Categorías: Editorial

El discurso

EL coronel jefe de la Guardia Civil, Ambrosio Martín Villaseñor, dio ayer el que podría ser su último discurso como mando de la Comandancia de Melilla en la fiesta de la patrona de la Benemérita, la Virgen del Pilar.

Su alocución por estas fechas  siempre ha traído cola. Al coronel le va el estilo indirecto: no cita nombres, pero ni falta que hace. Todo el mundo sabe a quién se refiere pese a su omisión voluntaria.
Ayer, por ejemplo, Villaseñor lanzó un dardo a José Palazón, el responsable de la ONG Pro Derechos de la Infancia (Prodein) y una de las personas que denunció la supuesta ilegalidad de las ‘devoluciones en caliente’ de inmigrantes que han asaltado la valla de Melilla. Sus denuncias, finalmente archivadas, dieron pie a la imputación de ocho guardias civiles y hasta el propio coronel tuvo que presentarse ante un juez.
Martín Villaseñor animó ayer a Palazón, sin mencionar su nombre, a trabajar por los menores extranjeros no acompañados (menas) y hacer así honor a las siglas y al objetivo de la organización que lidera (Prodein).
Pero el coronel no se quedó ahí. También abroncó a la Unión Europea por criticar desde los despachos la forma en que la Guardia Civil llevó a cabo la custodia de la frontera de Melilla durante los asaltos masivos a la valla.
Además, recriminó a la UE que se lleve las manos a la cabeza con la crisis migratoria actual porque la llegada masiva de inmigrantes afecta a los países del norte de Europa y, por tanto, tiene ahora el estatus de “europroblema”.
Con esto respondió el coronel a las críticas que sigue recibiendo España por la modificación de la Ley de Seguridad Ciudadana y la regularización de las ‘devoluciones en caliente’, convertidas desde la pasada primavera en legales ‘rechazos en frontera’.
Durante su último discurso, Martín Villaseñor dejó claro que los principios de la Guardia Civil no son los de Groucho Marx. Él tiene la certeza de haber hecho bien su trabajo.
Y ahora que Europa defiende el refuerzo de las fronteras exteriores, quizás se lo reconozca.
Como publicó ayer El Faro, la Unión Europea defiende casi por unanimidad la repatriación de todo inmigrante que no cumpla con los requisitos para ser refugiado.
Melilla se lleva las críticas por la concertina y por sus expulsiones sumarias y ahora Europa subirá a un avión de vuelta a la miseria a esos mismos inmigrantes que saltan la valla, después de atravesar desiertos. Puede que la diferencia sea mínima, pero esencial. Hay que dar a las personas la posibilidad de pedir asilo y ahora mismo los ‘rechazos en frontera’ no contemplan ese derecho.

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