Opinión

El político ¿nace o se hace?

Política: “Conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus...”

Mucho más que esto podemos encontrar en internet al buscar una definición de la palabra ‘política’. Me voy a quedar con dos aseveraciones referentes a dicha palabra, las cuales están incluidas en esa definición, el resto, lo aderezaré con alguna que otra idea personal, muy humilde por supuesto y nada determinante más que para mi, o para quien o quienes quieran compartir mi misma visión del asunto. (Posibilidad y capacidad para poder distribuir recursos o estatus). (Posee la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común en la sociedad).

Humildemente añadiría que la política es o debiera ser en caso de no serlo, la herramienta precisa para ajustar en la sociedad aquellas piezas flojas y con mayor probabilidad de caer.

En definitiva, así como para reparar desperfectos en algún objeto, se requiere de una herramienta muy específica para su reparación, de la misma manera debe la política, en manos de los políticos servir de intermediaria para poder así solventar los problemas y cubrir las carencias sociales. Es decir, ser esa herramienta concreta y precisa para dicha finalidad, reparar y perfeccionar.

Fácil, no lo es siempre. Errores, en el camino se cometen muchos. Aciertos, haberlos haylos. En definitiva y como en cualquier conducta humana, implícitos hay errores y aciertos, entiendo que la clave para poder hablar de una exitosa gestión política, no es la que está exenta de fallos, sino la que en su haber cuenta con más aciertos que errores y que esos errores sean reconocidos al igual que exista la intención firme de subsanarlos. Es cierto, como reza el dicho: Nunca llueve a gusto de todos. No habrá decisión política que no tenga sus defensores y sus detractores, pues cada persona es un mundo y no todos pensamos por igual. Y es esto precisamente, este gran reto de unificar esfuerzos frente a distintas formas de pensar y entender la realidad, lo que convierte o debería convertir la política en el arte del entendimiento. Si partimos realmente de la base en la que supuestamente están (los políticos) por y para la ciudadanía y el bien común, no debería ser muy difícil apartar cuestiones personales, ideologías distintas, muy lícitas y respetadas todas ellas, para finalmente llegar a un consenso el cual demuestre que en última instancia lo que se busca es siempre lo mejor que se le pueda ofrecer a la sociedad y que es precisamente por eso por lo que se está realmente, por supuesto y como dije antes, con sus implícitos errores, los cuales deberían ser menos que los beneficios y las bondades de dicha gestión.

Dicen del rey Salomón que fue el hombre más sabio que hubo en la historia. Quien haya podido leer acerca de este personaje, se habrá percatado de varios aspectos los cuales fueron muy destacados durante todo su reinado, el cual duró cerca de 40 años. No hubo una sola contienda con ningún otro país, cercano o lejano, fueron años donde reinó la paz. Riquezas, se dice que las piedras preciosas dejaron de tener valor por la cantidad que había de ellas, y no solo el reino era quien las poseía, sino que sus gentes gozaron también de una muy buena estabilidad económica. ¿Se podría pedir más? ¡¡Imaginémonos!! Vivir sin conflictos bélicos y con abundancia económica. La pregunta y aquí estaría la clave para esa tan exitosa gestión, ¿Cómo lo hizo? ¿Qué formula aplicó el Rey Salomón para conseguir tanta estabilidad y prosperidad? Las escrituras nos cuentan que el rey Salomón hizo un pedido a Dios al saber que pronto reinaría y recaería sobre él tamaña responsabilidad. Y pidió: “Dios mío, otórgame un corazón sabio para dirigir a mi pueblo”. ¿Corazón sabio? Acaso la sabiduría para dirigir está en el corazón y no en el cerebro? Entendemos y así asociamos a la inteligencia y sabiduría con la mente y el cerebro, pero...¿El corazón? Allí radican los sentimientos y no con eso se gobierna ¿Verdad?

Pues esto es justamente lo que él pidió. Pidió tener la suficiente sabiduría y sensibilidad para saber que hacer en cada momento, como poder ayudar realmente y en la justa medida a quien tuviera carencias del tipo que sea. Corazón para poder empatizar con los que sufren, para poder hacer suyo el dolor ajeno, pues solo así, inteligentemente podría después ejecutar y llevar a la práctica las actuaciones necesarias para pode paliar el sufrimiento de su pueblo, cubriendo todas sus necesidades. El rey Salomón no era político, de hecho no es una profesión y no es algo que se estudie, es decir, no existe una carrera la cual te convierta en político. Vocación, no creo que tampoco de eso se trate, más bien diría yo que en el mejor de los casos podría ser la inquietud interna de cada uno la cual nos movería a intentar aportar nuestro granito de arena a la construcción de una sociedad mejor, entendiendo claro está, que disponemos de capacidades las cuales si se nos brindara la oportunidad podríamos llevarlas a la práctica.

