregunta de si podría ser viable una formación online o mixta el próximo curso, la maestra asegura que estarán a disposición de los eu se decida que sea mejor para mantener las medias oportunas, pero tiene claro que les encantaría “poder estar dando nuestras clases con normalidad lo antes posible; siempre y cuando las circunstancias así lo permitan”.

Falta de alfabetización digital. “No es solo si tienen los medios, sino si saben emplearlos”

Una de las sorpresas que se ha llevado Cristina Hernández en este periodo de clases online es que la frase de que los jóvenes son nativos digitales no es del todo cierta, al menos en el caso de sus alumnos de Secundaria y Bachillerato. "Yo me he encontrado con muchos problemas en ese sentido, porque y ya no es solo una cuestión de brecha digital. No es solo si tienen los medios, sino si saben emplearlos”, explica la docente de Lengua Castellana.

Ese quizá ha sido el escollo más grande que se ha encontrado, ya que ha visto que tenía que explicar a su alumnado cómo enviar un archivo adjunto, que se cercioren de que lo han enviado y no está en borradores, cómo moverse por una página web o cómo buscar en un menú por categorías en un blog. “Cosas que yo había dado por hecho porque en mi caso ya estaba familiarizada con eso y pensaba que le alumnado joven también. Y no es así”, indica. Ella ha adaptado su contenido al entorno digital de los jóvenes a los que da clase en cuyas plataformas digitales les ofrece la explicación automática en un audio o un vídeo.

“A los cinco minutos ya lo han leído o lo han escuchado. He tenido que adaptar mi sistema de trabajo a su mundo y realidad, pero al mismo tiempo intento que ellos vayan avanzando un poquito y que se vayan también familiarizados con estos medios porque es lo que se van a encontrar en un futuro” explica. Cree que quienes tienen la clave de la enseñanza online es la UNED, y es a esta institución a la que se debería pedir consejo, al menos para esos grupos superiores de la ESO y Bachillerato.

Cuando hay un ordenador para todos en casa

Uno de los baches más importantes que se han encontrado en educación es la brecha digital de la que ha dejado constancia la pandemia. La falta de recursos electrónicos ha quedado patente cuando muchos niños y niñas comentaban a sus profesores que no podían trabajar conectarse a cierta hora por la mañana bien porque el ordenador lo ocupaba su madre o su padre para poder teletrabajar o porque tenían que turnarse entre los hermanos que tenían clase a la misma hora.

Rosana García comenta que además del gran esfuerzo que tuvieron que hacer tutores y docentes para amoldarse al las repentinas y nuevas circunstancias de forma improvisada para buscar programas fáciles de manejar y para poder llegar a su alumnado, está el importante hecho de que no todas las familias cuentan con los mismos recursos. “Si en una familia son cuatro hermanos, ¿tienen cuatro ordenadores para que los chiquillos trabajen todos a la vez de 12:30 a 14:30 horas? No es realista, porque luego también hay padres que teletrabajan”, subraya la docente.

No solo se trata de falta de ordenadores, también de otros recursos electrónicos como impresoras o escáneres para poder recibir en físico las tareas y después poder enviarlas. De este hecho también se han quejado muchos padres que se han vieron al principio del confinamiento escapándose a las papelerías para poder imprimir y enviar las tareas de sus hijos. Además, García comenta que resulta difícil trabajar con fotos de ejercicios, las cuales en algunas ocasiones pueden verse mal por la calidad de la foto o no se haya tomado la imagen entera. En los casos de asignaturas con gráficas como Matemáticas los alumnos podrían pasar mucho tiempo con los ejercicios.

Al pensar como ha sugerido el Ministerio de Educación en una formación semipresencial, por su parte Rosana García indica que la falta de recursos evidenciaría aún más la brecha socioeconómica de las familias, entre aquellas que pueden y las que no pueden permitirse medios electrónicos para hacer las tareas telemáticas y para permitirse un profesor particular que refuerce las clases online.

“Hubiese sido más fácil, en nuestro caso, si nuestras familias hubiesen contado con más recursos para que todos los hermanos hubiesen podido trabajar de forma óptima; pero hay que adaptarse a lo que se tiene y hacerlo lo mejor que se puede”, expresa Paqui Estada, docente del CEIP León Solá.

Asimismo, también la falta de recursos por diversas circunstancias también afecta a docentes ya que desde que se decretó el confinamiento del estado de alarma por el virus había pillado a todo el mundo con los recursos que ha tenía en casa y si le había pillado con una sola tablet en casa, como cuenta García que le ha pasado a un compañero, tenía que dar clase y escribir con este dispositivo.

En definitiva, todo ha sido muy improvisado, pero si de cara a un próximo curso tuvieran que continuar con el modelo de formación online, dadas las circunstancias de falta de recursos por parte de todos, la docente cree que debería ser el Ministerio el organismo que se encargue de dotar a profesorado y alumnado de los medios informáticos pertinentes a fin de poder garantizar la educación. Aunque entiende que eso también supondría mucho presupuesto.

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