Las claves de la Convención Regional que ayer celebró el PP las desgranamos en las distintas informaciones que al respecto se ofrecen en esta misma edición de nuestro Periódico. Si bien, se pueden resumir subrayando que, sobre todo, y como ya decimos en nuestro principal titular, constituyó un aperitivo electoral de lo que será la carrera hasta las elecciones locales-autonómicas de mayo próximo.
Un largo camino que intentará vencer el vértigo del tiempo y que está poniendo a punto la hora cero o de partida para después de las Navidades. De ahí que, teniendo en cuenta el carácter festivo que acaba determinando el mes de diciembre, con el puente inicial de la Constitución y la Inmaculada, y las posteriores fiestas navideñas, fuera esta semana la más indicada para asegurar, a pesar de la lluvia y el tiempo desapacible de ayer tarde, un éxito de público y movilización como el que el PP logró anoche.
“Lo que nosotros hacemos no lo consigue nadie”, dijo ufano el presidente de los populares melillenses y también del Gobierno local, Juan José Imbroda, para señalar que 850 personas, según subrayó, se habían dado citada en una Convención que se presentaba públicamente como un ejercicio de contacto con la militancia pero que, en realidad, se celebraba en clave electoral y como puro marketing previo de cara a los comicios de mayo próximo.
En ese ambiente, como es de suponer, no hay opción a la autocrítica, sino a la celebración del éxito del mismo partido, el vaticinio de un éxito aún mayor en los próximos comicios y el ataque y crítica a los adversarios. También para lo que llamamos ‘aviso a navegantes’ que sin ser mencionados tenían nombres muy claros, en concreto el de Ignacio Velázquez y su enigmática vuelta a Melilla, para muchos o la mayoría en el PP nada inocente sino, por el contrario, cargada de intenciones nada saludables para el mismo partido.
“Operación de desestabilización” y guerras diversas sobre pedigríes y ADN popular más puro compusieron el cóctel con el que de forma tácita Imbroda contestó a los dardos envenenados que, haciendo uso de Velázquez, ya han comenzado a lanzarle sus adversarios y, en particular, los cepemistas, antaño los principales contrincantes del mismo Velázquez.
Pero no fue el retorno del expresidente que más hizo crecer al PP hasta su época y que también más logró dilapidar el capital del mismo partido, el centro ni mucho menos de los dardos de quien tras Antonio Gutiérrez y Arturo Esteban se convirtiera en su sucesor en el mismo puesto, caso éste de Juan José Imbroda.
El actual líder popular reiteró su conocido discurso contra un PSOE que no sólo considera estéril sino especialmente dañino para Melilla, amén de peligroso en su alianza con un partido sectario, tal cual es desde su óptica CpM.
No nombró a ninguno de sus adversarios: Ni a Aberchán, ni a Muñoz ni al retornado Velázquez, constituido aparentemente como tal y abiertamente considerado de tal forma en los mentideros populares, a raíz de la muchos dimes y diretes que se le atribuyen o de algunos de los recientes artículos de prensa que tantas loas han merecido públicamente por parte de los cepemistas.
Imbroda se afanó en hacer marketing de su gobierno y de la política del PP en Melilla. Comprometió y se comprometió una vez más en nombre de Rajoy y contrapuso la debacle a la que nos está llevando Zapatero, a la mejor situación que, en su opinión, se derivaría para Melilla y el conjunto del país, con la sola dimisión del presidente socialista y la convocatoria de nuevas elecciones generales.
Como digo, el acto de ayer fue más de propaganda y reafirmación que de otro tono. En ese sentido, más festivo, de aperitivo electoral, es como debe tomarse y valorarse. Tras las Navidades, habrán pasado los roscos, las panderetas y los mazapanes y comenzará la verdadera traca, que se nos anuncia sucia y ruidosa, no ya por el acto de ayer, ni mucho menos, si no porque es mucho lo que se juega y muchos también los actores llamados a dar guerra en el mismo concierto o desconcierto, si así lo prefieren.
Por ahora, quedémonos sin más con el aperitivo, que aún siendo un solo entrante seguro que dará que hablar, aunque también es verdad que ante referencias tácitas habrá que ver quién y por qué se da por aludido. Al fin y al cabo, todo puede ser cuestión subjetiva y meras interpretaciones, empezando sin más por las que aquí mismo se exponen.
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