Categorías: Editorial

En alerta

EL Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente anunció ayer medidas preventivas que entran hoy en vigor para evitar que la fiebre aftosa, que ya ha llegado a granjas marroquíes, pase a España.

Para ello, desde hoy está prohibido acceder a Melilla con carne o productos lácteos procedentes del país vecino. O lo que es lo mismo: la Guardia Civil no permitirá la entrada en la ciudad de pinchitos ni yogures, entre otros productos ‘made in Marruecos’.
A los controles exhaustivos que ya venían haciendo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en los pasos fronterizos, debido al nivel 4 de alerta antiterrorista, se suma ahora otra alerta, esta vez sanitaria, que también afecta a la importación de heno y paja procedentes del país vecino.
Esta prohibición hunde a los pocos ganaderos que mantienen pequeñas explotaciones en Melilla porque, como comentaba uno de los afectados a El Faro, les sale más caro el collar que el perro.
Traer el heno y la paja de la península, en lugar de comprarlos en Marruecos, hará que este tipo de negocios, que venían resistiendo contra viento y marea, dejen de ser rentables en la ciudad autónoma.
Desde el Colegio de Veterinarios de Melilla han aclarado a este periódico que en la frontera se vetarán los productos marroquíes porcinos, caprinos, bovinos y lácteos ante el temor de que la fiebre aftosa pueda llegar a la península, donde podría causar estragos económicos. En todo caso, insisten en que esta enfermedad no afecta a los seres humanos.
Hay que tener en cuenta que muchos melillenses no pueden permitirse comprar carne a los precios de Melilla y suelen hacerlo en los mercados y carnicerías del país vecino. Ellos, en el fondo, se cuentan entre las víctimas colaterales de la fiebre aftosa y de esta alerta sanitaria preventiva.
También lo son los comercios de la ciudad que se abastecen con productos cárnicos marroquíes.
Mientras tanto, en la frontera es previsible que haya más retenciones de lo normal. En condiciones normales nos exasperaría, pero tal y como están las cosas en Europa, no nos queda más remedio que aceptar estoicamente que la seguridad está por encima del tiempo, las colas y las esperas.

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