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“Entre funcionario y político, me quedo con funcionario”

Tras más casi 30 años en el área de Medio Ambiente –primero como técnico y luego como responsable político- Gavilán hace balance de su larga etapa profesional de forma satisfactoria y analiza también su etapa en la UNED. Adscrito a la Administración local desde el año 82, ha participado desde los inicios del desarrollo de la política medioambiental en Melilla. Durante los últimos ocho años ha sido consejero de Medio Ambiente pero en los ocho anteriores ya fue el director general del mismo departamento y antes jefe de servicio, gracias a las oposiciones que aprobó en 1976 y a su formación como doctor ingeniero agrónomo, ingeniero también especializado en electricidad y construcción, y diplomado además en Sanidad.
Ramón Gavilán, padre de ocho hijos, granadino de nacimiento pero melillense tras casi 40 años de residencia en esta ciudad, ha abandonado la política activa en primera línea y sólo se mantendrá por ahora como director del centro local de la UNED. También se jubila como alto funcionario de la Administración local. El presidente de la Ciudad se ha despedido de él poniéndolo como ejemplo de “buen profesional y buen político. Hacen falta muchos ramones gavilán en Melilla”, dijo Juan José Imbroda en el discurso del acto de toma de posesión del nuevo Gobierno local. En la presente entrevista, analizamos con Ramón Gavilán su paso por la Ciudad Autónoma, primero como funcionario y luego como consejero de Medio Ambiente.
-¿Cómo valora su larga etapa en el departamento de Medio Ambiente?
-Para mí ha sido muy significativa. Primero estuve un largo período como funcionario y luego por compromisos personales con Juan José Imbroda caí en la política. Ha supuesto muchísimo trabajo y aunque las comparaciones sean odiosas, entre funcionario y político me quedo con funcionario. Pero como político creo que ha sido también una etapa buena, que en cierto modo ha supuesto culminar mi carrera iniciada como técnico de la Administración Pública. He formado parte de equipos de gobierno de los que he aprendido cosas nuevas; he estado con gente joven y se me han pegado cosas de la juventud, como la  forma de estar o de ver la vida, que me han venido muy bien y que me han hecho ver otras perspectivas.
-¿Qué opina de Juan José Imbroda?
-He conocido a muchos alcaldes y presidentes de Melilla y todos tienen su cosa, pero Juanjo Imbroda tiene algo especial: tiene muchas ideas y sabe manejar muy bien la política y los tiempos de la política. Siempre cumple con lo que programa y nunca nos ha dejado de la mano. Todas las semanas teníamos una reunión con él y yo siempre decía “venga Juanjo, que nos vas a examinar”. Es obsesivo en cumplir plazos. He trabajado como un negro, las cosas como son, pero ha sido una etapa para mí muy buena.
-¿Por qué no ha querido continuar en la primera línea de la política activa?
-Ya tengo 70 años y no aspiro a quedarme un día tieso en la silla del despacho. Pero el que yo me vaya no significa que por eso deje de estar. Quizás yo hubiera querido seguir y el presidente hubiera dicho que no. Mi intención la comuniqué hace tiempo. Ahora también estoy con mis nietos y me doy cuenta de lo que me he perdido con mis hijos. Gracias a mi mujer, que es la que se ha encargado de ellos 24 horas al día, hoy puedo decir que estoy muy orgulloso de todos mis hijos. Ya no quiero estar supeditado tanto a un horario, seguir llegando a casa todos los días a las nueve de la noche o más tarde. Llega un momento en que hay que replantearse las cosas, sobre todo cuando ya se ha trabajado tanto.
-¿Por qué dice que de funcionario vivía mejor?
