El clima político local anda bastante sosegado. Se nota que en estas elecciones ganadores y perdedores parecen que han asumido sus papeles y que, todo lo demás, no es otra cosa que cumplir con las obligaciones inevitables ante toda cita electoral democrática que se precie de serlo.
Se está notando mucho también que CpM ande prácticamente mising, no se sabe si bajo shock aún por no haber logrado lo que esperaba de las pasadas elecciones de mayo o bien porque sigue tanteando cuál debe ser su papel ante la mayoría monolítica del PP que se avecina.
El caso es que estas elecciones no tienen nada que ver con las que se celebraron hace poco menos de cuatro años, cuando los cepemistas junto al PSOE quisieron, como en mayo pasado, emplear todos los recursos a su alcance para arrebatar la mayoría de votos que desde el año 96 vienen consiguiendo de continuo todos los candidatos populares a unas elecciones generales.
Esta vez ni se prometen cartas asegurando trabajando a los parados a costa de los Planes de Empleo Públicos de la Delegación del Gobierno –que por cierto ya se han resuelto con antelación a las votaciones-, ni tampoco nuevas maniobras que hagan quintuplicar inusitadamente la participación de los electores mediante el sistema del voto por correo.
La campaña electoral, que además se anuncia austera, promete no centrarse en otra cosa que en mensajes mediante ruedas de prensa y posibles visitas de altos cargos de partido que conlleven algún impacto electoral. La principal, la de Rajoy, que servirá para sellar su compromiso con Melilla y demostrar que, incluso cuando se toca tan cercano el poder, el líder de los populares no posterga a nuestra ciudad.
Todo indica que la distancia entre PP y PSOE va a aproximarse a la que habitualmente se ha venido produciendo desde el año 96 y no a la mínima diferencia de votos, de poco menos de 300 sufragios, que se registró en el 2008, cuando el candidato socialista Gregorio Escobar –a la postre delegado del Gobierno y hoy miembro del grupo del PSOE en la Asamblea de la Ciudad- se presentó en abierta oposición al popular Antonio Gutiérrez, como se sabe diputado nacional por Melilla desde hace 15 años.
El único aire fresco de esta campaña, la única voz diferente la aportan los minoritarios de UPyD y Equo. Los ecologistas de la ciudad, infatigables, hacen bueno su compromiso y no se acomodan en la simple pose.
Ayer, Día Mundial contra la Pobreza, se puso de manifiesto por otra parte que Melilla tiene a un 41% de su población al borde de la exclusión social, lo que sitúa a una gran parte de melillenses en el umbral de la pobreza y al albur de un desalentador contexto de mayor y mas palpable crisis económica en nuestro ámbito local.
La Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, EAPN-Melilla, advirtió por ello de la necesidad de actuar frente a una situación cada vez más mayoritaria, que anda desbancando progresivamente a muchos melillenses de una vida relativamente estable en lo que a cobertura de niveles básicos y primarios de las necesidades humanas se refiere.
En el marco que dibujó la EAPN se incide especialmente en quienes están perdiendo sus hogares y la capacidad mínima para poder subsistir junto a sus familias a causa de la falta de trabajo. Como decía ayer la consejera de Bienestar Social, los efectos de la crisis se notan hoy en día con mayor crudeza en nuestra ciudad, algo que lejos de ser un reflejo tardío de los problemas económicos en el conjunto de España, es de una gravedad mayor por las situaciones endémicas de paro y pobreza que de por sí registra Melilla desde mucho antes de la actual crisis.
Lo anterior no sólo proyecta un escenario preocupante; añade un factor muy problemático a una sociedad con extremos desequilibrios y en la que el 50% de su población activa está empleada o depende de la Administración Pública, lo que, aún con los recortes, no deja de implicar estabilidad laboral y buen sueldo gracias a los pluses en concepto de indemnización por residencia.
Es más que lógico, por tanto, que la EAPN recordara ayer que asumir un manifiesto en pro de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, como hizo la Asamblea local hace un año prácticamente, no es una mera declaración con la que quedar bien ante los medios de comunicación y la opinión pública. Hay que tomar medidas y, como dice el presidente de la Ciudad, resulta innegable que se necesita del apoyo decidido del Gobierno central, pero también una metodología y un plan de acción desde la Ciudad, que empiece a trazar el camino y proponga metas claras y urgentes.
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