Familiares, amigos y melillenses comprometidos con la causa de Ali Aarras, se concentraron ayer en la Plaza de España para recordar la injusticia de su extradición, hace un año, por decisión del Consejo de Ministros de Rodríguez Zapatero. Ali Aarras, melillense de nacimiento, belga de nacionalidad pero padre y esposo de melillenses españoles, fue extraditado hace un año a Marruecos, en contra de la recomendación de la ONU y por una supuesta implicación en los atentados de Casablanca por la que ya fue investigado por el juez Garzón, que finalmente dictaminó que no había pruebas contra él.
A finales de noviembre, Aarras fue condenado por la justicia marroquí a quince años de cárcel, bajo una acusación distinta al motivo por el que fue extraditado pero relacionada con la investigación por la que Garzón acabó absolviéndolo de las posibles imputaciones iniciales.
La Plataforma pro Ali Aarras hace bien en denunciar la situación del melillense, del que dicen ha sido utilizado como “moneda de cambio” en las relaciones hispanomarroquíes. Su caso pone en solfa el sistema judicial y representa una preocupación veraz para la comunidad hispanobereber de nuestra ciudad, que ha visto cómo la condición de marroquíes que de forma sobrevenida les impone el vecino país por su nacimiento en lo que el reino alauita llama ‘ciudades ocupadas’, puede acabar prevaleciendo sobre su condición de europeos.