Ni España ni Melilla se paralizaron ayer, aunque el inicio de la semana resultó duro, por la resaca inevitable tras la borrachera de alegría que nos brindó ‘La Roja’. Un entusiasmo general que, en este pequeño terruño africano, nos hermanó más que nunca con la vecina Nador, donde la fiesta y los cláxones también se impusieron una vez que España se proclamara campeona de los Mundiales de Fútbol.
Ayer, entre el regocijo por la merecida copa y la recepción en Madrid de los héroes de Sudáfrica, el país entero, por supuesto Melilla incluida, siguió disfrutando de unos Mundiales que se nos han quedado grabados a todos para siempre y que nos han reportado algunas de las mayores dichas colectivas de toda nuestra vida.
Pero el día a día prosigue y, entre tanto nos animamos a copiar de ‘La Roja’ su laboriosidad, tenacidad y paciencia inteligente, nos adentramos en un verano que en Melilla sigue resultando espeso y duro, ya no sólo por el bochorno del persistente Levante, sino por las muchas noticias políticas desagradables, caso del injusto cese de Francisco Avanzini.
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