Dos testigos presenciales aseguran que vieron “sin dudas” al procesado, un inmigrante tunecino, con un cuchillo en la mano en el lugar de los hechos. El compañero de celda de R.I. en la prisión de Melilla asegura que le confesó el crimen.
El único procesado, R.I., por la muerte de un inmigrante argelino, A.Z., el 15 de marzo de 2012 en Melilla aseguró ayer que ha sido un ‘complot’ contra su persona por parte de compatriotas de la víctima. Declaró ante el jurado que otro inmigrante argelino del CETI con el que había tenido problemas dentro del centro, que cree que se llama ‘Farid’, le dijo que se culpara de un crimen que no había cometido. Sin embargo, en el juicio que comenzó ayer en la Audiencia Provincial se tendrá que dirimir el origen de la sangre que supuestamente se encontró en el pantalón del acusado y que reconoció como suyo, entre otras pruebas esenciales de la investigación.
R.I., un ciudadano de Túnez, fue el único detenido por la muerte de un argelino en marzo de 2012 y se enfrenta a 12 años de prisión, que es la solicitud de la Fiscalía por un delito de homicidio.
El jurado popular, formado por once melillenses, dos de ellos suplentes, escuchó ayer la declaración del tunecino, la de los dos subsaharianos que fueron testigos presenciales de los hechos y la del compañero de celda del acusado en la prisión de Melilla.
El ‘complot’
El procesado negó haber sido autor de la muerte del inmigrante argelino a causa de una puñalada que le atravesó el corazón. Los hechos ocurrieron frente al contenedor donde habitaba a modo de vivienda después de haber abandonado tiempo atrás el Centro de Estancia Temporal de Inmigrante (CETI) por unos problemas con varios ciudadanos argelinos, según explicó al jurado ayer.
La noche del 15 de marzo de 2012 explicó que fue hasta Melilla La Vieja para intentar ‘colarse’ como polizón en alguno de los buques que conectan Melilla con la península. Sin embargo, antes de llegar al puerto se encontró con unos menores que le informaron de que había mucha vigilancia aquella noche y que la Policía Portuaria estaba “pegando” a los inmigrantes que intentaban abordar el buque, según la declaración del tunecino.
Es por ello que volvió sobre sus pasos y se dirigió al contenedor donde habitualmente dormía, ubicado en la Pista de Carros, en el poblado de chabolas que en aquellas fechas había en las márgenes del río de Oro frente al Cerro de Palma Santa. En el habitáculo el acusado convivía con una familia argelina, formada por el matrimonio y dos hijos, y con los que mantenía buena relación. De hecho, la madre y uno de los hijos también fueron testigos presenciales de la pelea en la que supuestamente estaría implicado el acusado, pero ésta no ha declarado en la causa contra el tunecino.
Negó haber escuchado gritos o golpes del exterior mientras cenaba dentro del contenedor. Aseguró que en la zona, poco iluminada, únicamente había un vehículo del que se apearon dos personas con linternas en la mano. Explicó que mientras dormía, la Guardia Civil llamó a la puerta acompañada del llamado ‘Farid’ que le acusó de la muerte de su compatriota. Los agentes de la Benemérita le detuvieron, le ficharon y al poco tiempo le dejaron en libertad, mientras continuaban las pesquisas. El acusado declaró que volvió al contenedor y poco después la Guardia Civil regresó, esta vez, acompañado de dos ciudadanos subsaharianos que también le acusaron.
Es por ello que, mientras el acusado ha estado en la cárcel de Melilla, cree que fue el llamado ‘Farid’, con el que había tenido problemas en el CETI, el que mató a la víctima y junto con los dos subsaharianos le culpan a él. Además, insistió en que no entiende por qué la Guardia Civil no ha investigado en todo este tiempo a este inmigrante argelino que le quiso incriminar.
La ‘confesión’ en la celda
R.I. negó haber confesado a su compañero de celda el crimen y que únicamente le leían los autos que le enviaban desde el Juzgado sobre su caso. También fue preguntado por la sangre que se halló en sus pantalones, presuntamente de la víctima. El acusado aseguró que la sangre es suya, fruto de unos cortes que se había hecho 20 días antes y negó la versión de los hechos dada por la Fiscalía, que afirmó que la sangre pertenece a la víctima porque limpió con su mano el cuchillo con el que le había asestado la puñalada mortal y se limpió en el pantalón.
