Se llama Ignacio Ramírez Pardo y actualmente se encuentra en San Diego (Estados Unidos) trabajando en la startup biotecnológica AltosLabs investigando el envejecimiento de las células humanas. Ha publicado ya en distintas revistas científicas estadounidenses y las ciencias fueron siempre su opción, desde que empezó su formación en el colegio Enrique Soler. Más tarde, cursó la Secundaria y el Bachillerato en el centro Juan Antonio Fernández antes de trasladarse a Málaga para hacer la carrera de Bioquímica, con especialidad en Biotecnología. Para realizar el máster se fue a Madrid. Allí se dedicó a la Biología Molecular y Celular Integrativa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en colaboración con el CSIC. En paralelo, inició otro master en Análisis Bioinformático Avanzado por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, que terminé mientras realizaba la tesis.
Este joven melillense empezó a trabajar en el laboratorio de la profesora Patricia Boya en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB) del CSIC mientras hacía sus prácticas del máster. Posteriormente inició su tesis doctoral en el laboratorio de la profesora Pura Muñoz, del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en colaboración con la Universidad Pompeu Fabra (UPF). Muñoz, su directora de tesis, fue contratada en la startup biotecnológica AltosLabs de San Diego, California, y allí se fue Ignacio Ramírez para continuar su tesis.
-¿Por qué se decidió por la ciencia, qué tiene para que le resultara tan atractiva?
-Desde pequeño me ha gustado la ciencia por esa curiosidad de querer entender el mundo que me rodea. Sin embargo, supe que quería hacer una carrera de biología cuando me empezó a interesar saber cómo funcionamos los seres humanos, o qué hace que nos pongamos enfermos. Después en la carrera empecé a comprender que, además, podemos desarrollar estrategias para manipular este funcionamiento, con el fin de encontrar curas o terapias para las enfermedades que nos afectan. Esto tiene especial relevancia para mí dado que mi madre, junto con otros parientes, padece diabetes de tipo I (forma de diabetes hereditaria) y siempre he tenido la esperanza de encontrar alguna forma de curarla. Hoy en día, sabiendo lo complejos que somos, me parece un pensamiento muy ingenuo, pero quizás, esa ingenuidad es la que me impulsó a llegar a donde estoy hoy.
-¿Cuál es concretamente ahora su trabajo?
-Actualmente estoy realizando la tesis doctoral dirigida por la profesora Pura Muñoz en la startup biotecnológica AltosLabs en San Diego, California. Esta tesis se centra en los resultados publicados recientemente en la revista Nature. En este trabajo realizamos una exhaustiva descripción del envejecimiento del músculo humano a escala celular y molecular. Esto nos permitirá dar con las claves para entender el proceso de envejecimiento y poder desarrollar terapias para mejorar la calidad de vida de los más mayores.
-¿En qué revistas científicas ha publicado sus investigaciones? Se dice que es el autor más joven en conseguir ser publicado…
-Durante el máster, publiqué un artículo en la revista Autophagyº sobre el papel de la autofagia en el envejecimiento de la retina. Básicamente, la autofagia es el proceso por el que nuestras células son capaces de eliminar el material dañado y en este trabajo concluimos que con el envejecimiento perdemos esta capacidad, y por tanto, los fotorreceptores (las neuronas encargadas de recibir estimulo luminoso), empiezan a degenerar y funcionar peor, lo que produce pérdida de visión con la edad.
Posteriormente, durante la tesis participé en otro trabajo sobre el papel de las mitocondrias en la regeneración del músculo esquelético en el envejecimiento publicado en la revista Cell Stem Cell. El músculo tiene unas células que son capaces de activarse y regenerar el tejido ante un daño (como el ejercicio intenso), y este proceso decae durante el envejecimiento. En nuestro trabajo, describimos cómo las mitocondrias, los orgánulos encargados de generar energía en nuestras células, son esenciales para que este proceso se desarrolle.
