Benkirán, que viaja mañana a nuestro país, asegura que Marruecos no aceptará que el terrorismo se desarrolle en su país ni en sus fronteras y se opondrán a él allá donde puedan
El presidente del Gobierno marroquí, Abdelilah Benkirán, que mañana viajará a España, aseguró ayer que su país soporta todo el peso del control migratorio y prometió una lucha sin cuartel contra el yihadismo. También afirmó que España “sabe que el Sáhara es parte de Marruecos”.
–El control de la emigración clandestina es preocupación compartida entre los gobiernos de Marruecos y España. ¿Recibe Marruecos suficiente apoyo y recursos de la UE para ejercer de gendarme de las fronteras europeas?
–Marruecos no es el gendarme de la Unión Europea, pero considera que tiene un papel, porque la emigración, tal como sucede en el resto del mundo, acaba a veces en tragedias. Entonces, impedir que eso suceda es también un deber. Parece que Europa no puede acoger a todos los que desean venir a instalarse en su territorio, y tiene razón. Tenemos una relación de amistad con Europa, y dado que somos un país muy cercano, eso nos obliga a desempeñar un papel para atenuar este fenómeno. Desde hace unos diez años tenemos un sistema que permite efectivamente limitar el número de personas que logran pasar al otro lado (...) ¿Participa Europa suficientemente? Ciertamente no, por supuesto que no: No participa lo suficiente. Es nuestro sistema el que ha evitado que las pateras, como pasaba antes, naufraguen en el Mediterráneo. Controlar y limitar este fenómeno nos cuesta muy caro, unos 60 millones de dólares al año si mal no recuerdo, y solo nos ha sido financiado por Europa una vez, al principio. Pero no va a ser un tema de debate (en las reuniones de España).
–La policía española y la marroquí trabajan de la mano contra el yihadismo. Sin embargo, la captación de simpatizantes aumenta, sobre todo en la región que va de Ceuta a Castillejos y Tetuán. ¿No será que el enfoque policial es insuficiente?
–La prensa siempre toma el lado malo de las cosas... Hoy las relaciones entre Marruecos y España, que siempre fueron buenas salvo algunas perturbaciones, son mejores que nunca. En el fondo hay algo llamado confianza, y esto es algo muy importante, en toda relación, y sobre todo en las internacionales. Eso es lo que yo veo: El lado benéfico y positivo de esta confianza, llamada a desarrollarse: Cuanta más confianza, más positiva será nuestra cooperación. Respecto a esta lacra (el yihadismo) a la que nos enfrentamos, es un problema, porque hay personas a las que se les mete en la cabeza hacer la yihad, y no encuentran mejor manera que inmolarse y matar a civiles sin ninguna relación. Es una desgracia que debe ser impedida, y no repararemos en medios: Para nosotros, todo lo que sea la seguridad de Marruecos, de los españoles o franceses y de los seres humanos, eso es algo sagrado. Jamás aceptaremos que esto se desarrolle en nuestro suelo ni en nuestras fronteras y allá donde podamos oponernos, lo haremos.
–España se mantiene estrictamente neutral en la cuestión del Sáhara. ¿Desearía Marruecos una mayor comprensión de sus tesis, más parecida por ejemplo a la francesa?
–Marruecos comprende a España, comprende el problema que tiene para tratar temas como éste; España conoce muy bien el tema (del Sáhara) porque estuvo allí. Sabe que es parte de Marruecos. Pensamos que es legítimo que las posiciones evolucionen en el buen sentido, aunque haya intereses, relaciones con otros vecinos. No queremos molestar a España, que es un país amigo y vecino con el que tenemos muchos intereses comunes. Es evidente, y dado que consideramos que nuestra posición es justa, y lo es, que habríamos preferido y esperado que el papel de España vaya más en el sentido de una reconciliación para así acabar con un problema que es falso, porque tiene otras causas que no tienen nada que ver con él, contrariamente a lo que van propagando nuestros adversarios.
–Durante el reciente accidente de los montañeros españoles en el Atlas, vimos reproducirse muchos tópicos racistas en España, poniendo en duda la capacidad y la voluntad de Marruecos de salvarlos. ¿Cree usted que los prejuicios antimarroquíes persisten en España?
–Le diré algo: Jamás en mi vida recuerdo una sola vez que en mi casa, mi familia o mi barrio (y vengo de un medio popular) alguien haya tratado de ponernos contra los españoles. En Marruecos, y sobre todo en el norte, los españoles son bien percibidos, no son para nada un enemigo. Por otro lado, el marroquí concibe su historia de manera positiva, el periodo colonial le duele, ya sea español o francés, pero lo asume y digiere y lo va olvidando. Ciertamente hay cosas que hacen más daño que otras, como lo que pasó en el Rif, pero en la globalidad el marroquí es un hombre que lo supera.
Desgraciadamente, en el otro lado (España) existen a veces ciertos activistas que han jugado sobre sentimientos tal vez muy antiguos y que ya no tienen razón de ser. Miremos al porvenir: El Mediterráneo como un mar que une y no separa, y en él las relaciones entre España y Marruecos convertidas en un ejemplo para los demás.
–¿Le preocupan los nuevos partidos emergentes en España en lo que respecta a las relaciones bilaterales?
–Cuando aceptamos la democracia, aceptamos sus resultados. España es un país democrático, donde las cosas evolucionan de cierta manera. Es razonable tener preocupación mientras no sepamos cuál es realmente la posición de los partidos que pueden venir, pero el interés de las dos naciones acabará siendo una razón primordial. No sé si yo estaré aquí, ni cuál será su parte de poder, pero los dos estados saben que ya no habrá vuelta atrás.
–La comunidad marroquí en España es numerosa, cerca de 800.000 personas, pero algunos consideran que está infrarrepresentada. ¿Qué puede hacer para ganar en reconocimiento e integración?
–Si tengo algo que decir, lo diré a los mismos marroquíes. Debe usted saber que tenemos entre cuatro y cinco millones de residentes en el extranjero. Lo esencial es seguir siendo fieles a sí mismos, trabajar seriamente, ser positivos en su sociedad y representar bien a su país y su cultura. Si lo siguen haciendo, serán bien percibidos en sus sociedades y su situación mejorará por sí misma.
–Los imanes marroquíes que trabajan en mezquitas españolas tienen un pobre conocimiento de la sociedad de acogida. ¿Cómo conciliar su trabajo para representar el Islam marroquí en el seno de una cultura española laica?
–Ese problema no es propio de España, lo tenemos en otros países también. A veces hay imanes con poca relación con las sociedades en que viven, llegan directos de Marruecos a una mezquita donde viven y trabajan, en un espacio muy limitado, y no han recibido formación específica. En el futuro debemos encontrar imanes más enterados, más en contacto con la modernidad, con la sociedad, que puedan desempeñar un papel más positivo (...) Los musulmanes están bien preparados para vivir en esas sociedades, la moderación del rito maleki está en la naturaleza del marroquí, una moderación madurada durante siglos, y el imán tiene el papel de afinar este sentimiento. Hay riesgos, claro, en un mundo hiperconectado, de radicalismo, de personas que caen en el integrismo y el terrorismo, como sucedió con ETA o con las Brigadas Rojas, pero lo esencial es minimizar los riesgos e impedir los ataques que puedan perjudicar a la población.
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