El cirujano Emilio Buendía cree que la gestión sanitaria en Melilla “se ha deteriorado” y su organización es “ineficiente” y la compara con “un iceberg donde lo sumergido es muchísimo mayor que lo visible”.
Buendía ha publicado un análisis sobre la ‘Situación sanitaria de Melilla: el abismo ante el pueblo de Melilla’ en el que explica que el sistema sanitario no queda al margen de “la depauperación global, económica, vital y colectiva por la que circula la ciudad”. En este sentido, critica que las “dificultades” que arrastra el sistema impide que se cumpla el concepto de equidad, esto es, que los ciudadanos tengan las mismas soluciones independientemente del lugar de España donde vivan.
Así, el cirujano comienza su análisis hablando de la atención primaria, que se encuentra, en su opinión, “en un pozo” debido a que “faltan cada día más médicos de familia en sus plazas”, como pueden corroborar el Colegio de Médicos y el Sindicato Médico de Melilla después de todo este tiempo de huelga.
Asegura Buendía que esta es una situación que viene de hace mucho tiempo y que no ha importado el color del Gobierno central que haya habido en España, que cabe recordar que es el que tiene las competencias de la sanidad en las dos ciudades autónomas. Recuerda que en 1980, cuando él llegó a Melilla, no había hemodiálisis y los cuatro pacientes que necesitaban esta terapia –al menos tres veces a la semana- habían de ser trasladados a la península con esa frecuencia. La otra opción era irse a vivir fuera.
Cuando se estableció la unidad, que sigue funcionando hoy en día, “pasamos de Guatemala a Guatepeor”, apunta, debido a la atención a los ciudadanos marroquíes, cuando la situación en la frontera era diferente, y que “faltaban horas o aparatos para incluir a todos los pacientes que necesitaban la terapia” debido al incremento de la demanda. En este sentido, subraya que la hemodiálisis requiere de unas cuatro horas al día de media durante tres o cuatro veces por semana.
Tras hacer hincapié en la falta de personal y opinar que muchas de las deficiencias serían “fácilmente solucionables” y que los servicios que faltan podrían implementarse sin demasiados problemas en la “Pirámide de Keops” –así se refiere al “¿próximo?” Hospital Universitario por la tardanza en su puesta en marcha-, Buendía anota que, aunque Melilla no tenga una pirámide poblacional tan envejecida como otros lugares del país, “su aislamiento aumenta progresivamente las necesidades de cuidados de pacientes crónicos”.
En este sentido, califica como “prevalentes” la arterioesclerosis, la diabetes y la hipertensión arterial, así como el deterioro cognitivo y la dependencia de los autocuidados. Por si esto fuera poco, el cirujano apunta que “la patología cardiovascular y neurológica es de ascensión galopante y el personal que debe atenderlos cada vez es más difícil de convencer para que se quede en la ciudad”.
Buendía repasa algunas otras carencias del Hospital Comarcal y, en general, del sistema sanitario en Melilla. En primer lugar, que no hay no ya cirugía cardiovascular, sino vascular a secas y que, aunque este punto debería quedar resuelto cuando comience a funcionar el nuevo Hospital, cree que no será así, si bien le gustaría “estar equivocado”.
Segundo, cuenta que no hay cirugía plástica y reparadora, como si en Melilla no se precisaran injertos de piel quemada, ni extirpación de tumores de piel, ni técnicas reconstructivas mamarias después de cirugía. En este punto, cree que se podrían evitar los desplazamientos a la península sin ningún aparataje específico, sino tan sólo con uno o dos cirujanos.
Tampoco existe, prosigue, radiología invasiva vascular e ironiza con que “aquí nadie necesita cateterismos cardíacos y colocación de Stents”. La solución para que no sea necesario salir de Melilla para recibir tratamiento, otra vez, insiste Buendía, es contratar a personal de alta cualificación y a cardiólogos especializados en recuperar músculos cardíacos en riesgo de fallar, especialmente porque es “una de las causas de muerte más prevalentes en la sociedad occidental”.
En cuarto lugar, por lo que se refiere a la radiología invasiva, el cirujano dice que sólo hay dos radiólogos “adiestrados” y que, además, “no están de forma continuada”.
Otro problema que menciona Buendía es que no hay ortopodólogos en una consulta del pie del diabético e integridad cutánea “que lucha como puede para salvar miembros y funciones y que lleva todas las ulceraciones, sean del origen que sean”. Por ello, avisa de que muchos pacientes crónicos que no pueden costearse tratamientos preventivos en sus pies para evitar la reulceración por sus bajos niveles económicos y de nivel sociocultural terminan recayendo.
Y finalmente está el asunto de la dermatología, donde hay que recordar que había una sola dermatóloga que ya se marchó y quien quiere ser atendido debe marcharse a Nador, donde está el doctor El Alaui, o a centros peninsulares.
Todo ello, añade, por no mencionar las listas de espera.
En conclusión, Buendía cree que el Gobierno debería “ponerse las pilas e intentar paliar en lo posible la tremenda falta de equidad” en la atención sanitaria en Melilla. Muchos de estos servicios, cree, podrían proveerse en la nueva “Catedral de Burgos”, como denomina al Hospital Universitario, que, citando al ex dirigente socialista Fidel Moga, “caído en desgracia ante la Delegación del Gobierno de Sabrina Moh”, es, sin duda, “la obra pública peor gestionada por los gobiernos del PSOE y del PP, con 12 ministros que fueron incapaces de poner en funcionamiento una estructura sanitaria para dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos y de los profesionales que desarrollan esta atención ante la grave presión asistencial en áreas críticas como servicio de urgencias, toco ginecología (hasta el cierre de fronteras) y pediatría/neonatología, así como las crisis pandémicas de covid desde 2020, con colapso de camas UCI/infecciosos de pacientes respiratorios durante 2020 y 2021”.
Para terminar, el cirujano pide al PP y al PSOE que dejen de atribuirse el “mérito” sobre el Hospital Universitario y de “enfrentamientos” que ya tienen “aburridos y hastiados” a los profesionales sanitarios, porque, al fin y al cabo, “que este hospital se gestase en 2007 y estemos en 2024 significa que llevamos casi 18 años con esta desgracia, que parece la muerte a pellizcos y demuestra la más profunda inoperancia e ineficacia de los gestores sanitarios y administradores de los recursos”.
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