Editorial

Elecciones, religión y voto por correo

La campaña electoral en Melilla, que podía calificarse de ‘guante blanco’ hasta la irrupción, el jueves por la noche, del polémico vídeo de CpM contra el PP, ha entrado, en las últimas 24 horas, en un desbarre precipitado, impropio de un sistema democrático como el nuestro.

Ayer, una publicación en redes sociales, atribuida a la candidata número 5 de CpM para las municipales, Yonaida Sel-Lam, ponía en solfa el cariz democrático de los cepemistas, al realizar un llamamiento al voto invocando principios del Islam.

Asimismo, un vídeo en circulación vía whatsapp, mostraba a una de las actuales diputadas cepemistas en la Asamblea de Melilla, llamando al voto identitario de los musulmanes melillenses a favor de los candidatos por CpM en las presentes elecciones.

Los hechos comentados no sólo han servido para tensar y desvirtuar una campaña que, en su singularidad por coincidir con la Semana Santa y la proximidad de las municipales, había venido sucediéndose con nulos sobresaltos y extrema limpieza.

Más allá de poner un colofón conflictivo al período electoral, los aludidos vídeos llaman a la preocupación y exigen una intervención que, de un lado, acabe para siempre con los posibles manejos del voto por correo y, de otro, destierre cualquier intento de subvertir la democracia en función de valores religiosos o étnicos, totalmente contrarios a una sociedad plural, diversa y democrática como la que debe reforzar los principios de nuestra pacífica convivencia.

Melilla es una ciudad conformada por dos comunidades mayoritarias, pero esta realidad no debe servir a la libanización ni al enfrentamiento entre comunidades, sino a la construcción de una sociedad común, que en su diversidad encuentra su principal fortaleza.

Hoy, más de 50.000 melillenses están llamados a ejercer su derecho al voto, y deben hacerlo sin reparar en otra idea que en la de construir un país, una ciudad y un futuro, más justo e igualitario para todos. No caben las diferencias por cuestiones de origen, de credos ni procedencias. Establecer distinciones en dicho sentido y llamar al voto desde principios religiosos, es un juego peligroso que pone en serio riesgo nuestro presente y asesta un golpe mortal a nuestro futuro.

Por eso, hoy, por Melilla y por el conjunto de nuestro país, el voto ha de ser ante todo inteligente. Sin condicionantes religiosos, identitarios ni de ningún otro tipo, que puedan poner en peligro la pluralidad y diversidad que nos engrandece como melillenses y españoles.

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