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“En CCOO hay personas que me han hecho mucho daño”

Caridad Navarro invierte ahora sus energías en la docencia, aunque encuentra muy cambiado el mundo de la enseñanza. Su familia es la que más ha agradecido su vuelta a casa. La ex secretaria general de Comisiones Obreras (CCOO) de Melilla, Caridad Navarro, ha redescubierto la vida después de liderar el sindicato durante los últimos cuatro años. Asegura que está viviendo “una tranquilidad pasmosa” y así se refleja en su andar y en la forma de conversar. Después de casi dos meses de su salida de CCOO, ha recuperado el buen humor, la tranquilidad, la docencia que es su pasión, y hasta las ganas de comer. Su familia también ha agradecido el hecho de recuperar a una esposa y a una madre.
Disfrutando de las vacaciones de Semana Santa atiende gustosa a El Faro para conversar sobre esa nueva vida “porque lo de antes era una tortura”. “La vuelta a la normalidad ha sido una tranquilidad. He estado buscando otro tipo de actividad porque mi mente tiene que estar trabajando continuamente”, afirma. Dice que le viene desde la Universidad: “Las matemáticas exige estar siempre abstraída en los números y las gráficas” y confiesa sentirse emocionada con un programa informático ‘Geogebra’ que le permite hacer las gráficas de las funciones matemáticas que le ayudan mucho en sus clases en el IES Leopoldo Queipo.

Relación con el sindicato.
Navarro asegura que se ha tomado un par de meses para “desconectar” y reconoce que no sigue la actividad de Comisiones Obreras desde que Francisco Veira se hizo cargo de la Secretaría General. “No estoy siguiendo la actividad del sindicato porque me he tomado un tiempo para desconectar. Ello no quiere decir que lo retome más adelante, pero ahora estoy centrada en la docencia. Necesitaba desconectar porque estaba muy saturada. Me entero de algo cuando me cuentan”.
Asegura que los últimos meses en CCOO fueron “una tortura”, sobre todo por “la falta de apoyo de algunos compañeros desde el principio que me han ido minando. Una entiende que a veces tienes que llevar un discurso diferente que el Gobierno y eso tiene sus consecuencias dentro de la organización y no puedes evitar que se generen tiranteces”.
No obstante, Caridad Navarro mantiene su actitud prudente, al igual que lo hizo en las vísperas del Congreso Regional. “Aún es pronto para valorar lo que se está haciendo. No voy a hacer lo que me han hecho a mí. Yo tengo una opinión muy clara de cómo va a quedar el sindicato y no he variado ni un ápice esa opinión. Espero equivocarme, después de un tiempo veremos a ver si cambio de opinión”, asegura.
La relación con algunos miembros de CCOO continúa más allá de la Secretaría General, pues existe una relación de amistad que se mantiene fuera de los muros de la sede. “Nos llamamos de tarde en tarde para preguntarnos por la salud y quedamos para comer”. Sin embargo, existe la cara menos amable. Ésa que le obliga a hablar con algunos trabajadores a escondidas “para no ponerles en un compromiso y que no tomen represalias contra ellos”.
A otros directamente ha decidido retirarles la palabra. “Antes como secretaria general tenía que hablar con todo el mundo tanto si me caía bien o mal porque tenía una responsabilidad. Ahora puedo elegir con quien hablo y con quien no. En el sindicato hay gente que me ha hecho mucho daño y no se merece que les dirija la palabra”, afirma con contundencia.

