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El zoco electoral y la inhabilitación de Velázquez

Entre condenados, imputados e inhabilitados; cambios forzosos y forzados en las listas electorales; renuncias voluntarias o involuntarias a seguir formando parte de listas electorales por motivos escabrosos; e intentos de boicot desde Melilla y Marruecos a actos electorales, la verdad, ni sé por dónde empezar a la hora de enfrentarme a este artículo.
Ayer el día se prometía movidito, porque los actos y noticias de orden político competían en exceso con una agenda de actos sociales y culturales más que imparable. Todo lo previsible resultó poco cuando por la tarde volvió a deshojarse la margarita sobre el auténtico alcance de la inhabilitación del expresidente del PP y de la Ciudad, Ignacio Velázquez, para concurrir como candidato electoral a las elecciones del 22-M.
Desde que se supo del primer auto que, singularmente, restringía su inhabilitación al cargo de presidente de la Ciudad pero no así al de candidato a diputado electo de la Asamblea de Melilla, ya vaticiné que estábamos ante una compleja batalla judicial que no había hecho más que empezar.
Efectivamente, frente al tortuoso auto del Juzgado de lo Penal nº2 de Melilla, en el que se realizó de forma harto sui generis una aplicación jurídica de la legislación vigente más propia de tiempos feudales en los que prevalecía el principio de derecho personal o estamental frente al principio más moderno de aplicación territorial de la ley –por igual para todos los que se circunscriben a un mismo territorio-, un nuevo dictamen, emitido ayer tarde, con carácter “firme e inapelable”, deja claro que Velázquez no puede concurrir en ningún caso y en ningún puesto de ninguna lista electoral al 22-M.
Tan sólo es posible que la situación varíe si, singularmente también, se obra el beneficio del indulto express pretendido por el inhabilitado Velázquez ante el Gobierno Zapatero, o en aplicación de la solicitud de amparo ante el Tribunal Constitucional, prevista por la legislación vigente, finalmente se produce un nuevo dictamen en contrario.
El enredo político-jurídico en el que está sumergida la presente precampaña es tan monumental que, de seguro, debe andar volviendo locos a los electores.
Hasta ahora y en lo que a Velázquez respecta se han producido tres dictámenes judiciales, dos de ellos en sentido similar y un tercero, en principio definitivo, en sentido contrario a los anteriores. Un primer juez, el titular del Juzgado de lo Penal nº2, falló que Velázquez no podría aspirar a ser presidente de la Ciudad pero sí diputado de la Asamblea de Melilla. Posteriormente la Junta Electoral de Zona (JEZ) falló que la pretensión de Velázquez de encabezar la candidatura de su nuevo partido, Populares en Libertad, no era admisible, y le forzó a intercambiarse con el número 2 de su lista, Julio Liarte, para que pudiera ser admitida oficialmente.
Finalmente, en la tarde de ayer, poco antes de las 19.00 horas, se cita al PP, que recurrió la proclamación de la misma candidatura del PPL, así como al nuevo Populares en Libertad, para notificarles el nuevo auto del Juzgado Contencioso-Administrativo nº 2 de Melilla que, en virtud de lo previsto en la Ley Orgánica de Régimen Electoral General (LOREG), constituye la Jurisdicción competente en los recursos contra las candidaturas proclamadas formalmente por las Juntas Electorales.
Un galimatías que nos lleva a una sentencia “firme e inapelable” por la que se impide a Velázquez presentarse a las elecciones, pero que sin embargo no provoca sorpresas en atención a la misma LOREG, donde se cataloga como personas no susceptibles de poder se elegidas a quienes, como el aludido Velázquez, están incursos en una condena por prevaricación que conlleva inhabilitación especial para el ejercicio de cargo público.
Por tanto, y en espera de que puedan producirse nuevos dictámenes en contrario –lo que sin ser probable tampoco debe ser descartado a la vista de tanto enredo y contradicciones legales-, parece que el proyecto del expresidente Velázquez, el nuevo Populares en Libertad creado como un arma arrojadiza contra su antiguo partido, el PP, se ha quedado sin su principal banderín de enganche.
Ahora queda por ver si sus seguidores dan o no crédito al mismo Velázquez cuando éste asegura que si se embarcó de tal modo en estas elecciones era porque estaba convencido de que ya no estaba inhabilitado para el ejercicio de cargo público.
Algunos de sus amigos más cercanos ya me aseguraron que si lo contrario llegaba a probarse alguna vez, jamás volverían a dirigirle la palabra. Por lo pronto, muchos de ellos no le han seguido en su nueva trayectoria, mientras sí lo andan haciendo con fervor extremo otros que, por el contrario, en sus tiempos de presidente de la Ciudad, obraron contra él casi con la misma inquina y feroz oposición con la que ahora obran contra Imbroda. Pero esto, tampoco me sorprende, porque la política crea y destroza alianzas en función de las circunstancias y da tantas vueltas como la vida misma. En fin, lo que ya he dicho otras veces: Ojalá llegue pronto el 22-M.

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