Categorías: Cultura y Tradiciones

Entre puntadas y amigas, por la tarde

Entre puntadas de hilo fino y amigas. Así se encuentran cada tarde las costureras y camareras de la Cofradía del Cautivo y Rocío.

Reunidas en la Casa Hermandad, situada junto a la parroquia de Santa María Micaela, este grupo de seis mujeres atiende a El Faro entre el zumbido del punteo de la máquina de coser. Cuentan que llevan trabajando de cara a la Semana Santa mucho tiempo y ahora se encuentran en los últimos toques, aunque “el mismo día de la salida segundos antes te vienen para que le arregles algo”, explica Paqui Castillo.
Entre otras piezas, se encuentran dando los últimos retoques a uno de los estrenos de este año. Se trata de unas dalmáticas brocadas para los ciriales de la Virgen del Rocío. Rápidamente, Paqui, que es la camarera de la imagen mariana, recoge una de estas piezas de la procesión del Cristo que ya están acabadas.

Entre telas
“Se corta la tela de damasco, se pone el forro y una entretela gorda que lleva debajo”, explica la camarera sobre la realización de este traje. Un trabajo muy cuidado y meticuloso, “las costureras están quitando todos los hilvanes y yo estoy terminando el cuello, para ahora ponerle los broches que lleva”, relata.
Además de las dalmáticas, también están dispuestas para arreglar y realizar las túnicas de los nazarenos, así como los arreglos pertinentes en los trajes y telas tanto del Cristo como de la Virgen.
Encarni Guzmán es la camarera del Cautivo, “junto con Pili”, dice ella. El trabajo de una camarera es preocuparse porque las imágenes estén siempre “en condiciones”, explica. “Pili y yo somos las encargadas de limpiar, preparar, vestir al Cristo, un trabajo que nos puede llevar un día o dos, depende del año”, relata.

Vestir a la imagen
El pelo del Cautivo es natural, pero lo que hacen cada año es peinarlo. “No solemos quitárselo, desde que soy camarera sólo se le ha quitado un par de veces, para que los curas lo laven”, argumenta. Este momento y el de vestir la imagen es el más íntimo de la cofradía. “Es muy íntimo, te lo encuentras cara a cara, hablas con él”, cuenta emocionada al recordar a su Cristo.

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