El presidente del Gobierno nacional, Pedro Sánchez, viajará hoy a Marruecos junto al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en el que será su primer desplazamiento oficial de carácter internacional que realiza en esta legislatura, como establece la tradición de los primeros ministros españoles a lo largo de la reciente historia democrática de España. Por ahora se desconoce cuál es la agenda que Sánchez tiene en el vecino país del sur ni si será o no recibido por el monarca alauita, Mohamed VI, que hace un año, tras no asistir a la Reunión de Alto Nivel (RAN) celebra en Rabat, le dijo al mandatario español que lo invitaría a un contacto, algo de lo que nunca más se supo. Lo que sí parece cierto es que se reunirá con su homólogo marroquí, Aziz Ajanuch, pero no ha trascendido en concreto dónde.
El Gobierno del PSOE está empeñado en hacer ver a la población melillense que las relaciones entre España y Marruecos podría compararse a una luna de miel, que todo va genial, que son países amigos y estratégicos, así como toda esa palabrería que, en realidad, oculta algo indiscutible: el vecino del sur tiene la sartén por el mango, ha conseguido el Sáhara, que era lo que quería, y lo demás pura fachada porque los acuerdos suscritos nunca se han cumplido por su parte. Si tiene alguien alguna duda, que mire a ver si está funcionando la aduana comercial o si existe un régimen de viajeros como lo hay en cualquier otra frontera del mundo.
Es más que probable que cuando acabe la visita nos cuenten aquello de que todo marcha sobre ruedas, que somos más que hermanos, que nos llevamos de lujo y que habrá cooperación y buen rollete por doquier. Y será absolutamente falso porque jamás nunca podrá hablarse de buena sintonía entre tanto Marruecos no haga honor a su palabra con respecto a Melilla y Ceuta. No ya solamente en el caso de las aduanas comerciales, que también, sino en su promesa de que no habría intromisión por su parte en la cuestión de la soberanía, algo que no cumplió desde el minuto uno mientras el Gobierno de España se lo tragaba sin rechistar ni hacer protesta diplomática alguna.
Todo lo más que hemos conseguido del Ejecutivo de Sánchez es que diga que no hace falta reafirmarse en la españolidad de las ciudades autónomas como no lo hacen en el caso de Murcia. Pues va a ser que la comparación no sirve: los murcianos no tienen a un país extranjero soplándoles en el cogote, ni cuestionando su soberanía, ni muchísimo menos intentando su asfixia económica en lo que se ha denominado por más de un especialista como una "guerra híbrida" ante la que nuestros mandatarios callan y otorgan. Nunca se puede decir que la situación entre España y Marruecos está normalizada entre tanto no reabra la aduana comercial y se acepte el régimen de viajeros. Todo lo demás, pura pose de cara a la galería y traición a los intereses de los miles de españoles que vivimos a este lado del Mediterráneo.
No sería descabellado pensar que hoy Sánchez y su escudero Albares insistan en eso de que España lo tiene todo preparado para la reapertura de la aduana pero que son cuestiones técnicas marroquíes las que impiden que el compromiso se cumpla. Pero, ¿qué cuestiones técnicas puede haber en que tú pases por la frontera tu mercancía, sea para allá o para acá, con tu documentación en regla, como siempre ha ocurrido durante décadas en Melilla?
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