Si todavía había algún mando en la Comandancia de la Guardia Civil en Melilla que confiaba en que en el asunto de la inmigración ilegal su coronel iba a dar la cara por él, debe estar a punto de perder la esperanza tras las portadas de El Faro de ayer y hoy.
Ambrosio Martín Villaseñor ha conseguido de manera “provisional” que su próxima comparecencia ante el juez sea como testigo. Quien luce los máximos galones en la Comandancia ha logrado que la responsabilidad de declarar como imputado por la devolución de dudosa legalidad de 21 inmigrantes en febrero de 2013 recaiga sobre el segundo jefe. El comandante Arturo Ortega Navas estaba físicamente al frente de la Guardia Civil de Melilla cuando ocurrieron los hechos. Ambrosio Martín estaba fuera de la ciudad y aparentemente ni fue consultado ni tuvo intervención alguna en las devoluciones. La decisión de cambiar su declaración en calidad de imputado a testigo da a entender que una vez que Ambrosio Martín pone un pie en el avión o el barco para salir de la ciudad, sus directrices u órdenes carecen de valor. Ni se le informa ni se le consulta ni se siguen sus indicaciones hasta que regresa a Melilla. Durante ese tiempo, el coronel Ambrosio Martín se trasforma en el ciudadano o turista Ambrosio Martín y pinta poco o nada en la Comandancia.
Si ésa es la tesis que finalmente triunfa en relación al caso de los 21 inmigrantes kamikazes, tampoco es probable que deba responder el turista Ambrosio Martín de los sucesos ocurridos en la valla durante su viaje al país donde nació Mickey Mouse. Allí ha estado disfrutando de sus vacaciones de los últimos días mientras aquí sus subordinados (o no) hacían frente a la presión migratoria y desde la Delegación del Gobierno no se quitaba ojo a la valla fronteriza. Había muchas razones para que unos y otros continuaran en sus puestos a la vista de cómo se preveía el verano en Melilla, pero el ciudadano y turista Ambrosio Martín no debió encontrar ninguna de peso para permanecer al frente de la Guardia Civil en nuestra ciudad. Tampoco ha hallado, de momento, motivos para dar la cara públicamente por sus hombres en calidad de coronel de la Benemérita.
El próximo 30 de septiembre el comandante Arturo Ortega Navas tendrá que acudir solo, con su abogado, a declarar ante el titular del Juzgado de Instrucción nº 5. Fue el mismo trago que tuvo que soportar hace varias semanas el delegado del Gobierno. El día en el que Abdelmalik El Barkani prestó declaración ante el juez, su voz fue la única que defendió los polémicos argumentos jurídicos sobre expulsión de inmigrantes, unos planteamientos ante los que nunca se ha rebelado públicamente el coronel Ambrosio Martín.
Cualquier ciudadano o turista sabe (y más si es coronel de la Guardia Civil) las consecuencias de conocer un supuesto delito y no denunciarlo. También sabe (y más si es coronel de la Guardia Civil) que el argumento del acatamiento de la cadena de mando no exime de responsabilidades ante la comisión de una presunta ilegalidad.
Tal vez, en su nueva calidad de testigo, que le quita la posibilidad de mentir, pueda explicar si comparte las decisiones sobre los 21 inmigrantes kamikazes tomadas supuestamente por el delegado del Gobierno y el comandante Ortega. Y si no es así, también podrá explicar por qué no ordenó detener a ambos (subordinado y superior) si sospechó que pudieran haber cometido algún delito.
En algún momento Ambrosio Martín deberá dejar su papel de turista para asumir sus responsabilidades como coronel de la Guardia Civil en Melilla, aunque sea como testigo.
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