Editorial

Emoción a flor de piel en la frontera de Melilla

Siempre hemos sostenido aquí que la reapertura de la frontera no solo era una cuestión de supervivencia económica sino que tenía un enorme componente sentimental. Si alguien tenía alguna duda sobre esto último, lo ocurrido la noche del lunes a este martes, despeja cualquier incógnita que pudiera existir al respecto.

Cientos de personas atravesaron la frontera de Beni-Enzar camino de Marruecos. En muchos casos eran familias enteras, incluidos bebés, los que pasaban el control. La alegría que se respiraba en las instalaciones fronterizas era patente. Todas las personas a las que preguntamos se mostraban exultantes de felicidad por la apertura. Llaman la atención las dos pequeñas, de enormes sonrisas, que hablaban de abrazar a su abuela.

La emoción estaba a flor de piel en las inmediaciones de Beni-Enzar. Desde horas antes de que se abriera la verja se oían vítores, cánticos..., la gente se agolpaba en la plazoleta que da acceso a la frontera; la mayoría de ella, simples curiosos que querían ver con sus propios ojos que era verdad, que se abría el paso después de 26 meses cerrado. El deseo de cruzar al otro lado saltaba a la vista entre las decenas de melillenses que, desde las cinco de la tarde, aguardaban en sus coches para ser los primeros en la cola.

Y es que resulta muy difícil encontrar un melillense de origen bereber que no tenga familia o amigos al otro lado de la frontera. Siendo así, ¿cómo no van a existir estos lazos sentimentales entre Melilla y su entorno marroquí más inmediato? ¿Cómo no se iba a festejar de ese modo la apertura?

Para Melilla, la jornada de este martes ha sido muy especial: de esas que no se olvidan nunca. Como tampoco olvidarán los militantes y simpatizantes del PSOE la visita que realizó a la ciudad el expresidente y exlíder del partido, José Luis Rodríguez Zapatero. Vino invitado por el ala socialista del Gobierno a la II Semana de la Diversidad Cultural y fue recibido oficialmente por la Ciudad Autónoma antes de pronunciar su conferencia ante un Salón Dorado lleno de personas interesadas en sus opiniones sobre diversidad, convivencia, democracia.

Zapatero, además, se mostró muy confiado en el futuro de Melilla como ciudad española y negó que la cuestión sobre el Sáhara pueda tener alguna repercusión negativa sobre los melillenses, como vaticinan algunos políticos y expertos en geopolítica.

Así que este martes, 17 de mayo, ha sido un día intenso para los melillenses, uno de esos que se tendrán en cuenta por los historiadores dentro de 50 años cuando quieran consultar cómo fue la reapertura de la frontera y se encuentren con que, además, no solo se abrió el paso a Marruecos sino que hasta estuvo un expresidente del Gobierno en Melilla.

 

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