Editorial

El puerto toma protagonismo en la política de Melilla

El Gobierno de la Ciudad Autónoma y la Autoridad Portuaria irán de la mano a la hora de plantear las necesidades de Melilla ante la Dirección General de Costas, dependiente del Ministerio de Transición Ecológica que dirige de nuevo la vicepresidenta Teresa Ribera. Entre las cuestiones que se pondrán sobre la mesa estará el uso de la arena resultante del dragado que tendrá que hacerse en el puerto para poder albergar el muelle de cruceros, que deberá tener once metros de profundidad.

La idea expresada ayer por el presidente portuario, Manuel Ángel Quevedo, es que esa arena sirva para ampliar la superficie de la playa del Hipódromo, bastante mermada con los últimos temporales, e incluso usarla en la zona de Horcas Coloradas. A priori parece una buena iniciativa, que dará mayor calidad y mejorará notablemente la oferta playera melillense.

Quevedo habló también de plantear al Ministerio la reposición del espigón de la Alcazaba, que desapareció en el temporal de abril de 2022 y con él la playita aledaña que era utilizada por muchos ciudadanos. Lo que se quiere es que vuelva a existir ese espigón y, en consecuencia, la parte para el baño de la que ahora se carece.

Y también la Autoridad Portuaria tiene su protagonismo, junto al Gobierno y al PP, en las propuestas que se harán desde Melilla al nuevo contrato marítimo que debe formalizar la Dirección General de Marina Mercante, esta vez del Ministerio de Transporte que encabeza el pintoresco Óscar Puente. Se quieren más frecuencias, mejores buques y precios razonables, que contribuyan al desarrollo turístico que la Ciudad Autónoma impulsa desde la Consejería de Miguel Marín como uno de los ejes estratégicos del futuro modelo económico local.

Es evidente que la Autoridad Portuaria está adquiriendo un protagonismo interesante en la ciudad, una gestión que en el pasado se vio muy ensombrecida como consecuencia de las frecuentes peleas y enfrentamientos de los socios de Gobierno (PSOE y CpM), que no permitían la puesta en marcha de iniciativas cepemistas, que eran reiteradamente votadas en contra por los socialistas en los consejos de administración del organismo portuario.

Hay otro tema importante sobre el que, según Manuel Ángel Quevedo, se está trabajando. Se trata de agilizar el desembarque en el puerto de Málaga, muchas veces retrasados por dos motivos fundamentales: la coincidencia en los horarios de llegada de los dos buques procedentes de Melilla (el de Balèaria y el de Trasmediterránea) y el control documental que vuelve a hacer la Policía a la llegada al puerto malagueño.

Es curioso que los melillenses tengamos que identificarnos dos veces para poder entrar en la península: una en el recinto de Melilla y otro a la llegada a Málaga, algo que no ocurre, sin embargo, si utilizamos el avión. En el aeropuerto sólo nos identificamos para salir de la ciudad pero en ningún caso para salir de las instalaciones. Por qué se obliga en el puerto y no en las instalaciones aeroportuarias no se conoce pero la Autoridad Portuaria melillense quiere tratar ese tema para conseguir una agilización en el desembarque.

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