En estos últimos días, los españoles estamos asistiendo a unas propuestas sobre el posible uso de las diferentes lenguas ibéricas dentro del Congreso Nacional. Lenguas que como el Gallego, Catalán o Euskera aspiran a tener el mismo estatus parlamentario que el “Castellano”. Castilla se ve así como una región invasora cuya expansión ha llegado a la mayor parte de la Península Ibérica: lo que se conoce actualmente como el Reinado de España.
En primer lugar, quiero disipar ciertas dudas sobre la diferencia que existe entre el Español y el Castellano. El español es un idioma que surgió de la vulgarización del latín importado del Imperio Romano. A finales del Siglo X en el monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla, actual Región de la Rioja, se encontró un códice latino, el Codex Sesaginta. (códice es un libro latino que ilustra una civilización importante, digna de ser archivada y recogida) En dicho códice escrito íntegramente en latín había unas glosas escritas (paréntesis que tenían escritos algunos apuntes aclarativos). Estas glosas estaban escritas en lo que se podría denominar el idioma español primigenio. Fueron denominadas las “Glosas Emilianenses”: los primeros textos escritos en Español.
A partir de este momento, sabemos que el idioma hablado de aquella época por los españoles no era el latín, sino un dialecto romance del mismo, y de ahí precisamente evolucionó de ser un idioma oral a un idioma escrito. En la actualidad, el Español es un idioma que se escribe y se lee. El Español no se habla. Se hablan los diferentes dialectos orales que dimanan de nuestra citada lengua escrita. El dialecto Castellano, Catalán, Murciano, Valenciano, Gallego, Aragonés etc. Hay unos doce dialectos reconocidos como tales, inclusive el Canario. Todos ellos tampoco se escriben y por lo tanto, tampoco se leen.
La confusión entre el dialecto Castellano y el idioma Español, es simplemente porque el dialecto castellano, salvo excepciones como los “leísmos y loísmos” y alguna cosa más, es casi idéntico en su transmisión oral al español escrito. De ahí nos viene la confusión a la gran mayoría de los españoles. Pero el idioma oficial de España es el “Español” y no el Castellano. Y el Congreso Nacional tiene que establecer como idioma al uso el idioma de todos los españoles, el idioma y la lengua que nos une y está al alcance de todos quienes somos gobernados desde dicha institución; como es lógico.
Otra cosa son los diferentes idiomas que existen en algunas nacionalidades españolas que coexisten con el Español, como lo son el Euskera, el Catalán y el Gallego. Estas lenguas son cooficiales y deben de serlo en sus correspondientes autonomías sin ser marginadas por el idioma oficial del país y viceversa. En las diferentes nacionalidades autonómicas se debe de estudiar ambos idiomas por igual. Y es totalmente comprensible que en sus parlamentos autonómicos se haga uso de la lengua en la que se desee expresar con total ambigüedad y libertad.
Si el argumento expresado, en cuanto a las disposiciones al respecto, fuera totalmente evidente y fidedignas, con los originales, sin aportaciones personales, nos encontraríamos ante unos textos vigentes, pero cuando se mezclan con intereses, estamos como siempre, más liados que los vendajes utilizados en las curas médicas, pues conformamos una sociedad, que como super-deporte nacional, tenemos los líos, que nos gustan más que lo caramelos a los niños. Popularmente la diferencia entre ESPAÑOL y el CASTELLENO, según el vulgo, es que el primero está por encima del segundo y el segundo esta a la altura de las otras hablas de la nación, y los que no lo admiten se valen de todo tipo de artimañas para que lo suyo salga favorecido y heme aquí, los varios papás de la constitución (posiblemente), introdujeron lo del CASTELLANO en vez del ESPAÑOL, como todo el mundo considera y exportamos.
El problema no es la lengua en sí( todas son lenguas de España y deberían ser bienvenidas) pero la intención aviesa, el fin , el por qué, y la afirmación de la lengua como instrumento del separatismo justificando su utilización y la nación de las naciones representadas en el Congreso es el verdadero problema. A nadie le importaría su empleo sino fuera por la arrogancia y los tiznes de superioridad de los separatistas.