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“Enfermería siempre ha sido una profesión al servicio de la Medicina”

Ante la pregunta de si alguna vez se había planteado llegar a ser decana, María del Mar Alfaya reconoce que nunca lo había hecho hasta el momento en el que se le presentó la ocasión. Su primer título es de enfermera pero también estudió Antropología Social y Cultural. Se inició en el terreno de la gestión y la docencia casi al mismo tiempo que en el terreno asistencial de la profesión de Enfermería.

–¿Y cuándo empezó a dar clase como profesora de enfermería?

–El mismo año que terminé Enfermería. De hecho, mi actividad profesional más constante ha sido la docencia.

–¿Y ha llegado a ejercer como enfermera?

–Sí, durante mucho tiempo lo he compaginado siempre. Lógicamente de forma parcial me he dedicado a la docencia hasta 2007, que es cuando se integra de pleno de derecho a la Universidad de Granada (UGR) nuestra Escuela de Enfermería que era una escuela de Cruz Roja, adscrita a la UGR. Es entonces cuando decido pedir mi excedencia para dedicarme solamente a la docencia. Antes estuve, como casi todos, picoteando en varios sitios, trabajando de cualquier cosa en hospitales y centros de salud. A esto me refiero en el ámbito asistencial.

En el 87 aprobé unas oposiciones de Sanidad, desde entonces trabajé tanto en Sanidad como en la Dirección Territorial de INGESA En lo que era el hospital de la Cruz Roja como en el Hospital Comarcal. En 1998 dejé el hospital y ya no volví. La verdad es que me dio mucha pena dejar esa parte porque me reingresé como funcionaria de carrera en INGESA y de ahí ya decidí dedicarme íntegramente a la docencia.

–¿Cómo compaginaba el trabajo de enfermera con la gestión académica?

–Ha sido complejo por la ley de compatibilidades. Yo tenía un trabajo principal que no era el de docente y dedicaba a la docencia las horas que me permitía la ley. Dentro de esas horas, cuando todavía pertenecíamos a Cruz Roja, que no tenía un organigrama de gestión como en la universidad, yo ejercía una labor de gestión que era la coordinación de las prácticas clínicas.

Cuando la Escuela de Enfermería se integró en la UGR, comencé a tener cargos de gestión oficiales, por llamarlo de alguna manera. Ahí es cuando ya me desvinculo de la labor asistencial porque es el momento en el que realmente tengo una dedicación a la gestión universitaria.

–Cuando comenzó, ¿había muchas mujeres en cargos de gestión y como docente? ¿O entonces era solo un terreno de hombres?

–Yo además tengo muchos años ya, cuando nosotros empezamos con un título recién estrenado en Enfermería que era el de Diplomado Universitario, entonces había mucha influencia del título que le precedía que era el de ATS (Ayudante Técnico Sanitario). Entonces en esa docencia había todavía mucha docencia impartida por médicos y los médicos eran mayoritariamente hombres. Y de nuevo, los profesores eran el 100% hombres. Luego se incorporó una médico, pero prácticamente eran todos hombres. Ya que es el día de la mujer, siempre hemos vinculado en Enfermería la trayectoria de esta profesión precisamente con la trayectoria de la mujer.

Enfermería ha sido siempre una profesión eminentemente femenina, una profesión al servicio de otra, la Medicina. Y ha ido con pasos de galgo, dando una carrera hasta llegar a ser una carrera universitaria como cualquier otra. Ha sido vertiginoso, porque ha ocurrido en muy poco tiempo, porque se han hecho muchas cosas entre ellas el tener una identidad independiente de la medicina. Porque la enfermería hoy es una profesión al servicio de la sociedad no al servicio de otra profesión.

–Y antes cuando daba clase en los 80. ¿Había muchos hombres que estudiaran enfermería? ¿O eran la mayoría mujeres?

–No, por eso Enfermería es una profesión que representa también la trayectoria de la historia de la mujer. De entrada, la Escuela de la Cruz Roja empieza como escuela de ATS, una de las condiciones para entrar era ser mujer. Con eso te lo digo todo: era una escuela femenina. Cuando se convierte en la escuela de Diplomados en Enfermería ya es mixta.

El número del profesorado era mayoritariamente masculino porque eran médicos y por el contrario en el alumnado mayoritariamente femenino. Esto ha ido cambiando lógicamente y cada vez hay más hombres que estudian Enfermería, pero, a día de hoy, puedo decir que sigue habiendo en las aulas una mayoría evidente de mujeres. Y la profesión de enfermera sigue teniendo ese signo femenino.

–¿Cree que es un referente para otras mujeres?

–No, no soy ningún referente para otras mujeres. Lo que sí te digo es que a veces me sorprende, porque uno no tiene una imagen de sí mismo, ¿no? Pero te da satisfacción por ejemplo que hace unos días estuvimos una vicedecana y yo viendo hospitales donde hacen nuestros estudiantes las prácticas fuera de Melilla y de pronto salía alguien del pasillo, ya no estudiantes, sino enfermeros y decían “¡anda nuestras profesoras!”. Se referían a las dos. Que te recuerden o te diga alguien que le marcaste o que con lo que enseñaste le quedó claro lo que es la Enfermería no me deja de sorprender.

–¿Cuál cree que es el rol de la mujer en la sociedad actual?

–Cuando hablamos del rol tenemos que analizarlo, porque yo le digo a mi alumnado, y es lo que pienso, que miramos lo que tenemos más cerca y el mundo es muy grande. Todavía hay mujeres muy discriminadas, mujeres que siguen siendo subordinadas del hombre y que viven en condiciones de desigualdad total. ¿La mujer en nuestro entorno? Pues la mujer ha dado pasos agigantados de manera increíble.

Las mujeres estamos consiguiendo llegar donde no nos habíamos pensado hace diez años. De puestos de responsabilidad, sobre todo. El techo de cristal se pone sobre todo en puestos de gestión y luego tenemos cifras que nos dicen cómo las estudiantes universitarias son las más exitosas y las carreras más difíciles están abanderadas por mujeres. Somos conscientes de todo eso. Pero yo digo que todavía no podemos bajar la guardia. El día en el que se deje de celebrar habremos conseguido mucho.

–De cara a las generaciones más jóvenes, ¿cree hay esperanza de que eso pueda cambiar?

–Creo que en educación y en todos los ámbitos se están haciendo muchas cosas. Lo que pasa es que hay que replanteárselo porque hay algo que está fallando. Estamos ofreciendo mucho, pero hay que replantearse mejor la estrategia. No es buena. Por supuesto yo creo que hay que actuar en el origen desde la familia, que es el primer núcleo social, y luego en colegios, luego cuando son mas mayores en institutos, universidad. Es algo transversal que tiene que estar en todos los ámbitos educativos porque creo que la educación es la pieza básica de esto.

–¿Qué mensaje ofrece a las mujeres de cara al próximo 8M?

–Hay una palabra que yo la he utilizado mucho y es la sororidad, creo que debemos seguir transmitiendo esos mensajes, y sobre todo haciendo gala de esa sororidad, que es la relación y el apoyo entre mujeres. Yo siempre digo que miren para atrás y que vean que cuando estamos aquí es que muchas mujeres han luchado y que queda mucho por hacer. Mi mensaje es seguir en la lucha y la unión entre mujeres para continuar dejando la misma herencia que nos dejaron con el fin de seguir avanzando hasta la igualdad.

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