Sucedió hace nueve días. El pasado domingo 24 de mayo el Partido Popular ganó las elecciones en Melilla con más de 13.600 votos, que representan el respaldo de casi el 43% de los ciudadanos que participaron en los comicios y que supondrán que su cabeza de lista, Juan José Imbroda, esté acompañado en la Asamblea por otros once diputados, un número insuficiente, no obstante, para aprobar por sí solos cualquier iniciativa si el resto de los diputados vota en bloque en sentido contrario.
La candidatura popular obtuvo 5.000 votos más que CpM, triplicó el apoyo conseguido por el PSOE, sumó seis veces más papeletas que Ciudadanos y PPL hubiera necesitado otros 12.000 votos para superar por la mínima al PP, que a pesar de todo se quedó a un puñados de papeletas de la mayoría absoluta.
Son datos conocidos, pero a veces da la sensación de que nuestros diputados electos prefieren no tenerlos en cuenta o los olvidan hipnotizados por la magia de unas matemáticas que permite extraños escenarios que no siempre se corresponden con el dictado de los electores.
Una semana después de la cita con las urnas, en este extraño ambiente, en el que los perdedores parecen festejar la victoria y donde los vencedores exhiben el ánimo de los derrotados, los líderes de los partidos políticos que han obtenido representación en la Asamblea han iniciado las primeras rondas de reuniones. Esta vez las matemáticas han dado a algunos partidos un protagonismo que no va en consonancia con su peso político. Han querido los votantes quitar al PP la mayoría absoluta, pero al mismo tiempo no hay que olvidar que otra vez han vuelto a depositar la confianza en el partido de Imbroda para otorgarle la victoria. Ha decidido un número muy importante de votantes continuar apostando por la formación de Mustafa Aberchán, que sigue creciendo, suma un diputado más y otro millar de votos, que representan más del 26% de los ciudadanos que participaron en las elecciones, aún muy lejos del 42,8% del PP. Ha elegido un número considerable de electores el partido liderado actualmente por Gloria Rojas, que es el que ha experimentado el mayor crecimiento, pero incluso sumando sus votos con los del primer partido de la oposición, no llega al respaldo conseguido por Imbroda. Han apoyado más de 2.000 votantes la propuesta contra la corrupción que representa Eduardo de Castro, que acaba de aterrizar en el escenario político de nuestra ciudad y que, por lo tanto, llega con las manos limpias, sin haber tenido ocasión de caer en la tentación y exigiendo ‘sine qua non’ garantías por encima de la presunción de inocencia que asiste a cualquier ‘no condenado’ y que, según el código deontológico de Ciudadanos, no es suficiente para la clase política. Y han decidido 1.700 ciudadanos que PPL conserve uno de sus dos escaños en la Asamblea. Curiosamente, las formaciones presididas por Imbroda y Velázquez, las que han protagonizado los más duros enfrentamientos políticos durante la pasada legislatura, han sufrido los castigos más severos del electorado.
Éste es, en resumen, el panorama político que ha dejado el 24-M en nuestra ciudad. Este escenario es el fondo que debe presidir las reuniones, encuentros, citas o negociaciones entre los dirigentes de las distintas formaciones para no olvidar que las matemáticas permiten operaciones que, aún siendo correctas, dan lugar a resultados absurdos desde un punto de vista político. No siempre dos más dos pueden sumar cuatro, sobre todo cuando dentro unos meses los votantes tiene la posibilidad de ajustar cuentas si se sienten engañados ante extrañas sumas o restas que nadie entiende.
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