La vicepresidenta del Gobierno, Gloria Rojas, ha pedido este martes paciencia y confianza en el Gobierno de España hasta que en enero sepamos qué hay de cierto (o no) tras la advertencia del líder de la oposición, Juan José Imbroda, de que Marruecos solo permitirá la entrada en su territorio, a través de la aduana comercial, productos elaborados en Melilla.
Habida cuenta de que no tenemos industrias, está claro que la aduana volvería a funcionar como tras el cierre unilateral del Gobierno marroquí el 1 de agosto de 2018. De Melilla no salió entonces (ni sale ahora) ni un Danone, pero de Marruecos siguieron entrando áridos y pescado... hasta que cerró la frontera, supuestamente por motivos sanitarios, de marzo de 2020.
Ahora la vicepresidenta del Gobierno pide a la opinión pública que deje trabajar al Gobierno de España y que confíe en el cumplimiento de la hoja de ruta marcada con Rabat, además de tildar de "especulaciones" las declaraciones de Imbroda.
Nos pide mucho Gloria Rojas. No porque no seamos capaces de esperar hasta enero sino porque tenemos pruebas de que el Gobierno ha incumplido promesas importantes como la del presidente Sánchez de que no podría dormir tranquilo si pactaba con Podemos o la de que los españoles íbamos a cerrar 2021 pagando menos en la factura de la luz de lo que se pagó en 2018. Ahí están los números: los hogares españoles pagaron un 25% más.
No se trata de un promesa incumplida cualquiera. Estamos hablando de dos grandes promesas incumplidas que pesan sobre la promesa de negociar con Marruecos, desde hace cuatro años, la reapertura de la aduana de Melilla.
Nos hablaron de negociaciones en curso, de las que nunca salió un solo resultado positivo para los melillenses entre otros motivos porque las personas que se reunían no tenían poder de decisión.
No nos convence la vicepresidente cuando dice que la hoja de ruta trazada en la Declaración conjunta del 7 de abril en Rabat se está cumpliendo. Le recordamos el acoso al que están siendo sometidos los propietarios de barcos de Melilla tras el famoso iftar que compartió Pedro Sánchez con el rey Mohamed VI.
En definitiva, confiar, no confiamos. Habría sido más solvente que la vicepresidenta hubiera llamado a Madrid y se hubiera interesado por la aduana. Habría sido más solvente que negara que algo así va a pasar pero no lo ha hecho. En su lugar ha pedido paciencia. Llevamos cuatro años esperando que reabra la aduana. Más paciencia que nosotros no tiene nadie en España.
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