El responsable en Melilla, Manuel Soria, aclara que para eso están la Policía Local y los inspectores. El partido ecologista Equo aseguró ayer a El Faro que han detectado la venta de pescado que no cumple los requisitos de tallas mínimas en algunos bares de la ciudad. Sin embargo, desde la formación, su máximo responsable en la ciudad, Manuel Soria, explicó que no denunciará porque “para eso están la Policía Local y los inspectores” de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social.
“No vamos a hacer una denuncia porque no es nuestra función”, recalcó Manuel Soria.
Equo ha hecho estas declaraciones a El Faro para responder al presidente de los hosteleros melillenses, Hassan Amaruch, que se mostró sorprendido con las acusaciones que el partido hizo a través de este periódico a los bares por vender atún rojo inmaduro.
Ayer Soria explicaba a este diario que se trató de un malentendido. “No me refería a que se vendiera atún rojo inmaduro en los bares, sino a que algunos bares, no todos, venden pescado que no alcanzan las tallas mínimas”, subrayó a este periódico.
Para explicarse mejor, el responsable de Equo puso como ejemplo la venta de algún tipo de chanquetes, caballas, salmonetes y boquerones inmaduros. “Es típico de Melilla pedirse chanquetes de tapas. Yo no me lo pido. Hay alguno que es legal, pero la mayoría no lo es”, indicó.
En todo caso, desde Equo destacan que no se trata de acusar a nadie, porque reitera, no ocurre en todos los bares, sino de que la gente se conciencie de que éste es un problema no sólo del que vende el pescado de tallas mínimas, sino también del que lo consume.
Así responde de alguna manera al presidente de los hosteleros de la ciudad, que le recriminaba que no pusiera nombre y apellidos a los bares que incumplen la normativa y venden pescado de tallas mínimas. De hecho, Amaruch insistió hasta la saciedad en que el sector no compra pescado a vendedores ambulantes y que adquieren sólo lo que está disponible en la plaza de abastos.
Animan a denunciar
La negativa de Equo a denunciar el consumo y venta de pescado de tallas mínimas en bares y restaurantes de la ciudad le lleva la contraria a la consejera de Bienestar Social, María Antonia Garbín, que el pasado fin de semana animaba a los melillenses a denunciar la venta de atún rojo inmaduro o que no cumple con los requisitos de tallas mínimas (115 centímetros de largo y 30 kilogramos de peso).
Garbín afirmó a El Faro que los inspectores de la Ciudad Autónoma no han detectado ningún caso en los que se estuviera vendiendo atún inmaduro en Melilla.
Sin embargo, los ecologistas de Guelaya enviaron el viernes pasado un escrito acompañado de fotos a la Consejería de Medio Ambiente para denunciar que se está vendiendo atún rojo inmaduro en las calles y plazas de abasto de la ciudad de Melilla.
De hecho, comerciantes del Mercado Central aseguraron a El Faro que hace poco menos de un mes se presentaron en la plaza inspectores de Madrid acompañados por agentes del Seprona (Servicio de Vigilancia de la Naturaleza de la Guardia Civil) para advertirles de que no se puede vender ni atún rojo inmaduro, ni pez zorro ni aguja del Mediterráneo. El mensaje les ha quedado meridianamente claro, aunque reprochan que se les controle a ellos, que pagan sus impuestos y su Seguridad Social, y se haga la vista gorda con los vendedores ambulantes.
Este punto lo rechazó rotundamente el consejero de Seguridad Ciudadana, Javier Calderón, apelando a los números de decomisos que lleva a cabo diariamente la Policía Local en las afueras de los mercados. Incluso se comprometió con El Faro a aportar cifras que den fe de los decomisos.
Como publicó este periódico, veterinarios de la ciudad han reconocido que el atún rojo inmaduro entra a Melilla por la frontera de Beni Enzar. Ellos sólo se encargan de certificar que el pescado es apto para su consumo porque, según explicaron, quien tiene que parar la entrada de atún rojo inmaduro desde Marruecos “sabe lo que hay”.
Ecologistas de Guelaya han afirmado a El Faro que están a la espera de que el Seprona tome cartas en el asunto. De momento, creen que ha sido un paso de avance el que los propios veterinarios reconozcan que por Beni Enzar entra pescado que no cumple con la normativa europea. Desde Guelaya creen que detrás de tanta permisividad está el temor a que Melilla se quede sin pescado.