Javier Andrés Pavón, que necesita este tipo de sillas para moverse, denuncia que muchos comercios se reforman y no construyen una rampa de acceso
Javier Andrés Pavón se mueve como pez en el agua por la ciudad con su silla de ruedas. Claro, siempre que le dejan, ya que en muchas ocasiones, ir en este ‘vehículo’ supone vivir grandes aventuras. Obras que no están bien señalizadas, andamios que no dejan espacio para pasar por debajo y debe rodearlos, rebajes de la acera que se quedan a cinco centímetros de tocar el asfalto y no se pueden subir, vehículos que aparcan (‘sólo cinco minutos’) en un paso de peatones donde hay una rampa... Como un Indiana Jones de Melilla va sorteando todas estas pruebas para conseguir llegar al tesoro, que en ocasiones, es hacer la compra y en otras, dar un paseo tranquilo por el centro de la ciudad. Reconoce que la situación para las personas que van en silla de ruedas ha mejorado mucho en los últimos diez años, pero insiste en que es preciso continuar haciendo Melilla más accesible. Un muro para una persona que puede caminar es una pared de un metro y medio. Para él, son cinco centímetros de bordillo. En ocasiones es la causa de que tenga que ir por la carretera, con lo rápido que circulan los coches en la ciudad, hasta que encuentra un paso de peatones u otra rampa por la que sea fácil subir con su silla. Una compra, sin escalones Pavón afirma que los problemas surgen en la calle, ya que su casa está perfectamente adaptada a su silla de ruedas. Las puertas son más amplias y las habitaciones más cuadradas para que al dar la vuelta no se lleve por delante los muebles. En los barrios se está rebajando la acera y se hacen rampas que coinciden con los pasos de peatones. Eso ayuda, porque no puede correr para pasar de un lado a otro de la calle si viene un coche. Al menos, con un paso de cebra, el conductor intuye que debe bajar la velocidad de su vehículo. No sólo las aceras y la falta de rampas son los primeros muros con los que se encuentra en un día cualquiera. Están esos coches que aparcan sobre la acera ‘unos minutillos’ para hacer un recado. A él le toca esperar hasta que el conductor quita el vehículo del medio. También impiden su paso los andamios de muchas obras de la ciudad. No hay hueco para pasar por debajo. Cualquiera puede optar por bajarse de la acera y caminar ese trozo de calle por la carretera, pero no Pavón. Debe volver a un lugar en el que haya una rampa y cruzar a la otra acera. Pero sin duda, lo que más molesta es ese comercio que acaba de abrir sus puertas, pero al que no puede acceder porque no tiene una rampa. Afirma que es increíble que las empresas que se reforman no hagan más accesible sus instalaciones. Comprar alimentos, ropa y otras cosas se vuelve también una aventura cuando los comercios tienen escalones en su entrada. ¿Y si coge el coche para moverse por Melilla? Pues tiene que buscar un aparcamiento especial para minusválidos, ya que son los más amplios para poder salir sin dificultad de su vehículo. Cada vez son más, y por esa parte está contento. Los problemas empiezan cuando alguien ha puesto su coche en esta plaza también con la excusa de que son cinco minutos lo que va a estar ahí. Ni al notario ni al cine Aunque sin duda, una de las anécdotas curiosas de su vida es que cada vez que necesita ir al notario, este profesional debe salir a la calle para que Pavón firme los documentos. El edificio en el que el notario tiene su despacho es totalmente inaccesible para él. Esto también pasa con algunas consultas médicas. Cuenta con un seguro privado y en más de una ocasión ha tenido que ir a la sanidad pública porque el especialista que necesitaba tenía su despacho en un edificio sin rampas de acceso y ascensor. Otra de las aventuras en las que se embarcó hace unos años fue demandar que en el cine hubiera una rampa de acceso. Durante un tiempo, estuvo instalada una de madera, pero la inclinación era muy elevada y no había forma de subir con la silla de ruedas. Afirma que la fachada del Cine Perelló está protegida y no se puede modificar, así que sólo puede disfrutar de las películas en pantalla grande cuando las programa el teatro Kursaal durante la Semana de Cine de Melilla. ‘Pinceladas sobre ruedas’ es el nuevo proyecto que ha iniciado Javier Andrés Pavón. Ha creado una página en Facebook y en Youtube con este nombre para mostrar a través de fotografías y de vídeos las dificultades que tiene una persona en silla de ruedas para moverse por la ciudad y también para recoger las buenas prácticas de la Administración o de los empresarios que piensan en este colectivo cuando reforman una calle o un negocio. Con todo este material quiere organizar una serie de charlas en los colegios para el próximo curso. La idea es que los escolares vean ‘normal’ una silla de ruedas. Con esta iniciativa pretende concienciar sobre la importancia de hacer accesible la ciudad para todos los melillenses y también mostrar que una persona en silla de ruedas puede hacer todo lo que se proponga.