Reencuentro con la docencia.
La era digital ha sido el primer cambio que Caridad Navarro se ha encontrado de vuelta a la enseñanza. Invierte muchas horas en la elaboración de los ejercicios que propondrá a sus alumnos y en la planificación de las clases. Es su pasión desde que estudió la carrera universitaria y asegura que no es una profesora “dura” con sus alumnos. De hecho, en los últimos exámenes y con un 65% de suspensos en el aula, los estudiantes no dudaron en aplaudir cuando su profesora les mostró las soluciones de los problemas expuestos con las gráficas elaboradas por ordenador. “Mis alumnos alucinaban con los gráficos. A muchos no les podía aprobar, pero tengo que asegurarme de que aprenden los contenidos porque luego en Selectividad tienen que aprobar y no llevarse un ‘batacazo”.
Reconoce que la vida en las aulas ha cambiado mucho sobre todo en la actitud de los jóvenes: “Están como más desinhibidos que hace años. Contestan más y antes no era así. Encuentro menos respeto a la figura del profesor. Pero hay de todo, hay niños más aplicados que otros. Según bajan los niveles, se nota más la disrupción en clase y cuesta más trabajo que presten atención”.
Navarro no se mantiene ajena a la actualidad informativa de la ciudad y también ha conocido la agresión de un profesor de la Residencia de Estudiantes Marroquíes a uno de sus alumnos. “Es lamentable, no se debe consentir bajo ningún concepto”. En este sentido, aplaude que este tipo de incidentes y conflictos en los centros educativos de Melilla está más controlado. Cada centro, como en el IES Leopoldo Queipo, tienen un sistema informático que conecta todos los departamentos con la dirección del centro y que les permite saber al instante los incidentes que se pueden producir  en el aula. Sin embargo, Navarro puntualiza que este tipo de agresiones tan “salvajes” no se dan. “No es tanto la agresión física sino la verbal. No es tanto el insulto y sí la forma de dirigirse al profesor. Hay muchos alumnos con gran desinterés por las clases y son grandes absentistas. Los profesores intentamos hacerles comprender por qué tienen que ir a clase y ser respetuosos con los compañeros y con los docentes”, explica.

La familia.
Los que sí están “encantados” de haber recuperado a Caridad Navarro es su marido y sus tres hijos. Aprovechando las vacaciones de Semana Santa, sus dos hijos mayores, que estudian en Madrid y Granada, han vuelto a casa y se han encontrado con una madre “de mejor humor”. De hecho, estos días les ha hecho una tarta de queso con la que han disfrutado. “Mis hijos me dicen que desde que no estoy en el sindicato, estoy mejor y es verdad. Estoy de buen humor. Antes venía amargada siempre con algún problema encima. Ayer fui a ponerme el pijama y me escondí detrás de la puerta y se me ocurrió darle un susto. Nos estuvimos riendo un buen rato, hacía tiempo que no hacía esas tonterías”, cuenta animada. “Antes no era espontánea y yo siempre he sido una mujer alegre y divertida y ahora, parece una tontería, pero detalles como ése no había. Estaba con la cabeza en otra parte”, lamenta.
Su marido también está contento de recuperar a su esposa, pero teme que ahora la mayor parte del tiempo la dedique a la enseñanza. “Mi marido quiere que paseemos y nos lo pasemos bien, no quiere que me dedique ahora demasiado a la docencia”, comenta entre risas.
“Paso mucho tiempo delante del ordenador haciendo gráficas y con un bolígrafo y un papel haciendo cuentas. Tengo que mantener la mente ocupada en algo siempre. Luego aparecían las cosas hechas en el sindicato y nadie sabía de donde habían venido”, ironiza. “Las pancartas del congreso las hice yo porque si me puedo ahorrar 400 ó 500 euros en encargar la maquetación pues lo ahorraba. Así estaban después las cuentas en el sindicato. Nunca han estado mejor porque no me gastaba dinero en viajar a Madrid si no me iba a traer algo para Melilla, bien fuera una subvención o un nuevo contrato laboral”, recuerda.
El resto del tiempo lo dedica a recuperar costumbres abandonadas como ir al supermercado y comprar pescado del día o verdura. “En el mercado se sorprenden de verme tan a menudo porque después de todos estos años saben cuál era mi rutina. Antes sólo podía comprar los sábados porque durante la semana no podía. También paseo por la Avenida, voy al dentista y hago vida”, concluye.

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