El previsible tripartito y la semana decisiva

Entramos en la semana decisiva para despejar de una vez el entuerto del nuevo Gobierno y Presidencia de la Ciudad.

A la vista de cómo barrunta el asunto, parece que se va a cumplir lo más previsible que no es lo mismo que lo más conveniente ni lo menos malo. Pero tampoco hay que sorprenderse. La Democracia al final se convierte en pura aritmética; otra cosa es que la lógica matemática no tenga nada que ver con la lógica política.

En el posible acuerdo CpM-PSOE-Cs el denominador común no es otro que el frente anti-PP, el mismo que ha guiado a los tres grupos durante los últimos cuatro años en su etapa de partidos en la oposición y que igualmente los ha hecho coincidir en su argumentario electoral durante la pasada campaña.

Una estrategia común que nada tiene que ver con las líneas rojas que, parte de la terna, han ido proclamando y reiterando para asegurar que jamás pactarían con un imputado o un condenado.

“Sin descartar posibles cambios de timón de última hora, todo parece situarnos en la antesala de un Gobierno a tres bandas que, inusitadamente, podría estar presidido por el grupo político más minoritario de la Asamblea. Una jugada que, de llevarse a efecto, supondría, en mi opinión, la muerte política de Cs en Melilla”

Por eso, no es raro que, a diferencia de lo que antaño exigía la bancada del PSME-PSOE para María Antonia Garbín por su condena por el ’Caso Abogados’, no se esgrima del mismo modo para Mustafa Aberchán, quien a su condena penal inicial se añade también una inhabilitación para el sufragio pasivo durante dos años y medio. La distinta vara de medir es tan clamorosa que resulta difícil de explicar con argumentos lógicos.

La misma falta de lógica la encontramos en el mutismo de Ciudadanos-Melilla, para el que las exigencias de su partido en el ámbito nacional parecen no contar a la hora de negociar con Rojas. De hecho, aquí nada se ha oído de la condición sine qua non de los riveristas a favor del orden constitucional y la aplicación del 155 en Cataluña como exigencia previa a cualquier tipo de acuerdo con dirigentes locales o regionales del PSOE.

Aquí sólo se trata de maquillar el posible pacto apartando inicialmente a Aberchán del Gobierno de la Ciudad y, después, pues ya se verá.

Pero como he escrito tantas veces, aunque Aberchán no tenga cargo en el futuro Ejecutivo, será con él y sobre todo con él con quien se acuerde el futuro de Melilla, mientras siga manteniendo su acta de diputado y continúe al frente de la presidencia de CpM. Luego, digan lo que digan, el pacto se hará no ya con un imputado sino con un condenado en primera instancia, por muy recurrida y pendiente de revisión que pueda estar la sentencia.

En el PP aún dan un resquicio de margen a la influencia de las negociaciones entre las cúpulas nacionales de Cs y el Partido Popular, pero a la vez evidencian su derrotismo ante lo que consideran una alianza prácticamente cerrada entre Coalición, PSOE y Ciudadanos.

Es más, el propio De Castro, que hace una semana anticipaba que Aberchán podría dar un paso atrás para favorecer el acuerdo, confirmaba ayer que el cepemista ya ha trasmitido su disposición a ceder la Presidencia con tal de facilitar el nuevo tripartito.

De tal modo, dos cosas parecen claras: una, que las negociaciones entre la terna local anti-PP están muy avanzadas, y que solo queda por cerrar quién ocupará finalmente la Presidencia de la Ciudad, si Gloria Rojas o el propio De Castro.

Sin descartar posibles cambios de timón de última hora, como ya sucedió en 2015 con el giro final del PPL a favor de la continuidad de Imbroda, todo parece situarnos en la antesala de un Gobierno a tres bandas que, inusitadamente, podría estar presidido por el grupo político más minoritario y compuesto por un solo diputado de los 25 que conforman nuestra Asamblea. Una jugada que, de llevarse a efecto, supondría, en mi opinión, la muerte política de Cs en Melilla, cuya alineación con socialistas y cepemistas durante los últimos cuatro años ha sido, desde mi punto de vista, la principal causa de su pérdida de votos en las pasadas elecciones del 26 de Mayo.

No obstante, no espero que Ciudadanos llegue a ver el terrible coste que puede suponerle una alianza con Rojas y Aberchán. Como tampoco espero que vea los riesgos de un tripartito que, más allá de la buena sintonía personal entre sus respectivos líderes, tiene bien poco en común políticamente.

Como dice la canción, lo que sea será. A nosotros ya no nos queda más que esperar, aunque si el tripartito se fragua vamos a tener mucho de que hablar. Otra cosa es cómo le irá a Melilla y al futuro de la ciudad. Justamente, lo más importante pero, a la vez, lo que menos parece contar.

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