-.Porque el trabajo de funcionario es más distendido, más tranquilo… no tienes que complicarte la vida con nadie. Por el contrario, el político debe vivir de cara al ciudadano, esto sí que lo he entendido muy bien. El funcionario puede trabajar desligado de los ciudadanos pero el político no. El político debe tener los oídos bien atentos, debe estar pendiente de lo que diga la gente para, si no adelantarse, sí coger al menos rápidamente las intenciones, deseos o comentarios y pasarlos a la política. En Medio Ambiente no sólo hay grandes obras o grandes tareas administrativas, el día a día es del ciudadano y de los pequeños problemas que le afectan.
-¿Se puede decir que el desarrollo de la política de Medio Ambiente en Melilla ha pasado por sus manos desde el punto cero hasta la actualidad?
-Ha pasado por las manos de los políticos, yo he sido un medio, pero sí, el manejante desde que se inició he sido yo. Se ha hecho muchísimo trabajo en muchos frentes distintos, porque hace 30 años la política medio ambiental estaba por iniciarse tanto aquí como en todas partes y cada vez va a tener más peso. Es un área trasversal para el resto de políticas. Lo del cambio climático no es ninguna broma. Independientemente de las grandes obras, se ha hecho una gran labor por ejemplo en materia de residuos. Si no hubiéramos controlado el tema de los residuos en general –urbanos, de escombros, de neumáticos usados, de lodos de depuradora, de cadáveres de animales, etc…-, Melilla entera hubiera sido un gran vertedero.
-Y en materia de actuaciones públicas, ¿qué destacaría?
-Hay muchas cosas que no se ven pero que han sido y son esenciales, como el cambio de la red de agua potable -que ya está ultimada en un 75%, y que ha costado mucho dinero llevarla a cabo-, o el de la nueva red de saneamiento, que se encuentra realizada al 50% y que con el empeño de Juan José Imbroda sé que se renovará en su totalidad. Son obras ingratas, porque molestan cuando se hacen y luego no se ven, pero que son cruciales porque, por ejemplo, no podemos dejar que se pierda el agua de la red por muchos motivos, ecológicos y económicos también, teniendo en cuenta lo que cuesta producir el metro cúbico de agua desalinizada. En materia de residuos también se ha trabajado paso a paso y hasta tuvimos que hacer nosotros, a falta de iniciativa privada, un centro de descontaminación y recuperación de vehículos, donde pudieran darse de baja los coches que quedaban fuera de la circulación. Hoy en día también tenemos una ITV en condiciones y se ha hecho mucha gestión administrativa para evitar, por ejemplo, que un nuevo establecimiento tuviera que acudir a diez despachos distintos a la hora de realizar los trámites correspondientes. Desde hace tiempo, ya se centralizó todo en Medio Ambiente.
-Pero ¿qué destacaría?
-El suministro de agua potable 24 horas al día, el que la Feria saliera por fin del Parque Hernández o la erradicación del vertedero del Real y la más reciente del vertedero de escombros, que también ha permitido recuperar parte del litoral marítimo de Melilla y ponerlo al servicio de los ciudadanos. También se ha realizado una intensa labor para solucionar las limitaciones de producción de energía eléctrica, que impedían atender la demanda de la ciudad en horas punta, sobre todo en verano. Ahora ya se produce el triple de lo que demandan los melillenses, de modo que el suministro está más que garantizado.
-¿Qué siente cuando oye nombrar a la nueva Playa de Horcas como la Playa de Zapatero?
-Me callo muchas veces pero no me puedo aguantar porque la verdad es que nos han engañado literalmente. En resumen podríamos decir que la Ciudad invirtió 17 millones de euros e hizo su parte de la obra, pero que el Ministerio de Medio Ambiente no ha hecho la suya. Aprovechó el dique de contención que nosotros construimos para hacer una carretera que, sobre ese borde seguro, le salió mucho más barata. Pero de los 1.600 metros de playa que tenía que haber recuperado, sólo recuperó 300 y tampoco construyó ni los dos diques perpendiculares ni el dique semisumergido que impidiera los devastadores efectos del Levante. La obra se repartió de una manera clara y, al final, nos ha quedado la sensación de que ha habido un poco de timo por parte del Ministerio. De todas formas, lo que resta del proyecto estoy seguro que se hará, porque los melillenses tenemos derecho a una playa a mar abierto y porque es una obsesión de Juan José Imbroda conseguirlo.
