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El último y soporífero Pleno de Control

¡Qué asco!” me comentó al término de la sesión plenaria uno de los miembros del Gobierno a modo de balance a bote pronto del último Pleno de Control en la Asamblea de Melilla. Tristemente, yo también compartía la misma opinión. La sesión número 19 de este calibre a lo largo del presente mandato electoral no pudo ser más nefasta. Primero, porque no aportó nada nuevo; segundo, porque sólo sirvió para reiterar las mismas cantinelas, adobadas ahora por el concepto de ‘Régimen’ que la oposición imputa al Gobierno Imbroda, en un claro ánimo de identificarlo con una especie de tiranía o dictadura que persigue a los contrarios y premia a los afines: La recurrente acusación del “conmigo o contra mí” que, desafortunadamente, no es posible imputar a ningún partido en concreto ni tampoco hacer exclusiva de un grupo político, ya esté gobernando, ya esté en la oposición.
No sé si CpM y PSOE quisieron convertir las largas cuatro horas de conclave plenario en un recordatorio de cuanto han venido reprochando al Gobierno Imbroda en los últimos cuatro años. En cualquier caso, volvieron al principio del ya casi finiquitado mandato electoral, con reproches viejos por la ausencia de miembros de la oposición en la Mesa de la Asamblea y Comisión de Contratación, sin reparar en que los únicos culpables de que no haya representación de cepemistas o socialistas en el órgano moderador de los Plenos (es decir, la Mesa de la Asamblea) no son otros que ellos mismos, a causa de sus desavenencias hace cuatro años y de la incapacidad para ponerse de acuerdo para votar al unísono a un representante consensuado que lograra desbancar la votación mayoritaria del grupo de Gobierno.
Es largo explicarlo, forma parte del mecanismo que establece el Reglamento de la Asamblea de Melilla, pero si CpM y PSOE hubiesen querido, durante toda esta legislatura no tendrían por qué haberse quejado de lo que han reprochado por activa y por pasiva, sin un mínimo margen para el mea culpa y la necesaria autocrítica.
Distinto es, por supuesto, por qué se ha suprimido la Comisión de Control, que desapareció antes del presente mandato, o por qué no está la oposición en la Comisión de Contratación. El Gobierno local ha pecado de imprudente en muchas de sus acciones y esto le valió hasta dos condenas por no cumplir el mismo Reglamento de la Asamblea, lo que ayer Aberchán recordó y utilizó hasta la saciedad, para argumentar su teoría del ‘Régimen’ o del ‘Imbrodato’, como gusta decir a los opositores del Ejecutivo melillense.
En política, como en todo, nunca toda la razón la tiene una parte. Aún así, el grupo de Gobierno volvió a ganar ayer por goleada a una oposición espesa y machacona, incapaz de salirse de su negativismo y de reconocer un mínimo acierto, hasta el punto de querer hacer, por ejemplo, de las obras del Kursaal, un pretendido escándalo. Un empeño harto difícil si se tiene en cuenta que la inversión y la actuación para hacer posible el gran y nuevo teatro no ha podido ser más ajustada y con mejores resultados. Precisamente, hoy, en esta edición, uno de los arquitectos que ha participado en la misma obra, ofrece una visión de lo hecho y conseguido, que merece leerse por su visión técnica y distante de tantos dimes y diretes políticos-partidistas con los que inútilmente se pretende enlodar el nuevo Kursaal.
A fin de cuentas, la teoría del PSOE para echarlo por tierra, no convence a nadie, porque nadie puede creer que el Kursaal es más del banco que puedan serlo nuestras propias casas sujetas a hipotecas. Es verdad que se ha rehabilitado y reconstruido con cargo a una operación financiera, el leasing, que no es otra cosa que un arrendamiento con opción de compra, tal cual se ha hecho también recientemente para la adquisición de los nuevos vehículos del Parque de Bomberos. Pero ni los coches del servicio de extinción de incendios, como dijo el consejero Frías, están sirviendo para que el director del banco que prestó el leasing se pasee con ellos por Melilla; ni el Kursaal se ha convertido en una oficina bancaria, entre tanto se paga el leasing por 15 años que en el 2014 permitirá escriturar el nuevo teatro como propiedad patrimonial de la Ciudad Autónoma.
La oposición, floja y reiterativa hasta la saciedad, defiende lo indefendible para no reconocer ni un solo acierto al Gobierno Imbroda, que también tiene sus peros pero que, como he escrito y no me cansaré de repetir, se engrandece y mejora cuando se le compara con lo que tiene enfrente. Y enfrente no sólo hay unos candidatos imputados por el feo asunto de la presunta compra de los votos por correo y manipulación electoral de los Planes de Empleo. Hay bastante más,  por mucho que pueda dolerle a Aberchán y a CpM que se les nombre a su compañero en prisión Abderrahim Sellam, o que al PSOE le escueza que sean exsocialistas precisamente los que confirmen los sucios manejos electorales que inusitadamente rabajaron a 300 sufragios la diferencia con la candidatura más votada en los comicios de 2008, tal cual fue la del PP con Antonio Gutiérrez como candidato al Congreso.

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