Zakaría Benbouazza, un activista rifeño que pidió asilo político en Melilla la primavera pasada, iba a ser expulsado ayer de la ciudad. Agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional lo sacaron esposado del Centro de Estancia Temporal de Melilla (CETI) y lo condujeron a la frontera de Beni Enzar.
Hasta pasadas las cuatro de la tarde, hora española, sus familiares y amigos tuvieron el corazón en un puño porque Zakaría tenía el teléfono apagado y no se había conectado a WhatsApp. Finalmente el joven, de 21 años, confirmó que estaba sano y salvo cuando ya todo el mundo daba por hecho que había sido encarcelado tras ser repatriado a Marruecos. Según apuntó a El Faro un allegado, lo intentaron devolver pero por motivos que se desconocen lo trajeron de vuelta a Comisaría.
La Policía Nacional española tenía la intención de ejecutar una orden de expulsión de nuestro país dictada por el Ministerio del Interior este 9 de julio. Ese mismo día, en declaraciones al diaro El Faro, Benbouazza manifestó su posición a favor de la República del Rif y en contra de lo que él llama “la ocupación marroquí”.
Zakaría conserva fotos que dan fe de que participó en las manifestaciones organizadas en Alhucemas entre 2016 y 2017 contra el majzén (poder en la sombra). Los líderes de esas revueltas fueron condenados a 20 años de cárcel. Pero ya nadie habla de ellos. Mucho menos de quienes son acosados por la Policía marroquí y sus acólitos en Alhucemas.
El joven activista rifeño cuenta que tras el encarcelamiento de amigos, conocidos, vecinos y familiares huyó a Tánger, donde estudiaba tercer año de Derecho en la universidad.
Se quitó de enmedio durante un tiempo. Cuando pensó que la situación política estaba más calmada regresó a Alhucemas y fue entonces cuando comenzó el hostigamiento del poder en la sombra. Tenía miedo de que le fabricaran una causa y por eso decidió entrar en Melilla y pedir asilo. La otra opción era subirse a una patera, pero creyó que la vía terrestre era más segura. Se equivocó.
Por desgracia para Zakaría, en Madrid hay un Gobierno socialista gobernando en funciones. Es paradójico, pero el PSOE es la formación política que mejores relaciones de entendimiento ha mantenido, a lo largo de la historia, con Marruecos, pese a las pruebas que apuntan a la violación de derechos humanos y la poca sintonía de algunas leyes marroquíes con la normativa jurídica internacional.
El enfrentamiento por el islote de Perejil tuvo lugar durante el Gobierno de Aznar. En aquellos años la relación era tan tensa que el Ejecutivo cuestionó abiertamente la colaboración marroquí en temas migratorios.
Con Rajoy las aguas volvieron a su curso y aunque Pedro Sánchez rompió la tradición de realizar su primera visita de Estado a Marruecos, el buen rollo marca las relaciones hasta el punto de que ha sido nuestro país quien ha conseguido que Europa destine 140 millones extra a Marruecos para que refuerce la lucha contra la inmigración irregular.
Pues bien, es justo eso que se hace llamar la izquierda española, la que niega el asilo y repatría a activistas rifeños y la que ni confirma ni desmiente haber llegado a un acuerdo con Marruecos para devolver a simpatizantes rifeños.
No está pasando sólo en Melilla. Ocurre en toda España. El Gobierno se ha dado cuenta de que el Rif es mucha gente y quiere cortar por lo sano, condenando de esta forma a justos por pecadores.
Son rojos hasta que los descubren. Como esos 29 ex altos cargos del Gobierno socialista de Susana Díaz, cesados en la Junta de Andalucía, que siguen cobrando al mes un paro de 5.000 euros.
¿Hacen vds., censura de los comentarios que hacemos a los articulos suyos?, pues hace cuatro horas + o - , que he escrito uno sobre éste artículo y no lo exponen