La emigración rifeña hacia España se ha reactivado desde mediados del año pasado y un estudio independiente ha contado al menos 1.766 personas procedentes de esta región del norte de Marruecos que llegaron clandestinamente a las costas del sur de España en los últimos seis meses. El recuento ha sido hecho por activistas rifeños coordinados por la Asociación sociocultural Rala Buya, radicada en Málaga y que defiende la cultura rifeña y ayuda a los emigrantes llegados desde esta región marroquí.
La gran mayoría de estos emigrantes embarcaron desde las costas de tres provincias, Alhucemas, Driuech y Nador, en las que vive más de un millón de habitantes, y casi todos fueron rescatados por los servicios de Salvamento Marítimo una vez localizados en aguas españolas. El pico de las salidas se registró el pasado mes de octubre con 332 emigrantes, entre ellos tres familias enteras. En uno de los casos, una patera estaba ocupada por el padre, la madre, sus dos hijos y tres hermanas del marido.
En la mayoría de los casos, según coinciden las distintas fuentes consultadas por Efe, estos emigrantes no recurren a las redes de emigración ilegal, sino que ahorran dinero y compran juntos una patera o una moto acuática, además del combustible necesario, y esperan el momento propicio para desembarcar. Algunas otras veces salen con aparente normalidad en barcos de pesca hasta que llegan a aguas internacionales y desde ahí continúan su viaje en pequeñas lanchas neumáticas hasta alcanzar las costas españolas.
La emigración de mujeres y familias en pateras es un fenómeno novedoso en el Rif, como lo es el hecho de que algunas de las emigrantes viajan estando embarazadas, como la esposa del activista rifeño Jaled al Baraka, que acaba de llegar a la península con su marido en una patera el pasado 22 de diciembre.
El caso de Baraka sirve para explicar algunas de las razones específicas de esta emigración rifeña, que las diferencian de las meras causas económicas. Tras llegar al territorio español, Baraka difundió un vídeo en el que detalló que se trata de su quinta llegada a Europa en patera y que los cuatro anteriores terminaron mal porque fue devuelto a su país. Pero los sucesos de 2017 le hicieron albergar nuevas esperanzas: aquel año, el Rif fue escenario de una revuelta social sin precedentes cuando miles de personas salieron a las calles durante varios meses para reclamar empleos e inversiones en esta región históricamente marginada, pero las revueltas fueron sofocadas y terminaron con cientos de personas en la cárcel.
"Durante las protestas del Rif, decidí quedarme en Marruecos, creí que era posible conseguir nuestras reivindicaciones y mejorar la situación, por eso me casé el pasado junio. Pero no hay esperanzas, porque la marginación y la represión continúan", precisó. Su único "capital" era su barca de pesca, así que decidió equiparla con un motor y subió en él con su mujer, embarazada de seis meses, y un amigo. "No era lo que yo quería, ¿quién acepta aventurarse con su hijo en el mar?. El golpe de una ola nos podría haber matado. Si nos hemos ido es porque nos vimos forzados a hacerlo. Nos ha expulsado la amarga realidad", lamentó.
Aunque los focos de la crisis migratoria se han concentrado durante 2020 sobre las pateras que llegan a las Islas Canarias, los emigrantes que salen las costas norteñas de Marruecos y de Argelia continuaron haciéndolo, aunque no tengan visibilidad. En 2020, y según los datos de Frontex, llegaron a España por la llamada "ruta mediterránea" 17.057 emigrantes, de los que 3.566 eran marroquíes; la Cruz Roja, por su parte, ha contado solo en Motril 1.789 llegadas, de las que aproximadamente la mitad eran marroquíes. El estudio realizado sobre los emigrantes rifeños revela que las playas de Motril han sido las elegidas por la mayoría de las pateras que salen de las costas rifeñas, y muy por detrás viene Almería, y casi todos ellos fueron rescatados por Salvamento Marítimo e ingresados posteriormente en diferentes centros andaluces de acogida y atención temporal.
Ante esa presión migratoria en Motril, el Gobierno español anunció que creará allí un nuevo centro de atención temporal, además de otro en Cartagena (Murcia), ya que debido a la situación generalizada por el coronavirus las autoridades prorrogan la estancia de los emigrantes en esos centros. La ruta mediterránea, con ser más segura que la canaria, también es arriesgada: según el último informe de la ONG española Caminando Fronteras, 62 personas murieron en alta mar en 2020 en el mar de Alborán en distintos naufragios.
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