Editorial

El puerto como indicativo de la economía local

El puerto melillense es el único del circuito español que cierra la cuenta de explotación del año 2021 con pérdidas, según afirma la propia Autoridad Portuaria. Y eso que hubo un incremento final de tesorería de más de un millón de euros gracias a la congelación del gasto en personal y la contención en servicios exteriores, así como a la recepción de un Fondo de Compensación Interportuario de 4,5 millones de euros.

La Autoridad Portuaria no termina de levantar cabeza y ella misma reconoce que su situación de pérdidas es un síntoma evidente de la especial circunstancia económica en la que se encuentra Melilla. De hecho, existe una notable caída del tráfico de mercancías y de pasajeros lo cual repercute directamente en las cuentas del puerto.

Y es cierto que la ciudad sufre una fuerte recesión económica fruto en buena medida de la situación que atraviesa una frontera en desigualdad del régimen de viajeros entre Melilla y Marruecos, que no permite pasar ni un Danone, poniendo en riesgo el futuro del comercio melillense. Mientras, la alternativa del turismo no terminar de arrancar y el Plan Estratégico del Gobierno de momento se antoja más como una declaración de intenciones que como un elemento de cambio del modelo económico de la ciudad.

El caso es que las familias melillenses siguen sin llegar a fin de mes cuando, por cierto, se aproxima un mes de gastos extras, que vendrá con precios más altos, tal y como están anunciando ya sectores como los ultramarinos o las pescaderías. Nos están advirtiendo de que productos tan típicos de Fin de Año como el jamón y el marisco se pondrán por las nubes y, en consecuencia, recomiendan que las compras se vayan adelantando a este mes de noviembre.

Aunque parece que a nivel nacional la inflación se va a ir moderando, los precios siguen muy altos. Hay un dato escalofriante en ese sentido: casi dos de cada diez melillenses (18,5%) reconoce que no puede pagar la luz tras descontar de sus ingresos los gastos básicos del hogar. Ello, aún cuando existe el concepto de ‘pobreza energética oculta’, es decir, los hogares que consumen menos energía de la necesaria por no poder pagarla.

En Melilla tenemos una ventaja de la que no disfrutan en otros muchos puntos de España. Se trata del clima, que nos permite no tener que utilizar calefacción en las viviendas y, en consecuencia, ahorrar en la electricidad o el gas, dos de los elementos que más encarecimiento han experimentado en los últimos meses.

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