“Su intención no era matarle”
Desde el Centro Penitenciario de Salamanca, el testigo protegido, quien fuera compañero de celda en la prisión de Melilla del acusado aseguró que éste le confesó el crimen con detalle. De hecho, cuando fue trasladado de centro penitenciario envió una carta a la Fiscalía de Melilla informando de la confesión del crimen que R.I. le había hecho. En la sesión de ayer, este testigo protegido declaró que si bien el procesado había matado al ciudadano argelino ésta no era su intención. “Dios dice que tiene que decir la verdad porque así Dios te ayuda. Yo le quiero como a un hermano (en referencia al acusado). Lo hago para ayudarle porque lo hizo sin querer”, aseguró.
El testigo protegido afirmó que después de tener la discusión con la víctima, el acusado se fue por la ribera del río hacia el puesto fronterizo de Farhana y volvió al contenedor donde vivía porque pensaba que el argelino no había muerto. “No quiso matarle, pero pasó así”, reiteró el testigo en su comparecencia ante el jurado.
Al parecer, R.I. discutió con el ciudadano argelino porque éste quería dormir también en el contenedor a lo que el acusado supuestamente se habría negado. Siempre según la versión de este testigo protegido, el procesado golpeó en primera instancia a la víctima con una barra de hierro y luego cogió un cuchillo. Declaró que dos ciudadanos subsaharianos fueron testigos únicamente de cómo la víctima cayó al suelo, sangrando, mientras su agresor huía del lugar.
Los testigos presenciales
Uno de los dos subsaharianos que fueron testigos presenciales de los hechos relató ante el jurado que vio “sin dudas” al acusado con un cuchillo en la mano y peleando con la víctima. Según la versión de los hechos de este inmigrante, el agresor hizo ademán de apuñalar a la víctima, mientras ésta intentaba huir del lugar para pedir ayuda. Sin embargo, no pudo hacerlo pues cayó de rodillas al suelo con la ropa manchada de sangre.
Este testigo aseguró que estuvo todo el tiempo acompañado por otro inmigrante, también subsahariano, que salió corriendo a pedir ayuda, mientras él se quedó auxiliando a la víctima que “agonizaba” en el suelo.
El abogado defensor insistió mucho en sus preguntas sobre cómo le fue posible a este testigo reconocer al acusado, teniendo en cuenta la escasa iluminación del lugar la noche de los hechos. El subsahariano fue contundente en todo momento y aseguró que, a pesar de la poca luz del lugar, pudo ver perfectamente al acusado mientras peleaba con la víctima durante seis o diez minutos.
El segundo subsahariano testigo de los hechos no compareció, al encontrarse fuera de la ciudad, pero su declaración judicial fue visionada en la sala. En la grabación la versión de los hechos de este testigo coincidió con la ofrecida anteriormente por el primer testigo. Se acercaron al lugar tras escuchar gritos y si bien no vieron al acusado asestar la puñalada a la víctima, aseguró que vieron cómo ésta caía de rodillas al suelo manchado de sangre, mientras el agresor huía del lugar. Fue él el que fue al CETI para pedir ayuda y no regresó al lugar, salvo cuando acompañó a la Guardia Civil para detener al acusado.
La defensa afirma que hay anomalías en la investigación
Antes de comenzar el juicio con las diversas comparecencias, el Ministerio Fiscal y el abogado defensor expusieron al jurado popular las líneas principales del caso. La fiscal sostuvo que existen pruebas “suficientes y contundentes” de que R.I. es culpable de la muerte del ciudadano argelino A.Z., tras mantener una discusión “sin motivo conocido o justificado”. Explicó que como Ministerio Fiscal defiende la Ley y aseguró que la acusación que sostiene contra el tunecino procesado se basa en toda una investigación llevada a cabo durante año y medio. Los puntos fuertes de la acusación de la Fiscalía son los testigos presenciales de los hechos, el compañero de celda al que supuestamente el acusado confesó el crimen y los pantalones presuntamente manchados de sangre de la víctima.
Por su parte, el abogado defensor sostuvo que en la investigación existen algunas “anomalías”, en especial, en las ruedas de identificación en las que supuestamente los testigos identificaron al acusado como autor del homicidio. El letrado no se explica cómo la Guardia Civil realizó la rueda de reconocimiento sin cambiar de lugar a su cliente en las dos ocasiones en las que los testigos le identificaron tras un cristal ahumado. Además, puso en duda que los testigos presenciales pudieran ver la cara del agresor teniendo en cuenta la escasa iluminación en la zona y que era casi medianoche.
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