Imbroda comenzó su intervención centrándose en la problemática de la presión migratoria que soporta actualmente Melilla. En este sentido, señaló que se trata de “un fenómeno actual y de futuro” y apuntó que se deben tomar medidas para fomentar la integración de todas las personas que entran en España de manera ilegal.
“La presión migratoria solamente se puede detener con políticas de Estado y europeas, así como implicando a todos los actores, incluyendo a la oposición y al poder judicial. Aquí tenemos que mojarnos todos, aunque parece que hay más de uno que va por un camino distinto”, defendió el jefe del Ejecutivo melillense.
Para que los presentes pudieran hacerse una idea de qué situación se vive en la ciudad autónoma, el presidente señaló una puerta con el dedo y explicó: “Imagínense a 200 personas empujando para entrar y sólo a uno al otro lado para evitarlo. Así es la valla de Melilla”.
Un problema visible
Asimismo, indicó que el perímetro fronterizo ha tenido “la virtud” de hacer visible este problema en todo el mundo y de “despertar a algunas conciencias” que apoyan a los inmigrantes “pero se olvidan de otro tipo de políticas”.
En este sentido, apuntó que cuando se ve a los subsaharianos encaramados en lo alto del vallado, no se trata “de una imagen fija” o de un situación que se solucione dejándolos entrar, “como dicen algunos desde casa en su mullido sofá”.
El presidente admitió que son escenas “muy dramáticas”, pero advirtió de que “no hay ni países ni ciudades como Melilla y Ceuta que puedan soportar la entrada de cientos de miles de personas”. Por ello, consideró que “hay que ponerse serios y muchas veces desagradables”.
En la misma línea, subrayó que el interés general está por encima de esta situación y de aquellas conciencias “que se basan en estereotipos y en mensajes de muy corto recorrido”. Para Imbroda, se deben respetar los Derechos Humanos, pero al mismo tiempo combatir la inmigración irregular y las mafias que trafican con seres humanos.
Por otro lado, señaló que luchar contra los flujos migratorios ilegales es también una cuestión de seguridad nacional, pues “hay que saber quién entra a tu casa por la ventana y a qué viene”.
“En ocasiones, las imágenes de esos pobres desgraciados no se corresponden con la realidad o pueden estar contaminadas. Por ello, tenemos que tener muchísimo cuidado”, concluyó el presidente.