Dicen que los empresarios –y menos aún, los que estamos representándolos al frente de una asociación– no nos debemos meter en política. Y cuando les decimos públicamente nuestra opinión, se molestan. Personalmente, siempre he mantenido que los empresarios hacemos política todos los días del año al frente de nuestras empresas y debemos responder de nuestros actos, acciones y omisiones frente a nuestros empleados y accionistas y, en el caso de las empresas familiares, también ante la familia, quizás los más exigentes de todos nuestros ‘electores’.
Como ciudadanos que somos, respetando la ideología de cada uno y sin necesidad de tomar posición hacia un partido político u otro, tenemos el derecho y casi la obligación de hacerles llegar a los candidatos nuestra opinión y nuestras expectativas y –¿por qué no?– nuestras exigencias y lo que creemos que deben hacer una vez que consigan el respaldo de los votantes.
No me gustan los llamados ‘cordones sanitarios’ de ningún tipo. Todos los elegidos tienen el mismo derecho –sean de la ideología que sean–, pues han sido votados por los ciudadanos, y los políticos –de cualquier otra ideología– no son nadie para impedir que su voz –guste más o menos– sea escuchada. Ni los melillenses ni el resto de los españoles podemos permitirnos el lujo de despreciar a los votantes de cualquier partido que no sea de nuestro agrado o piensen distinto a nosotros. Espero que los políticos que sean elegidos respeten a los votantes de los otros partidos. Y, por favor, dejen a un lado la religión o la etnia en casa y no la traigan a la política. No es bueno para nadie.
Ahora ya estamos inmersos en campaña electoral y, aunque quedan doces meses y pocos días para que depositemos nuestro voto en las próximas elecciones municipales ya nos están ‘bombardeando’ con encuestas que, curiosamente, muestran resultados favorables a quien se supone que las encarga. Creo que la única encuesta válida es la de las urnas. Todas las demás solo sirven para manejar la opinión de los votantes incitándoles al voto del miedo o al voto útil según la estrategia de cada partido. En el caso de Melilla, una consultora da una pequeña ventaja a CpM frente al PP y deja en manos de Vox la decisión de quién conformará el próximo Gobierno. Otra, por el contrario, presenta una mayoría muy sólida del PP frente al resto de los partidos. El resultado real lo sabremos a final del día 28 de mayo. Y sea cual sea el resultado siempre diré lo que siempre digo tras conocer el resultado de las votaciones, sea cual sea: ¡Ojalá lo sepan hacer bien!
Yo, por supuesto, como todos tengo mis preferencias ideológicas –no partidista– y siempre voto pensando en quien lo va a hacer mejor por el bien de mi ciudad o de España. Nunca he votado ‘en contra de’ sino ‘a favor de’ quien presenta un programa electoral ilusionante y que –a mi juicio– puede cambiar a mejor la situación por la que atraviesa nuestra economía, la que permita mantener y mejorar el estado del bienestar que nos hemos dado los españoles con nuestro esfuerzo (no lo ha regalado ningún gobierno) y el que consiga hacer disminuir las diferencias sociales y permita un futuro y un mundo mejor para nuestros hijos. A veces me equivoco y a quienes he votado no han satisfecho las expectativas depositadas en mi voto. A veces, se me quitan las ganas de volver a votar, pero vuelvo a confiar en que esta vez lo harán bien y voto en conciencia porque ello me da derecho a exigirles responsabilidades.
Las mayorías absolutas pueden ser buenas o malas en función del uso que se haga de las mismas. Hemos tenido de todo en este pueblo o pequeña ciudad (lo de ‘autónoma’ no es más que una falacia administrativa): mayoría absoluta del PP durante años y gobiernos de coalición en otros como en esta última legislatura. Y, tanto en un caso como en otro, la generosidad de los unos hacia los otros haciéndoles partícipes del destino de nuestra ciudad brilla por su ausencia. Aquí han estado y están –unos y otros– anclados en el ‘y tú más’ y tus propuestas ni las escucho y con eso no vamos a ninguna parte… Yo puedo entender los intereses y los compromisos electoralistas, pero no entiendo que no se pongan de acuerdo en temas fundamentales para el futuro de los melillenses, ni siquiera en el Plan Estratégico que debe ser la herramienta para cambiar la estructura económica, en reducir la brecha de rentas y el desequilibrio social, en ayudar a crear más empleo (el de verdad, no el de los planes temporales o subvencionados) y aprovechar al máximo los fondos europeos para invertir en infraestructuras fundamentales y en facilitar a las empresas la transformación digital y su adaptación a las energías alternativas, entre otras muchas cosas.
Además de estas, hay otras muchas actuaciones y peticiones que desde el ámbito de los empresarios consideramos no se deben dejar en el cajón. Unas se refieren a reformas normativas que faciliten la actividad económica, la agilización de la Administración Pública y la supresión de trámites administrativos o la participación del sector privado en los procedimientos de contratación pública. Otras, a impulsar un proceso de digitalización que favorezca la accesibilidad a los ciudadanos o a promover nuevas normas en materia de residuos y economía circular. Y, por supuesto, atraer inversiones que generen puestos de trabajo.
Hagan los pactos que sean necesarios, pero no nos podemos permitir el lujo de un nuevo gobierno deslavazado y sin una cabeza que coordine, dirija y ‘tire del carro’. Ilusionen con gente nueva que lleguen a la política sin rémoras del pasado y con ganas de servir y no hacer de la política su medio de vida y, sobre todo, pónganse de acuerdo en lo fundamental: el bien común. Tenemos ante nosotros una oportunidad histórica gracias a los Fondos Europeos –el Plan Marshall que nunca tuvo España– y si nuestros políticos –locales y nacionales– son capaces de gestionarlos en tiempo y forma pueden transformar definitivamente a nuestra ciudad. No la desperdicien por intereses partidistas y tengan –como las empresas familiares– visión de largo plazo, compromiso con la sostenibilidad económica, social y medioambiental. En sus manos está que sea una realidad y tengamos un presente y un futuro en Melilla.