Irene Golden, una “superviviente de las artes”, asegura que el relato premiado con el ‘Encarna León’ narra esas rutinas que esconden a mujeres con sueños y deseos desconocidos
Irene Golden es lo que se llama una profesional “multidisciplinar”. Es actriz, guionista, escritora y directora de teatro. Afirma que esto se debe a que en el mundo de las artes está todo muy relacionado y una pintura te lleva a crear una historia y al revés. Ella es la ganadora de este año del certamen de relato corto ‘Encarna León’. Tiene un gran número de reconocimientos de este tipo, pero nunca había obtenido un ‘Encarna León’. De hecho asegura que es la primera vez que se presenta al concurso. Tomó esta decisión porque tiene mucho prestigio y deseaba contar con este galardón en su curriculum. Pero no pensó que su obra ‘La vida empieza en 0’ ganaría. “Ha sido un sorpresón”, asevera a El Faro. Además, otro de los motivos que la llevaron a presentar su relato fue el premio metálico, destaca que es de los más cuantiosos de toda España. Recibirá por su obra 3.000 euros y además, será publicada el próximo año junto a una selección de otras historias elegidas por el jurado.
Golden Ruiz explica que se siente cómoda con el relato corto porque es de las que piensan que “una historia dura lo que dura” y no hay por qué alargarla.
–¿Qué significa ‘La vida empieza de 0’?
–Es una historia muy real. Hace un homenaje a lo mínimo, a las cosas que vamos pasando por alto de nuestras madres, abuelas y de mujeres de mi edad que tienen una vida muy rutinaria. Damos por hecho que ellas son así, sin llegar más allá, cuando dentro de esas personas hay muchos sueños y deseos que obviamos e ignoramos.
–El jurado explicó que el relato tomaba las palabras del diccionario de María Moliner para enlazar las ideas. ¿Cómo se le ocurrió este tema?
–Imparto talleres de creación literaria tanto en grupos mixtos como sólo de mujeres en centros específicos. Cuando trabajo con mujeres, la creación se aborda desde la libertad y casi como una terapia, el poder expresar esas cosas que tienen guardadas. A través de esos talleres, doy herramientas para poner en valor la palabra. Muchas veces hablamos de mujer y se queda en el concepto. Luego te das cuenta de que todo nuestro mundo se conforma con palabras. De ahí viene un poco la idea de usar el diccionario en el relato, donde una mujer recorre todas la palabras de su mundo y del mundo.
–¿Hay alguna palabra especial para usted?
–Hay muchas. Pero hay tres especiales, como son sueño, libertad e identidad. La historia es una búsqueda de lo que yo quiero, lo que sueño, lo puedo conseguir y lo que me permito hacer. En el fondo, la protagonista lo que hace es buscarse continuamente a través de las palabras.
–Es escritora, lleva a cabo talleres de creación literaria, es directora de teatro y guionista.
–Soy una superviviente de las artes (risas).
–Precisamente eso quería preguntarle. ¿Todo esto viene porque comienza como escritora y busca otros medios de supervivencia o la creatividad te lleva a otras profesiones?
–La verdad es que cuando te metes en este mundo, la palabra que está tan de moda ‘multidisciplinar’, se hace realidad. Las artes se tocan. Te inspiras con un cuadro, una escultura... En el mundo de las artes plásticas y las letras están muy unidos porque al final te inspiran muchas creaciones para construir relatos.
–¿Es directora de teatro porque dirige a sus actores como marca los pasos de los personajes de sus obras?
–Claro. Por eso me gusta mucho el teatro porque la construcción de personajes es muy seria y se afronta de una gran profundidad. Cuando construyes un personaje habla solo, descubres sus palabras y su forma de contar lo que le sucede. La dramaturgia y la literatura están muy unidas con el trabajo actoral porque al final tus personajes son tus actores sobre el papel y lo único que cambia es el soporte.
–¿Cuándo comenzó a escribir? ¿Siempre ha estado relacionada con el mundo de la escritura?
–Siempre. Desde pequeña. Mi familia es de clase media. Pero mi madre siempre le dio mucha importancia a la lectura. Mis recuerdos están unidos a un proceso que yo odiaba. Me puse mala y todos los jueves tenía que ir a pincharme. Entonces, el regalo por portarme bien era un cuento. He crecido con cuentos.
–¿Qué claves da a otros escritores para introducirse en el mundo de la narración?
–En realidad en los talleres se juega con el lenguaje y a través de esos juegos salen palabras muy personales. Vemos qué hay detrás y qué queremos decir. Los relatos que creas primero son muy personales, pues se trata de que te acerquen a lo que has vivido. Más tarde puedes dejarte entrar en la ficción y perderle el respeto a contar historias. No podemos olvidar que la imaginación está por encima de las reglas.
–¿Por qué apostar por los relatos cortos?
–Porque me encantan. Los relatos me apasionan porque tienen una complejidad tremenda. Es muy complicado y además está infravalorado por las editoriales.
–Le dan preferencia a las noveles cuando un libro de relatos encajaría mejor en el día ajetreado de los ciudadanos.
–Sí. Un libro de relatos ofrece varias obras y habrá alguno que te guste más o menos y en cambio, una novela no sabes cuándo va a arrancar la historia y al final, por remordimientos te lees una obra que no te ha calado tanto. El relato es complicado de hacer porque tiene los mismo pasos de una novela, pero midiendo el tiempo de los personajes y de la narración. Que las editoriales apuesten por la novela está muy bien, pero debería haber un hueco para los relatos cortos. De hecho, la mayoría de los premios literarios que se convocan son de relatos y no de novelas.
–¿Sería una buena forma de acercar la literatura a los jóvenes?
–Sin duda. No hay grandes lectores. No sé en qué momento se pierden. Aprendemos a leer en la escuela y luego hay un salto enorme y se deja de leer. Insisto no sé en qué momento se pierde a ese lector. Hay que encontrar fórmulas y temáticas que preocupen e interesen a los jóvenes.
–Para finalizar, ¿qué proyecto tiene entre manos? ¿Dirección, guionista o escritora?
–Ahora estoy escribiendo un libro por encargo sobre la sierra de Cádiz y la gastronomía de la zona. Además, estoy arrancando con mi primera novela ‘cortita’. A ver si la acabo porque estoy acostumbrada a escribir en corto y me cuesta alargar las cosas. Además creo que la historia tiene que durar lo que tiene que durar y no se puede alargar un libro hasta las 300 páginas. Es una vulgaridad relacionar la calidad de una obra con el número de páginas. En este siglo se tienen que valorar otras cosas.