Por último, hemos publicado recientemente el mayor atlas celular del envejecimiento del musculo esquelético humano en la revista Nature. Este trabajo ha sido en colaboración con el laboratorio del profesor Miguel A. Esteban del BGI de China, uno de los laboratorios más punteros del sudeste asiático. En este estudio hemos realizado una caracterización molecular a nivel celular del envejecimiento del músculo esquelético más detallada hasta la fecha. Esto nos permite entender cómo perdemos masa muscular y por tanto fuerza, comprometiendo nuestra calidad de vida en la edad geriátrica.
-A nivel práctico, ¿en qué puede ayudar a las personas el fruto de sus investigaciones?
-Toda mi investigación se centra en entender el proceso del envejecimiento desde diferentes ángulos, como diversos órganos o procesos celulares distintos contribuyen al declive funcional del organismo. En principio, esta investigación básica podrá aportar las claves necesarias para poder desarrollar dianas terapéuticas para si no vivir más tiempo, al menos, vivir mejor.
-¿En qué otras investigaciones está trabajando o piensa trabajar en el futuro? ¿Qué campo le gusta más?
-Actualmente sigo en mi investigación sobre las bases moleculares y celulares del envejecimiento, pero no descarto en algún futuro cambiar a estudiar otros órganos como el páncreas, que era una de mis primeras motivaciones.
-¿La curiosidad del ser humano es herramienta de progreso?
-Totalmente. Creo que el conocimiento básico surge desde la curiosidad del ser humano. Por otro lado, la innovación y desarrollo tecnológico usa este conocimiento generado y puede tener otras motivaciones. Pero, si no supiéramos cómo funciona una molécula de ARN, jamás podríamos siquiera imaginar desarrollar una vacuna como la de la COVID-19.
-¿Por qué optó por Estados Unidos?
-Principalmente, porque AltosLabs realizó una oferta inmejorable a mi jefa y nos trasladamos todo el equipo. AltosLabs se define como startup biotecnológica, pero ha sido capaz de reclutar un talento científico sin precedentes, en su comité de directores tiene a varios premios Nobel, entre otras personalidades. Además, cuenta con muchos recursos y gran motivación, por lo que para cualquier científico, es un sueño trabajar en esta empresa.
-¿Cree que España trata bien a sus científicos, que da oportunidades a la investigación?
-Es curioso, España tiene mucho talento científico, pero se invierte poco económicamente, lo que se traduce en muy pocos recursos. Por ejemplo, dentro de AltosLabs, de 21 jefes de laboratorio, 4 son españoles. Sin embargo, este talento no se traduce en un retorno a la sociedad por esa gran falta de recursos, dinero y oportunidades. España es de los países europeos que menos dinero de su PIB destina a I+D. Mas allá de eso, también creo que hay un problema en el sistema, dado que los científicos en España tenemos una gran presión burocrática. Esta burocracia enlentece nuestro trabajo y hace muy difícil poder colaborar con empresas que son las que podrían invertir en nosotros cuando no lo hace el Gobierno. En definitiva, tenemos talento, pero no oportunidades.
-¿Cómo se ve Melilla desde el lugar que ahora ocupa?
-Mucha gente me pregunta por Melilla, tanto cuando vivía en Madrid como ahora aquí en San Diego, y todo el mundo la percibe como un lugar exótico, una excepción a explorar. Sin embargo, yo la recuerdo con mucho cariño y me siento muy orgulloso de ser melillense.
-¿Qué le diría a los jóvenes melillenses que quieren dedicarse a carreras de ciencias?
-Les diría que en esta vida todo cuesta, pero que al final todo tiene su recompensa. La ciencia básica es un camino muy vocacional, pero cada vez ofrece más salidas profesionales diversas y atractivas. Todos tenemos esta sensación de que nos “pilla la máquina” como dice mi suegro, es decir, la tecnología avanza más rápido de lo que podemos procesar muchas veces, y esto hace que cada vez se apueste más por los científicos y personal técnico especializado.