Empleo de calidad y el camino del consenso

Cuando hace unos años, leíamos en prensa que Mercadona hacía contratos indefinidos a todos sus trabajadores, nos pareció un hito al que pocas empresas podían aspirar en ese momento. El tiempo les ha dado la razón. Hoy muchas compañías han seguido su ejemplo. En algunos casos, animadas por los incentivos de la Administración y no exclusivamente por voluntad propia, como ha hecho el empresario Juan Roig, demostrando que era viable y, además, rentable.

Mercadona ha dado un paso más y hoy es una de las compañías pioneras en implantar la jornada laboral de cinco días. De esta forma, sus trabajadores podrán disfrutar de 48 horas de descanso semanal e incluso hacer puentes de sábado, domingo y lunes ocho fines de semana al año.

Con el panorama desolador que impera en nuestra economía, esta cadena de supermercados empieza a competir con los puestos de funcionarios. Vamos, que más de un niño responderá sin dudarlo: “De mayor, quiero trabajar en Mercadona”.

De esa generosidad laboral se beneficiarán trabajadores de Melilla. La cadena de supermercados no sólo nos aporta productos competitivos y estabilidad en el empleo. También añade el plus de calidad. Es responsabilidad de todos, especialmente de los consumidores, hacer que esta apuesta por el trabajo digno, sea sostenible en el tiempo.

Por eso no está de más preguntarnos en qué ha quedado el proyecto para abrir un segundo Mercadona en nuestra ciudad. Lo necesitamos como el comer, nunca mejor dicho. Sería, sin dudas, un alivio para nuestro maltrecho panorama laboral.

A la alegría con que los trabajadores de Mercadona han recibido la noticia de la implantación de la jornada 5+2 se opone el desánimo que, según el sindicato UGT, impera entre los agentes de la Policía Local de Melilla. No ha sentado nada bien en el Cuerpo que el presidente Eduardo de Castro controle unas competencias que antes llevaba adelante, con igual resultado, un consejero en exclusiva.

No es el primer tropiezo que tiene el Gobierno del cambio con los sindicatos. Nos consta el malestar de una parte de los representantes de los trabajadores de RTVM con la forma de proceder de la gerencia que lleva las siglas del PSOE. Los socialistas no han encontrado el camino al consenso que sí alcanzó el PP en su etapa en Televisión Melilla. Eso pasa porque hay quien no entiende que los periodistas no somos máquinas de fresado. No hacemos tuercas. Nosotros informamos y creamos estados de opinión. Las informaciones no se pueden medir por tiempos de realización sino por audiencia. De qué sirve sacar cinco reportajes diarios si nadie los ve. Igual merece la pena hacer periodismo de calidad sin los ritmos que se manejan en la empresa privada, pero con más fuentes; más redondo, más completo.

Ese es un lujo que se puede permitir la televisión pública. Pero para eso hay que dejar de pensar como un gestor de banca y hay que negociar con todos, con los representantes sindicales y con los delegados de personal. Todos cuentan. A eso se le llama consenso. Lo demás no sobra, pero tampoco es suficiente.

Nadie tiene que convencerme de que los seres humanos nos resistimos al cambio. Cuesta dejar de hacer las cosas como se vienen haciendo, incluso cuando sabemos que tal y como están no dan los resultados esperados. Pero imponer no es la solución. El diálogo, el sentido y el bien común tienen que estar por encima de las siglas políticas. Al final, todos queremos lo mismo: lo mejor. Disentimos en el camino a recorrer para lograrlo y es ese trayecto el que debemos recorrer con el apoyo de todos.

Nos podemos equivocar. Nos equivocamos todos los días en nuestros trabajos, pero quienes tienen madera de líder se apuntan más aciertos que errores. De eso se trata, de buscar el cambio para bien; de consensuar cada giro; de dialogar con quienes no creen en tus metas. Queda mucho camino por recorrer. Igual hasta da tiempo a rectificar, pero cada minuto cuenta.

Se autoengañan quienes creen que las cosas están hoy mejor que cuando gobernaba Imbroda. No es cierto. Tenemos los mismos problemas de siempre, la frontera cerrada a cal y canto, los billetes del barco por las nubes y una situación económica de ciudad sitiada.

Con toda la razón del mundo, me decía hace unos días una representante del Gobierno que necesitan tiempo para que se noten los resultados de su gestión. Puede que estemos siendo más exigentes con el tripartito de lo que éramos con el Ejecutivo de Imbroda. En mi opinión se debe a que teníamos demasiadas expectativas que no se han cumplido. Creíamos que podían cambiar las cosas sólo con la presencia de nuevos políticos y la práctica está demostrando que no es fácil darle la vuelta a la situación.

No basta con tener ganas de hacer bien las cosas, sino que, además, hay que hacerlas. Que no vengan los Reyes a Melilla y que la Asamblea no haya aprobado una moción que por unanimidad reclame su visita a esta ciudad nos desanima a todos. Nunca hemos tenido tan cerca el apoyo de los Reyes. No podemos perder esta oportunidad.

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