Opinión

Es una mentira

En la jornada de ayer, la Eurocámara votó un resolución, impulsada por Ciudadanos, para condenar la utilización de menores en la entrada masiva que se produjo a mediados del pasado mes de mayo en la ciudad hermana de Ceuta.

Una resolución que, desde luego, se ha acordado entre populares, socialistas, liberales y verdes. Una resolución que, por supuesto, ha intentado dejar muy claro a Marruecos que en los conflictos diplomáticos, como el que se mantiene con España, los asuntos se deben resolver por las vías establecidas normalmente en política exterior y no con medidas de fuerza como la que sucedió.

Explicarle a Marruecos una situación de este calado es imposible porque la utilización de personas es una constante del país vecino en sus relaciones con España. Ejemplos hay muchos y el primero fue la conocida como Marcha Verde en el año 1975 cuando Hassan II decidió recuperar el Sáhara y las tropas españolas se encontraron con una multitud de decenas de miles de personas que cruzaron el país y se adentraron en el Sáhara. Una presión que se sabía en Marruecos que no iba a suponer disparos por parte de las tropas españolas.

Luego, a lo largo de los años, resulta que cuando Marruecos ha querido ponerse bravo con España por cualquier motivo ha utilizado dos sistemas: dejar la salida de pateras desde sus playas para que inmigrantes marroquíes y subsaharianos llegaran a las costas de la provincia de Cádiz o a las Islas Canarias o bien han mirado hacia otro lado para permitir la entrada de subsaharianos en Melilla y en Ceuta a través de las respectivas vallas fronterizas.

Y ahora una pruebas más con la entrada masiva de marroquíes, la mayor parte de ellos engañados, de manera indiscriminada en la ciudad hermana de Ceuta.

Por tanto, que la Eurocámara le diga a Marruecos que no utilice a los menores para resolver conflictos diplomáticos es un asunto que en el país vecino se lo pasan por donde todos sabemos. No les importa y lo seguirán haciendo porque al final son unos temerarios y continuarán utilizando el chantaje para todos sus actividades.

Uno de los enfados mayores de Marruecos es su acusación a España de llevar hasta el Parlamento europeo el conflicto que ellos entienden que solamente es bilateral. Ahí es donde se equivocan de manera clara porque sucede que las fronteras de Melilla y Ceuta son las fronteras de la Unión Europea. No son únicamente las fronteras de España sino de una organización política, social y económica que se llama Unión Europea formada por veintisiete países.

Una cuestión distinta es que todas las barrabasadas realizadas por Marruecos en las fronteras de Melilla y Ceuta nunca hayan tenido una respuesta en condiciones por parte de Bruselas o del Parlamento, como ha sucedido en esta ocasión. Desde luego, no están acostumbrados para nada.

Pero aún en el tema de los menores todavía queda por hacerse una reflexión en este sentido y es la orden dada por el rey Mohamed VI a los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Interior para que pongan en marcha el regreso de los menores marroquíes a sus país, pero no solamente los que se encuentran en Ceuta después de la entrada masiva de mediados del mes de mayo, sino todos lo que se encuentran por Europa.

Una declaración en este sentido por parte del jefe del Estado de cualquier otro país sería para tenerla en cuenta, pero no la de Marruecos porque no deja de ser un fuego de artificio para quedar bien. Marruecos nunca se ha preocupado por recibir nuevamente a sus menores y en caso de Melilla y Ceuta, los expedientes que se han ido cerrando, al final han sido rechazados por parte de los respectivos consulados. Es una verdadera falacia que, al final, cuando pase un año y se haga el balance oportuno veremos cuántos han podido volver a su país de origen. Nos pueden sobrar los dedos de una mano.

Por tanto, todas estas aseveraciones sobre la entrada de estos menores nada más que tiene una conclusión muy clara: a Marruecos realmente le importa verdaderamente un pimiento la resolución del Parlamento europeo y continuará haciendo lo que le de la gana.

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