El director del Ingesa, José Julián Díaz Melguizo, está en Melilla. Ha llegado a nuestra ciudad para negar lo evidente y para repetir la misma promesa que viene haciendo desde hace meses su subordinado, Francisco Robles, su director territorial.
“En unas semanas”, contestó ayer Melguizo cuando le preguntaron por la reanudación de las obras del Hospital Universitario. Es lo mismo que no se cansa de repetir Robles desde hace meses. El año pasado aseguró que a la vuelta de las vacaciones de verano se retomarían las obras. Luego dijo que la fecha sería en octubre. Más tarde afirmó que antes de Navidad veríamos a los obreros volver al tajo. Llegó Papá Noel, se fueron los Reyes Magos y los deseos de Robles continuaban sin materializarse.
Ahora, unos con las maletas hechas o otros esperando con la vestimenta de cofrades en la línea de salida de la Semana Santa, llega a Melilla el director del Ingesa y afirma que lo que antes prometió Robles y no se cumplió, será una realidad “en unas semanas”.
Son demasiados incumplimientos como para dar a Robles o a Melguizo un nuevo voto de confianza, sobre todo porque cada vez que comprometen su palabra y defraudan a los melillenses, no hay ninguna consecuencia. Muy distinto hubiera sido si ayer Robles o Melguizo hubieran tenido el suficiente valor como para marcar una fecha razonable en el calendario y prometer que al día siguiente presentarían su dimisión si para entonces las obras continúan paralizadas. No lo hicieron porque ni ellos mismos confían en la posibilidad de cumplir su promesa, lo que dificulta aún más continuar confiando en su palabra.
Además, si ya está cuestionada su honestidad para con los melillenses cuando hablan de lo que no saben cuándo ocurrirá, más dañada queda aún su credibilidad cuando niegan lo que es evidente que se produce y que todos estamos viendo o conocemos. Lo saben especialmente las enfermeras de la bolsa de empleo, ésas que son víctimas de los ‘contratos basura’ del Ingesa, las mismas que se manifiestan periódicamente contra estas prácticas y que han denunciado con documentos que es así. Una de ellas explicó a El Faro hace unos días, durante uno de sus habituales actos de protesta, que había sido contratada por el Ingesa 33 veces en un solo mes.
Sobre este asunto José Julián Díaz Melguizo aseguraba ayer que los contratos a los sanitarios se habían hecho “bajo la norma”, lo cual, de ser cierto, habrá tranquilizado a Francisco Robles, ya que no habrá motivo para que sea llamado a rendir cuentas por este asunto si es cierto todo está dentro de la legalidad. Sin embargo, el hecho de que esos contratos sean supuestamente legales no evita que al mismo tiempo sea ‘contratos basura’. Es la mejor expresión que han encontrado las enfermeras para describir como son llamadas a trabajar quince minutos antes de tener que incorporarse a su puesto, que les dan de baja los fines de semana, que no cubren una plaza en concreto, que a veces sólo trabajan unas horas, que durante los días de descanso no cotizan a la Seguridad Social. Tal vez tenga razón Melguizo y esta práctica esté dentro de la legalidad, pero si éstos no son contratos ‘basura’ será necesario buscar un nuevo adjetivo, quizás ‘miserables’, que es bastante parecido a lo que mascullan las enfermeras cada vez que se ven obligadas a aceptar esas condiciones laborales.
Como sin duda comprenderá Melguizo, no puede esperar en Melilla una calurosa acogida por parte de los sanitarios y mucho menos de los usuarios de la sanidad pública. Si cree que no sea así, tiene la posibilidad de ir y comprobarlo personalmente en el Servicio de Urgencias del Comarcal, intercambiar impresiones con los ciudadanos que hacen cola en el ambulatorio de Cabrerizas, pasarse por el paritorio o ver las fechas para consulta que puede recibir hoy un paciente que, por ejemplo, necesite ser atendido urgentemente por el traumatólogo.
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