-¿Qué opina de los ecologistas, reacios también y entre otras a esta obra en el litoral?
-Ecologistas siempre tiene que haber porque son los que empujan, pero deben ser razonables. Lo peor es cuando están politizados, porque es necesario y está bien que critiquen toda la política medioambiental, que propongan soluciones y que investiguen lo que quieran, pero cuando se pasan a temas políticos para terciar partidistamente, se equivocan.
-¿Le parece bien que su sucesor sea también un técnico de la Consejería?
-La consejería de Medio ambiente es un cajón de sastre que lleva multitud de obras e iniciativas que en gran medida representan actuaciones técnicas.  Yo he sido técnico pero en mi etapa de político me he dado cuenta que en este tipo de consejerías también se requiere la política. No puede ser que las razones técnicas superen a las políticas. Hay que dejar de lado la técnica cuando las razones políticas exigen imponerse en bien de las personas. El objetivo social tiene que prevalecer. No siempre los objetivos técnicos o económicos son los mejores para lograr lo que se persigue. En cuanto a José Ángel Pérez Calabuig, prácticamente se ha formado conmigo. Yo participé del tribunal que lo examinó y logró la plaza porque fue el que mejor hizo el examen. Es un técnico puro que, luego, junto a los demás consejeros y sobre todo con el presidente de la Ciudad, que es el que marca las directrices, se dará cuenta de la importancia de los criterios políticos.
-¿Y qué disgustos le ha dado la política?
-Disgustos algunos pero no de los que te quiten la vida o el sueño. He tenido la ventaja de llegar a casa y olvidarme de los problemas, porque, aunque me costara, sabía que no podía hacer nada hasta el día siguiente. Cuando me levantaba, recogía los problemas y de vuelta al trabajo.Gracias a eso he logrado sobrellevarlo mejor.
- ¿Ha perdido dinero con la política?
-Nunca lo he dicho pero sí, económicamente me ha perjudicado bastante, aunque no me quejo. Yo tengo ocho fincas fantásticas que son mis ocho hijos, que están bien situados y con buenas carreras. Nunca me he quejado, he vivido bien y jubilado me amoldaré como todo el mundo a lo que gane.
-¿Cómo ve al nuevo Gobierno?
-Creo que va a afrontar una etapa interesante: difícil por la crisis económica, que se va a notar más, pero con la ventaja de que va a haber un futuro Gobierno nacional del PP que va a simplificar mucho los temas de Melilla y va a  hacer posible una mayor homogeneidad entre el Gobierno local y el central. Esto va a ser fructífero y bueno a pesar de la crisis económica. Juan José Imbroda está muy metido en la política nacional, en el seno del PP central y todo ello va a favorecer los intereses de la ciudad. En cuanto al nuevo Gobierno local, como todos es fruto también del necesario cambio. Hay gente con experiencia y gente nueva que creo va a dar un buen resultado, y de no darlo tengo por seguro que Juanjo los cambiará.  
-¿Y qué me dice de la UNED?
-La UNED ha sido la prolongación de mi vida. La enseñanza siempre me ha gustado por vocación y la UNED me ha permitido no distanciarme del ambiente universitario. Si no hubiese sido por la UNED, quizás hubiera sido más duro para mí estar  en Melilla. Ha sido un escape, un trabajo al que siempre he ido contento, con ganas de estar en él, de retomar lo que dejé el día anterior. La UNED no da dinero, ni a mí ni a los profesores que imparten clases como tutores y que reciben poquísimo a cambio de su labor docente. Es una dedicación vocacional que me ha dado mucho, porque la enseñanza siempre ha sido mi gran vocación.

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