En definitiva y como fórmula novedosa para nosotros, pues vemos de aquí que de nueva no tiene nada, es que es imprescindible tener un ‘corazón sabio’ para gobernar. Sabiduría, porque hay que poner toda la inteligencia posible al servicio de políticas sociales que aumenten el bienestar general, como la creación de empleo estable y duradero, la seguridad para nuestros mayores de pensiones dignas, pasando por las mejoras de los pilares de una sociedad plural y justa como lo son la sanidad y la educación. Eso con respecto a la sabiduría, y el corazón, ya que sin este, jamás podremos sentir como nuestras las necesidades de aquellos que necesitan de la buena gestión política, la cual defienda sus intereses y proteja sus derechos. Y con esto no me refiero únicamente a defender los derechos de un sector de la población aparentemente más desfavorecido, sino que también aquellos intereses de los aparentemente menos necesitados o desfavorecidos. Me explico, cuando se gobierna, se tiene la responsabilidad de velar por todos los estatus sociales.

Existe una fórmula muy simple aunque algunas veces mal usada para confundir y querer posicionar a quien o quienes la defienden. Por ejemplo, crear esos tan deseados puestos de trabajo, duraderos en el tiempo y dignos en sueldos, pasaría por fortalecer el tejido empresarial, puesto que cuando se crea demanda, automáticamente es necesario crear oferta. Con un ejemplo muy simple se entenderá de forma cristalina. Si tengo un comercio el cual dispone de tres mostradores al público y el volumen de clientes durante el día y de forma constante durante todo el mes me ocupa únicamente dos de esos mostradores, con dos personas atendiendo dicha demanda sería suficiente. Pero si conseguimos aumentar la demanda en ese establecimiento aumentando el número de clientes, se verá este empresario en la necesidad para poder cubrir dicha demanda, de la contratación de un tercer trabajador para ese mostrador ahora necesario. Aumentamos su demanda y como consecuencia de ello su oferta. Conclusión, creación de un nuevo puesto de trabajo. Podemos ver esto de forma algo "retorcida" si así se quiere, diciendo que determinadas políticas son elitistas puesto que tienden a favorecer al empresariado etc.

O podemos verlo con una óptica mucho más amplia y panorámica con la cual vamos a poder percibir de forma más clara los beneficios de dicha gestión política. Al aumentar las ventas de la empresa, automáticamente aumenta el gasto por parte de esta de, por ejemplo, bolsas, papel para envolver posibles regalos y otros muchos aparentes pequeños detalles relacionados con cada nueva venta. Más mercancía en circulación y un largo etc. Aumento por supuesto del beneficio empresarial, lo cual se traduce en un gasto mayor del empresario en cuestiones sociales, aumenta el gasto en ocio y esparcimiento, más comidas en la calle, más cultura, cines y teatros, viajes etc. Prendas de vestir nuevas y todo lo que conlleva el tener un aumento del poder adquisitivo que como bien dice su nombre, es sinónimo de aumentar las adquisiciones, es decir, compramos más, gastamos con más alegría cuando más ganamos…

Por otro lado y quizás el más importante, la creación de ese nuevo puesto de trabajo, una familia más ingresando un sueldo en casa, sinónimo también del aumento de gastos de esta familia en todo lo anteriormente dicho. En definitiva, es una rueda sobre la cual circula ese dinero generado gracias al aumento de esa demanda, recordemos, promovida por esas políticas que apuestan inteligentemente por un progreso productivo para todas las áreas.

Esta es la visión panorámica alcanzada cuando aplicamos ese "sabio corazón" a la hora de gestionar, ya que no nos centramos únicamente en una específica necesidad, es decir en un único eslabón de toda una cadena, sino que sabiamente encontramos el equilibrio para poder sacar el mayor provecho haciendo extensivo los beneficios a un número mayor de beneficiarios. Gracias a los lectores por dedicar algo de su valioso tiempo en estas humildes líneas las cuales tendrán continuidad en próximas publicaciones con ayuda de Dios y por supuesto del medio de comunicación que las hace posible.

P.D ¡Ah y si están pensando que escribo como un judío, seguramente será porque lo soy!

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