Cultura y Tradiciones

“El reto es que los niños salgan del teatro más preparados para la vida”

La compañía Marie de Jongh se ha especializado en propuestas teatrales que van dirigidas a toda la familia. Hoy sábado y mañana domingo llevarán a las tablas del Kursaal, a las 18:00 horas, su espectáculo ‘Amour’. Su director, Jokin Oregi, habla de esta conmovedora historia, cuyo mensaje es que el amor siempre nos da una oportunidad, pero que también pretende hacer pensar a los niños.

–¿Qué es ‘Amour’?

–‘Amour’ es un espectáculo que no utiliza la palabra, es gestual. Está dirigido a toda la familia. Esto es un punto importante. Nosotros definimos nuestro trabajo como un teatro infantil para adultos y teatro de adultos para niños. Nos gusta que compartan diferentes generaciones nuestro espectáculo, que tiene un carácter poético emotivo, que cuenta las vivencias de unos personajes en la infancia. De pronto, damos un salto de 60 años y convertimos a esos cuatro personajes entrañables en ancianos. De alguna forma, recordamos que todos llevamos a ese niño dentro y que ellos no han olvidado aún en esa vejez, en esa ternura, en ese punto en el que se ven las cosas con una distancia muy enriquecedora. Entonces pueden compartir cosas que igual durante la vida no han podido hacerlo. Es un canto al amor, al respeto a lo diferente.

–¿El mensaje va más allá del amor de pareja?

–Es una buena pregunta. Efectivamente, en el proceso nos dimos cuenta de que estábamos hablando de algo más. No solamente era un amor de infancia que hasta la vejez no cuaja entre dos mujeres. Habla más allá. Porque hay amor entre hombres y mujeres, hay amor fraternal entre dos hermanos... Se habla del amor de una forma más general. Nos centramos en las vivencias de estas dos niñas pero el resumen final es que el amor tiene diversas caras.

–¿Cómo es el paso de los cuatro personajes a la vejez?

–Envejecen mágicamente [risas]. El teatro nos aporta esos recursos. El público va a ver cómo esos niños con los que ha estado jugando de alguna forma, de repente se han convertido en ancianos.

–¿Se afronta el amor de manera diferente en la vejez, con esa distancia que da ya la vida?

–Era un tema controvertido el tema del amor entre dos mujeres. Decidimos aprovechar esa mirada diferente que pueden tener los niños y los mayores. Los niños porque todavía no conocen de alguna forma las reglas del juego, que a veces nos ahogan aunque otras veces nos liberan. Y ya en la vejez, con estas personas que han jugado a todo y ya tienen una visión más distante, más crítica y mucho más tolerante. Aunque hay gente mayor que está muy metida en sus ideas y no cambia, tengo la sensación de que, en realidad, esas personas, cuando les ocurre algo en lo cercano, en su propia familia, creo que la mayoría tiene un grado de tolerancia muy alto porque han vivido mucho y han visto muchas contradicciones en la vida y relativizan un poco.

–¿Cómo se está acogiendo el espectáculo?

–Estamos encantados. Cuando lo estrenamos en Bilbao, recibimos el Premio Ercilla. Al poco tiempo, nos dieron el Premio Fetén en Gijón y luego ha recibido más y llegó a recibir el Max en 2017. Y ahora estamos empezando a exportarla. Francia también ha puesto los ojos en la obra y varias ciudades han empezado a interesarse y a contratar. Y, fíjate, vamos hasta a Melilla, que para nosotros es muy especial. Es la primera vez y esperamos que el público disfrute de la obra.

–¿Qué os supuso recibir el Premio Max 2017 al Mejor Espectáculo Familiar?

–Un gran regalo. Es un tópico pero es que es verdad. Te sientes reconocido por el trabajo que has hecho. Aunque nuestro interés siempre es dar lo mejor de nosotros mismos, es muy difícil hacer un buen espectáculo. El premio fue una guinda a una trayectoria que se está consolidando. No solo por el espectáculo de ‘Amour’ sino por los anteriores y el último, que es ‘Estrella’. Lo importante es que creo que estamos creando una carrera sólida.

–El contenido es arriesgado. ¿Cómo están recibiendo los niños el espectáculo?

–Salen encantados. Es un contenido de cierta envergadura pero nosotros queremos siempre ser muy respetuosos, muy cuidadosos. Creo que parte del éxito del espectáculo es que contamos algo arriesgado pero sin poner en solfa a nadie sino poniendo en valor a todo el mundo. Todos podemos aportar para mejorar las cosas, para comprender al otro y apoyarle. El mensaje es positivo, esperanzador. Yo soy muy romántico en ese sentido y creo mucho en las personas. No quiero perder la esperanza en ningún momento.

–¿Cómo está yendo el espectáculo ‘Estrella’?

–Lo estrenamos a final del año anterior. Hacemos normalmente un espectáculo cada dos años. Estamos muy contentos porque está teniendo un gran reconocimiento. Es también un trabajo con máscara, al igual que ‘Amour’. Por razones más prácticas que poéticas [risas] hemos utilizado las máscaras porque necesitábamos niños en escena. La máscara es mágica en ese sentido. El público ve niños de verdad en el espectáculo.

–¿Cómo se mantiene el teatro hoy en día? ¿Qué se ha perdido con la crisis?

–Siempre estamos en la eterna crisis cultural. Yo creo que un país que se precie debe hablarnos también de lo inmaterial para el crecimiento personal de cada ciudadano. Y no solo se crece estudiando una carrera técnica. La parte inmaterial es muy necesaria. Hay que filosofar y reflexionar mucho para entendernos y para mejorar muchas cosas. La cultura es parte del humanisno que tenemos que alimentar.

No me conformo con pedir más dinero para el teatro. Se trata más de cambiar la mentalidad. Yo exijo mejores profesores de Literatura, de Filosofía... Con todo lo que tenemos, que no lo utilicemos, me parece una pérdida que nos empobrece muchísimo. Hay mucha potencialidad para hacer grandes cosas pero siempre estamos jugando a pequeño. Hay que ser más ambiciosos. Las partidas de mus no se ganan a ‘chica’. Nadie pone en duda que un neurocirujano debe estar bien preparado. Nosotros jugamos con el alma del espectador. No podemos dejar eso en manos de cualquiera. Eso requiere de un trabajo minucioso de muchos años para que el espectáculo que ponemos delante del espectador, en este caso de los niños, consiga que salgan del teatro un poco más preparados para la vida, que sean personas más ricas, igual con más dudas, pero eso es interesante, que se generen preguntas y se establezca una conversacióon entre los niños y los adultos que les han acompañado. No porque no hayan entendido la obra, porque se entiende perfectamente, sino porque genera preguntas.

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